Malos tiempos para las líricas, mejores perspectivas para tod@s
Poco a poco se van definiendo los presupuestos de las diferentes administraciones públicas para el próximo año. Todo apunta a una importante rebaja, entre el 10 y el 25%, en las asignaciones a la cultura. Falta por saber cuáles son las partidas más perjudicadas. Parece claro que algunos de los disparates culturales que se han realizado en ciertos territorios en los últimos tiempos, se van a recortar. Menos mal que los proyectos faraónicos han sido la excepción y no la regla.
Sorprende que las administraciones progresistas y cuando hay que recortar gastos, emprendan siempre el recorte con la cultura. Sin duda el discurso oficial sobre la importancia de ésta no parece corresponderse con la cotidianeidad. En plena crisis todos tenemos que ajustarnos a la situación, si el recorte presupuestario supone una mejor gestión de los recursos sin mermar los proyectos en marcha, bienvenido sea.
Deterioro considerable sufriremos en la conservadora Madrid ante el derroche generado por reformas, obras e intereses. Forma parte de la hipocresía de cierta clase política, que predica determinadas cosas y hace las contrarias cuando gobierna.
Produce cierto sonrojo el apoyo casi unánime de la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos de 2016. Pocos nos manifestamos públicamente en contra y no por la posibilidad de poder conseguirlo, quizás en otras circunstancias el apoyo hubiera sido casi total. La posición crítica tiene más que ver por la hartura de soportar obras interminables y gastos que nos hipotecan a los madrileños y madrileñas durante décadas. Cansados de vivir y de padecer una ciudad gris, donde prima el cemento y las noches blancas sin contenidos. Javier Marías con su lucidez habitual lo comentaba en El País Semanal hace dos semanas.
http://javiermarias.es/wordpressblog/index.php/2009/10/18/la-zona-fantasma-18-de-octubre-de-2009-un-infierno-ahuyentador
Mientras, el Partido Socialista de Madrid (PSM) organiza una convención cuyo resultado se verá con el tiempo. Un primer vistazo parece evidenciar la incapacidad de los socialistas madrileños para proponer ideas ilusionantes que posibiliten el cambio de gobierno en nuestra Comunidad. Lo aprobado –resaltaba un comentarista político– muy bien podría asumirlo cualquier gobernante conservador un poco abierto. Posibilidad que parece incierta dado el nivel y posicionamiento mantenido en los últimos tiempos por los conservadores ante la red de espías, corrupción política y control de Caja Madrid, donde la mejor oposición parecen hacerla los propios populares ante la ineficacia manifiesta de la oposición oficial.
No sé qué hemos hecho madrileños y madrileñas para padecer lo que sobrellevamos. Si fuera creyente pensaría que es una maldición por los años de libertinaje que hubo en la ciudad en los ochenta, como si no hubiéramos pagado ya la culpa con sidas, sobredosis, obras y despilfarros.
Más bien me gusta pensar que todo tiene más que ver con un modelo institucional que sirvió hace treinta años y hoy parece obsoleto y, en Madrid, como rompeolas de las Españas, se manifiesta como en ningún otro lugar.
Mantiene el maestro abulense-colombiano, Jesús Martín Barbero, que es preciso pensar más en clave de país que de estado. Mientras que de esto último se encargan políticos profesionales, la responsabilidad de crear país es de todas y todos. Con acierto comenta que “al identificar lo público con lo estatal desapareció la sociedad” y con ello la pluralidad y diversidad, y entre todos hay que recuperarlas sin necesidad de reducir los servicios prestados, al contrario habría que incrementarlos, recordando que están muy por debajo de los países de nuestro entorno. Seguramente es preciso reinventar la democracia en la que todos tengamos algún peso y no se reduzca la participación al derecho a votar cada cierto tiempo. Es posible y recomendable.
Cada vez estamos más cerca de una democracia ficticia, sin ideologías, ni ideas, donde menguan la pluralidad y la heterogeneidad. No debemos perder la esperanza, sólo echar un vistazo a América Latina o a África y tener menos fijación con Europa, que a fin de cuentas ya estamos aquí ubicados y nuestra mejor contribución puede ser ayudar a su rejuvenecimiento a través de las ideas compartidas. Conllevándolas podremos visualizar políticas transformadoras que en muchos territorios se están produciendo, y que el estado se niega a reconocer porque haciéndolo cuestiona la labor del mismo en la actual coyuntura.
