Noche con filin
Pablo Milanés y Omara Portuondo protagonizan la gran noche cubana en Pirineos Sur con un formidable concierto.
La noche del pasado jueves 23 de julio nos acercaba al Auditorio Natural de Lanuza a dos de las grandes referencias de la música cubana de siempre; Omara Portuondo y Pablo Milanés.La gran dama de la música a nivel mundial, no solo caribeña, comenzó interpretando “Gracias”, título que da nombre a su último trabajo editado hace un año que recoge algunas de sus canciones favoritas para conmemorar sus sesenta años en la música.
Una actuación de aproximadamente noventa minutos donde repasó algunas de sus canciones de siempre con otras del mencionado disco. Arropada por una excelente banda, donde destacan especialmente el contrabajista Felipe Cabrera y el pianista Harold López Nussa, mostró la calidad de su voz y la cercanía con un público que no paraba de vitorearla y piropearla. Toda una lección de saber estar y entrega ante un público que siempre la ha venerado desde que en 1998 pisará por primera vez el escenario de Lanuza, en el inolvidable homenaje que el festival rindió a Compay Segundo.
Su presencia nos hizo recordar al malogrado Pio Leyva uno de sus grandes amigos y compañeros, pero también a Maria Bethânia, Chico Buarque y a su gran compañera Elena Burke, a la que rinde su particular homenaje con “Ámame como soy”. Uno de los momentos estelares fue la interpretación de “Veinte años” el tema más conocido de la más grande trovadora que ha dado la isla, María Teresa Vera. Lo interpretó con la maestría de sus grandes ocasiones, de igual modo que la grabación que realizó para Buena Vista Social Club, convirtiendo esta canción en uno de los temas más reconocidos del mismo, una referencia musical a nivel planetario.
En la década de los cuarenta en el callejón habanero de Hammel una serie de jóvenes de la capital se reúnen con la intención de entornar “canciones con belleza” en palabras de uno de sus integrantes, Cesar Portillo de la Luz. La joven Omara se incorpora al colectivo de artistas que se conoce como filin, sentimiento. Poco tiempo después se acerca al callejón un joven compositor que está dando sus primeros pasos en la música, Pablo Milanés. Con el tiempo se convierte junto a Silvio Rodríguez, Amaury Pérez y Pedro Luis Ferrer en las voces de referencias de la denominada Nueva Trova Cubana.
Aquel joven inquieto se ha convertido con el tiempo en uno de esos autores musicales imprescindibles a nivel mundial. Da igual si se acompaña de una gran orquesta o interpreta sus temas únicamente con la compañía de su guitarra.
El timbre y la magia de su voz es tal que solo con entornar brevemente el inicio de una canción, el clamor se apodera del las gradas ante un público que le venera. Una veintena de canciones fueron las interpretadas. Acompañado por Dago González -piano y violín-, y con Miguel Núñez también al piano y con la responsabilidad de la dirección artística. Las ejecutó con la maestría que le caracteriza electrizando a la mayoría de los asistentes y dejando un pequeño halo de tristeza por la no interpretación de algunas de sus canciones más conocidas (“Yo no te pido”, “Amo esta isla”…), cosa inevitable ante la cantidad de temas excelentes que con los que cuenta el genial artista de Báyamo. La noche del pasado jueves se recordará en Lanuza como la noche del filin. Una noche inolvidable dirigida por dos de sus grandes maestros y protagonizada por cientos de asistentes a modo de coral multitudinaria.
La noche del pasado jueves 23 de julio nos acercaba al Auditorio Natural de Lanuza a dos de las grandes referencias de la música cubana de siempre; Omara Portuondo y Pablo Milanés.La gran dama de la música a nivel mundial, no solo caribeña, comenzó interpretando “Gracias”, título que da nombre a su último trabajo editado hace un año que recoge algunas de sus canciones favoritas para conmemorar sus sesenta años en la música.
Una actuación de aproximadamente noventa minutos donde repasó algunas de sus canciones de siempre con otras del mencionado disco. Arropada por una excelente banda, donde destacan especialmente el contrabajista Felipe Cabrera y el pianista Harold López Nussa, mostró la calidad de su voz y la cercanía con un público que no paraba de vitorearla y piropearla. Toda una lección de saber estar y entrega ante un público que siempre la ha venerado desde que en 1998 pisará por primera vez el escenario de Lanuza, en el inolvidable homenaje que el festival rindió a Compay Segundo.
Su presencia nos hizo recordar al malogrado Pio Leyva uno de sus grandes amigos y compañeros, pero también a Maria Bethânia, Chico Buarque y a su gran compañera Elena Burke, a la que rinde su particular homenaje con “Ámame como soy”. Uno de los momentos estelares fue la interpretación de “Veinte años” el tema más conocido de la más grande trovadora que ha dado la isla, María Teresa Vera. Lo interpretó con la maestría de sus grandes ocasiones, de igual modo que la grabación que realizó para Buena Vista Social Club, convirtiendo esta canción en uno de los temas más reconocidos del mismo, una referencia musical a nivel planetario.
En la década de los cuarenta en el callejón habanero de Hammel una serie de jóvenes de la capital se reúnen con la intención de entornar “canciones con belleza” en palabras de uno de sus integrantes, Cesar Portillo de la Luz. La joven Omara se incorpora al colectivo de artistas que se conoce como filin, sentimiento. Poco tiempo después se acerca al callejón un joven compositor que está dando sus primeros pasos en la música, Pablo Milanés. Con el tiempo se convierte junto a Silvio Rodríguez, Amaury Pérez y Pedro Luis Ferrer en las voces de referencias de la denominada Nueva Trova Cubana.
Aquel joven inquieto se ha convertido con el tiempo en uno de esos autores musicales imprescindibles a nivel mundial. Da igual si se acompaña de una gran orquesta o interpreta sus temas únicamente con la compañía de su guitarra.
El timbre y la magia de su voz es tal que solo con entornar brevemente el inicio de una canción, el clamor se apodera del las gradas ante un público que le venera. Una veintena de canciones fueron las interpretadas. Acompañado por Dago González -piano y violín-, y con Miguel Núñez también al piano y con la responsabilidad de la dirección artística. Las ejecutó con la maestría que le caracteriza electrizando a la mayoría de los asistentes y dejando un pequeño halo de tristeza por la no interpretación de algunas de sus canciones más conocidas (“Yo no te pido”, “Amo esta isla”…), cosa inevitable ante la cantidad de temas excelentes que con los que cuenta el genial artista de Báyamo. La noche del pasado jueves se recordará en Lanuza como la noche del filin. Una noche inolvidable dirigida por dos de sus grandes maestros y protagonizada por cientos de asistentes a modo de coral multitudinaria.
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