Las músicas del Guadalquivir hacen vibrar las aguas de Lanuza

Fotos: Jesús Alarcón
"No estamos locos, que sabemos lo que queremos” cantaba la gente mientras abandonaba el auditorio de Lanuza camino de la carpa étnica los que están de vacaciones para seguir la fiesta, o en dirección a los coches aquellos que tenían que trabajar al día siguiente. El tiempo acompañó en una noche mágica, con una excelente asistencia de público a pesar de tratarse de un martes.

Los Juncales es el proyecto conjunto de Manuel Molina, Diego Carrasco, Tomasito, Javier Barón, Moraíto Chico, Diego del Morao, Maloko, Bo y Juan Grande, es decir una reunión de auténtico lujo, imposible de ver en la mayoría de los escenarios. Forman parte de la mejor trayectoria musical española de los últimos 30 años. Desde Smash a propuestas más actuales del baile. Música festiva, incansable, original, de compases contagiosos. Música de encuentro, de fusión, ajena a modas temporales. Un repertorio de seguriyas, tangos, bulerías, romances... para satisfacer y entusiasmar a conocedores de lo jondo y a neófitos. Una fiesta, en suma, que subía en intensidad según avanzaba la noche.
El listón estaba muy alto, y la gente realmente entregada cuando salió Antonio Carmona. Llevaba tres años sin subir a los escenarios desde la desaparición de Ketama. Su música ha dado un giro importante desde que conoció a Gustavo Santaolalla, que decidió participar en la producción de su último disco, grado en sesiones maratonianas de estudio. Ketama fue uno de los grupos que actuó en la primera edición de Pirineos Sur, y Carmona estaba realmente feliz de volver al Auditorio de Lanuza. Se notaba antes, después y durante su actuación.

El comienzo fue una sorpresa para el público, son muchos años de Ketama, y descubrieron a un artista más pop acompañado de una excelente banda eléctrica. Poco tenía que ver con la imagen flamenca del trío. Sólo hizo falta que interpretara un par de temas, para que el público se entregara ante esta propuesta más personal y sin duda valiente y atrevida, que ha convertido a Carmona en una de las mejores referencias de nuestro pop. Una quincena de temas donde no faltaron alguno de los clásicos de Ketama y un fin de fiesta acompañado por todos Los Juncales, que invadieron el escenario, al mejor estilo “okupa”, sin avisar. Toda una sorpresa.

Finalizada la actuación los artistas se dejaron acompañar por todos los asistentes que lo desearon. Una muestra palpable del saber hacer y estar, tanto a nivel artístico como personal. Las noches flamencas de Pirineos Sur se están convirtiendo cada vez más en encuentros mágicos, inolvidables e innovadores, y para nada habituales en otros escenarios. La apuesta por la diversidad musical, pasa también por mostrar la nuestra y en Lanuza se pudo escenificar magníficamente esa apuesta. La gente no está loka, sabe lo que quiere y además sabe disfrutar de las propuestas más personales.

La fiesta se prolongó hasta la seis de la mañana en la discoteca del hotel, con motivo de la fiesta de los trabajadores del festival. Trabajadores, periodistas y artistas disfrutando de la noche pirinaica.

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