Murió el gran Anibal Sampayo, compositor y poeta uruguayo
CREADOR DEL CLÁSICO "KICHORORÓ", PAGÓ CON EL EXILIO SU MILITANCIA EN TUPAMAROS.
Logró aquello que, como se dice, es la aspiración postrera de un artista popular: volverse anónimo. Exquisitas canciones como Kichororó y Río de los pájaros habían dejado de pertenecerle y refulgían en voces como las de Mercedes Sosa, Liliana Herrero, Silvia Iriondo. La noticia seca dice que el cantautor uruguayo Aníbal Sampayo murió en las últimas horas del miércoles en la ciudad donde había nacido, Paysandú, 378 kilómetros al norte de Montevideo, a los 80 años.
Sampayo estaba aquejado de Alzheimer desde hace dos años, y en los últimos tiempos permaneció internado en una residencia para ancianos, visitado puntualmente por su compañera Estela.
Era poeta, compositor, cantante, admirador de Atahualpa Yupanqui y Raúl Sendic y amante del Río Uruguay, al que le cantó en variadas obras inmortalizando aquello de que "el Uruguay no es un río: es un cielo azul que viaja".Había nacido el 6 de agosto de 1926. El año pasado, Paysandú le realizó un gran homenaje por sus 80 años. El amor por el pago no contradecía su espíritu peregrino. A los 18 se radicó en Paraguay donde llegó a trabajar en un circo. Ahí hizo sus primeras armas como cantante y guitarrero; después, corrido por la dictadura de Stroessner, vivió en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. El conocimiento de las miserables condiciones sociales de los mineros le despertó una conciencia que, con los años, derivaría en su adhesión a los Tupamaros.
Pagó su militancia con años de cárcel durante los cuales, dijo, aprovechó para leer y cultivarse. Después que le dieran libertad vigilada, asfixiado, se exilió en Suecia. Ya era un artista conocido en las dos márgenes del río. Jorge Cafrune fue uno de los más tenaces difusores de su obra. En Suecia crecieron sus hijos, tuvo nietos y se relacionó de otro modo con el Uruguay. "El exilio no es ni blando ni duro, es exilio nomás. Debo decir que Suecia nos recibió con mucha calidez y nos hicieron todo muy llevadero", decía.
De regreso a su pueblo, la muerte de un hijo y luego el Alzheimer hicieron mella en su salud física y psíquica. Su muerte, que no fue sorpresiva, invadió de pena a todo el Río Uruguay. Hasta Jorge Busti, gobernador de Entre Ríos, expresó su dolor. La Intendencia de Paysandú declaró Duelo Departamental. Y los pescadores, las torcazas, los camalotes, se quedaron, de alguna manera, sin voz. Una voz severa pero serena, precisa, inquebrantable
POETA, COMPOSITOR Y CANTANTE, SAMPAYO TRASCENDIÓ FRONTERAS CON SU GUITARRA Y SU ARPA. EN AGOSTO DEL AÑO PASADO LA CIUDAD QUE LO VIO NACER, PAYSANDÚ, LE DEDICÓ UN MASIVO HOMENAJE CON MOTIVO DE SUS 80 AÑOS
Por Mariano del Mazo
Fuente: diario "Clarín"
Más información: www.clarin.com
Fuente: diario "Clarín"
Más información: www.clarin.com
Logró aquello que, como se dice, es la aspiración postrera de un artista popular: volverse anónimo. Exquisitas canciones como Kichororó y Río de los pájaros habían dejado de pertenecerle y refulgían en voces como las de Mercedes Sosa, Liliana Herrero, Silvia Iriondo. La noticia seca dice que el cantautor uruguayo Aníbal Sampayo murió en las últimas horas del miércoles en la ciudad donde había nacido, Paysandú, 378 kilómetros al norte de Montevideo, a los 80 años.
Sampayo estaba aquejado de Alzheimer desde hace dos años, y en los últimos tiempos permaneció internado en una residencia para ancianos, visitado puntualmente por su compañera Estela.
Era poeta, compositor, cantante, admirador de Atahualpa Yupanqui y Raúl Sendic y amante del Río Uruguay, al que le cantó en variadas obras inmortalizando aquello de que "el Uruguay no es un río: es un cielo azul que viaja".Había nacido el 6 de agosto de 1926. El año pasado, Paysandú le realizó un gran homenaje por sus 80 años. El amor por el pago no contradecía su espíritu peregrino. A los 18 se radicó en Paraguay donde llegó a trabajar en un circo. Ahí hizo sus primeras armas como cantante y guitarrero; después, corrido por la dictadura de Stroessner, vivió en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. El conocimiento de las miserables condiciones sociales de los mineros le despertó una conciencia que, con los años, derivaría en su adhesión a los Tupamaros.
Pagó su militancia con años de cárcel durante los cuales, dijo, aprovechó para leer y cultivarse. Después que le dieran libertad vigilada, asfixiado, se exilió en Suecia. Ya era un artista conocido en las dos márgenes del río. Jorge Cafrune fue uno de los más tenaces difusores de su obra. En Suecia crecieron sus hijos, tuvo nietos y se relacionó de otro modo con el Uruguay. "El exilio no es ni blando ni duro, es exilio nomás. Debo decir que Suecia nos recibió con mucha calidez y nos hicieron todo muy llevadero", decía.
De regreso a su pueblo, la muerte de un hijo y luego el Alzheimer hicieron mella en su salud física y psíquica. Su muerte, que no fue sorpresiva, invadió de pena a todo el Río Uruguay. Hasta Jorge Busti, gobernador de Entre Ríos, expresó su dolor. La Intendencia de Paysandú declaró Duelo Departamental. Y los pescadores, las torcazas, los camalotes, se quedaron, de alguna manera, sin voz. Una voz severa pero serena, precisa, inquebrantable
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