Un té amargo para Paco Martín

El director de La Mar de Músicas se sobrepone a las críticas de censura vertidas contra el prestigioso festival y presenta una programación de alta calidad

Artículo publicado por Antonio Arco en La Verdad de Murcia el pasado 1 de julio. La foto es de
Pablo Sánchez.
Www.laverdad.es/murcia/20090701/cultura/amargo-para-paco-martin-20090701.html

“Contra la tristeza, el vino”, recomendó a los lectores de La Verdad la diosa de México, Lila Downs, a punto de inaugurar con su voz de volcán el festival La Mar de Músicas 2007, dedicado a México (lindo, mejor con tequila). No se sabe si le hizo caso el director del certamen, Paco Martín (Cartagena, 1956), durante los días un tanto amargos que vivió, hace unos meses, en plena preparación de la estupenda programación de esta XV edición que comienza el sábado con el arrebato argelino de Khaled, y que tiene a Marruecos -en la Región hay 63.210 marroquíes empadronados- como país invitado.

El 11 de febrero fue un día turbio para Paco Martín. «Rabat veta a dos opositores en el festival La Mar de Músicas de Cartagena», se leía en la prensa nacional, que informaba de la dimisión de la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar, coordinadora de la programación literaria de La Mar de Letras -la oferta cultural del festival es amplísima: cine, artes plásticas...-, tras el veto de las autoridades marroquíes, aceptado por la organización del certamen, a Nadia Yassin, la portavoz del principal movimiento islamista de Marruecos, y a Ali Lmrabet, el periodista laico que estuvo preso por ultrajar al rey Mohamed VI. La noticia cayó como una bomba sobre un festival, dependiente del Ayuntamiento de Cartagena, que desde su creación por Paco Martín, que parece un diseño humano de Marcel Wanders condenado a no envejecer, había sido un modelo de gestión y éxito.

Lola López Mondéjar, que siempre había contado con el apoyo total del director del festival, dejó clara su postura: consideraba las presiones de Marruecos
«una injerencia injustificable, una censura inadmisible y un atentado contra la libertad de expresión. Lamento enormemente que hechos como éstos se den en nuestro país”.

Paco Martín, acostumbrado a recibir elogios por su labor -hay consenso sobre la brillantez con la que desarrolla su trabajo, y es una referencia en el campo de la gestión cultural-, no daba crédito. «El programa de invitados confeccionado por Lola López Mondéjar no estaba consensuado con la dirección del festival», dijo tajante y dolido. Martín nunca ha ocultado que La Mar de Músicas se organiza en colaboración con la embajada del país invitado, así como que se trata de «un festival de verano en el que lo más importante es la música; nosotros no tenemos como objetivo juzgar la situación socio-política de Marruecos ni de ningún otro país». Desde luego, está claro que La Mar de Músicas no es la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ni la sede permanente en España de la ONU. Es sólo un festival, muy bien hecho, que ha logrado en este año de crisis que su calidad no se vea reducida.

Salvación

Pero el capítulo de la acusación de censura no estaba cerrado. Otro mal trago estaba por llegar. Una de las ilusiones de Paco Martín era contar, estos días en Cartagena, con la presencia del joven escritor marroquí Abdellah Taïa, residente en Francia y autor de un libro que no hace gracia alguna a las autoridades de su país, El ejército de salvación. Ni el libro les hace gracia, ni tampoco su autor: homosexual militante y crítico contra todo tipo de censuras. Martín estaba dispuesto a pelear ante las autoridades de Marruecos la participación del escritor en el apartado literario del festival, pero de nuevo llovió la desilusión. El 21 de febrero, Abdellah Taïa anunciaba, a través de un artículo de opinión en El País, que no aceptaba la invitación para acudir a Cartagena. El escritor estaba apenado, «y furioso», y «perplejo». «Nunca hubiera creído posible semejante censura en un país democrático», ni tampoco «que un gran festival como el de Cartagena ceda a las presiones», escribió solidarizándose con
Lola López Mondéjar.

Otro jarro de agua fría para Paco Martín, que en mitad de la tormenta de desierto desatada, y del intento por parte de algunos de desacreditar el festival, recibió el apoyo contundente de las direcciones de los principales festivales españoles, que ponían de manifiesto que La Mar de Músicas es hoy «una seña de identidad que hace de Cartagena uno de los lugares claves de nuestros veranos».

La cantidad de músicos, artistas plásticos, escritores, cineastas, actores y fotógrafos que han tenido un hueco en La Mar de Músicas es apabullante: Gilberto Gil, Gustavo Santaolalla, Vicente Amigo, Ismael Lö, Compay Segundo, Khaled, Jaime Bayly, Carlinhos Brown, Laura Restrepo, Mirta Ibarra, Fatih Akin, Óscar Mariné, Bernad Plossou, Cesaria Evora, Cheikha Rimitti, Enrique Morente, Salif Keita, Totó la Momposina, Djavan, Ute Lemper, Milton Nascimento, los Derviches de El Cairo, Michel Houellebecq... Paco Martín y su equipo, con el valioso José Luis Cegarra como adjunto a la dirección -no dejó de estar pendiente del festival ni durante el año (2005) en el que unas durísimas sesiones de quimioterapia lo mantenían apenas sin fuerzas-, han cuidado todo al detalle, empezando por la calidad de los carteles, que ya son historia, que artistas de primerísima fila han regalado al festival:
¡Joan Fontcuberta, Alberto García-Alix, Chema Madoz...!

Respeto

Ayer, Paco Martín estaba tranquilo. Sabe por experiencia que el festival, que a punto estuvo de costarle la vida en 2001, cuando durante la preparación de la edición dedicada a las Cartagenas del Mundo fue ingresado durante varios días de urgencia y desesperación en un hospital de Cuzco, será un año más un éxito. Sus amigos lo adoran. Sus colaboradores lo admiran y respetan. La periodista y escritora Lara López decía, ayer, sobre Paco Martín: «Tiene las cualidades de los grandes. Es un hombre curioso, un generador de ilusiones inquieto con una rara habilidad: sabe mirar. Es muy amigo de sus amigos, que somos muchos. Ojalá él también fuera muchos: al mundo le iría, nos iría, infinitamente mejor».

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