Cultura como justificación
En Madrid pocas
cosas te pueden sorprender, algunas llaman la atención. Sociedad viva basada en
su complejidad y diversidad. Vivimos, padecemos y soportamos una violencia de
estado inimaginable, atónitos ante despliegues policiales en barrios, con el
objetivo de crear fronteras interiores, ellos/nosotros, que en vez de intimidar
están promoviendo el efecto contrario, una solidaridad amplia. Cultura de
calle, de plazas, compartir, trabajo colectivo, solidaridad, herramientas
contra amenazas, abusos y despropósitos. El próximo domingo se llevará a cabo
la #RutaDevota, organizada por el Colectivo de Arquitectura Zuloark con
el apoyo de Fabricantes de Ideas. Salida
desde el Centro de Arte Reina Sofía
mostrando la diversidad religiosa de nuestros barrios. Musulmanes, católicos,
evangélicos, pentecostales… incluso la Iglesia
del Pato promovida por nuestro bufón más ilustre, Leo Bassi, para visibilizar una
realidad que palpamos días y noches los vecinos, pero no los que nos gobiernan.
Se está debatiendo el Plan
Estratégico de la Cultura del Ayuntamiento de Madrid; mucha información, mapeo incompleto, propuestas
inexistentes e intenciones que poco tienen que ver con la realidad. El gobierno
municipal muestra un tipo de ciudad acorde con su modelo de sociedad, regida
por las reglas del mercado a donde solo pueden acceder a determinados servicios
los que cuenten con los recursos necesarios, sin mencionar en ningún momento
que la incertidumbre y la complejidad económica prima a la hora de concretar
cualquier intervención.
Modelo económico-cultural que solo visualiza ejes como Castellana-Recoletos-Prado o Gran Vía, ignorando Malasaña, Chueca, Lavapiés o Vallecas. Que no reconoce la riqueza
que en algunos distritos como Centro,
Villaverde, Carabanchel, Tetuán o Usera supone que la población
inmigrante supere el 20%. Propuesta donde ciudadanos y ciudadanas no existen, reconociendo
solo a consumidores y usuarios evidenciando el papel que los mismos tienen para
nuestros ingenieros culturales. Donde se reduce la participación al envío de sugerencias
enlatadas sin conocer, ni opinar sobre las que realizan otros sobre temas
similares. Propuesta de sociedad digital reducida a redes sociales o
retransmisiones vía streaming,
ignorando la cultura libre o mostrándola como anécdota, cuando es una de las
ciudades a nivel mundial donde se están desarrollando un mayor número de
iniciativas en este sentido.
La cultura es un derecho constitucionalmente reconocido, las
instituciones públicas deben tener un papel activo para lograrlo reforzando
proyectos, servicios e iniciativas. La cultura no es solo lo que se produce,
diseña y muestra en el interior de edificios y templos institucionales,
públicos o privados. Cultura es lo que ocurre en plazas, parques, barrios,
ordenadores, en la Red y redes.
Cultura es cualquier iniciativa por un mundo mejor. Es poner herramientas para
enmendar injusticias, desigualdades, conocer al otro, beneficiarse de la
diferencia.
Cultura no es socavar iniciativas incómodas, críticas o
diferentes. Cultura no es desalojar o clausurar edificios o propuestas incómodas,
poco tiene que ver con tapiar y aislar diez mil libros, de una biblioteca
singular autogestionada. Cultura nunca es represión. Mostrar La Tabacalera como un ejemplo de
libertad como hacen las instituciones, es una falacia. Una excusa para ocultar
una política cultural inexistente, intentando soslayar una represión ciudadana
cada vez más evidente. No se debe caer en la trampa. Cultura es otra cosa, por
ello siempre es una de las grandes castigadas, ya sea por subidas de IVA o por la falta de propuestas e
ideas coherentes vertebradoras de la sociedad. Para nada interesa una sociedad
culta, formada, crítica y participativa, por eso no debe sorprender que los
diferentes planes elaborados solo buscan justificar un modelo muy concreto de
sociedad utilizando la cultura para ello.
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