Sorprende que las administraciones progresistas y cuando hay que recortar gastos, emprendan siempre el recorte con la cultura. Sin duda el discurso oficial sobre la importancia de ésta no parece corresponderse con la cotidianeidad. En plena crisis todos tenemos que ajustarnos a la situación, si el recorte presupuestario supone una mejor gestión de los recursos sin mermar los proyectos en marcha, bienvenido sea.
Deterioro considerable sufriremos en la conservadora Madrid ante el derroche generado por reformas, obras e intereses. Forma parte de la hipocresía de cierta clase política, que predica determinadas cosas y hace las contrarias cuando gobierna.
Produce cierto sonrojo el apoyo casi unánime de la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos de 2016. Pocos nos manifestamos públicamente en contra y no por la posibilidad de poder conseguirlo, quizás en otras circunstancias el apoyo hubiera sido casi total. La posición crítica tiene más que ver por la hartura de soportar obras interminables y gastos que nos hipotecan a los madrileños y madrileñas durante décadas. Cansados de vivir y de padecer una ciudad gris, donde prima el cemento y las noches blancas sin contenidos. Javier Marías con su lucidez habitual lo comentaba en El País Semanal hace dos semanas.
http://javiermarias.es/wordpressblog/index.php/2009/10/18/la-zona-fantasma-18-de-octubre-de-2009-un-infierno-ahuyentador
Mientras, el Partido Socialista de Madrid (PSM) organiza una convención cuyo resultado se verá con el tiempo. Un primer vistazo parece evidenciar la incapacidad de los socialistas madrileños para proponer ideas ilusionantes que posibiliten el cambio de gobierno en nuestra Comunidad. Lo aprobado –resaltaba un comentarista político– muy bien podría asumirlo cualquier gobernante conservador un poco abierto. Posibilidad que parece incierta dado el nivel y posicionamiento mantenido en los últimos tiempos por los conservadores ante la red de espías, corrupción política y control de Caja Madrid, donde la mejor oposición parecen hacerla los propios populares ante la ineficacia manifiesta de la oposición oficial.
No sé qué hemos hecho madrileños y madrileñas para padecer lo que sobrellevamos. Si fuera creyente pensaría que es una maldición por los años de libertinaje que hubo en la ciudad en los ochenta, como si no hubiéramos pagado ya la culpa con sidas, sobredosis, obras y despilfarros.
Más bien me gusta pensar que todo tiene más que ver con un modelo institucional que sirvió hace treinta años y hoy parece obsoleto y, en Madrid, como rompeolas de las Españas, se manifiesta como en ningún otro lugar.
Mantiene el maestro abulense-colombiano, Jesús Martín Barbero, que es preciso pensar más en clave de país que de estado. Mientras que de esto último se encargan políticos profesionales, la responsabilidad de crear país es de todas y todos. Con acierto comenta que “al identificar lo público con lo estatal desapareció la sociedad” y con ello la pluralidad y diversidad, y entre todos hay que recuperarlas sin necesidad de reducir los servicios prestados, al contrario habría que incrementarlos, recordando que están muy por debajo de los países de nuestro entorno. Seguramente es preciso reinventar la democracia en la que todos tengamos algún peso y no se reduzca la participación al derecho a votar cada cierto tiempo. Es posible y recomendable.
Cada vez estamos más cerca de una democracia ficticia, sin ideologías, ni ideas, donde menguan la pluralidad y la heterogeneidad. No debemos perder la esperanza, sólo echar un vistazo a América Latina o a África y tener menos fijación con Europa, que a fin de cuentas ya estamos aquí ubicados y nuestra mejor contribución puede ser ayudar a su rejuvenecimiento a través de las ideas compartidas. Conllevándolas podremos visualizar políticas transformadoras que en muchos territorios se están produciendo, y que el estado se niega a reconocer porque haciéndolo cuestiona la labor del mismo en la actual coyuntura.
Comentarios
Parece que nos bebimos de golpe "la movida madrileña" y ahora, en esta ley seca que dura ya demasiado tiempo, solo nos queda acabar con el hastio y el acomodamiento.