Noche de Fiestas
Cerca de catorce horas de músicas muy diversas caracterizaron la tercera jornada de En La Línea, que se puso en marcha a las cuatro y media de la tarde con la actuación de Bigott. Se trata de una de las bandas emergentes nacionales, que el pasado año se coló por méritos propios en las listas indies más importantes del país con su segundo trabajo That Sentimental Sandwinch. Mucha creatividad para un grupo de difícil catalogación. La psicodelia dio paso a una manera peculiar y diferente de entender la música tradicional, donde improvisación y guiños a estilos complejos y diversos se unen en la propuesta de ChinaChana con la pretensión, muy digna, de renovar nuestra música popular. El Vicio del Duende tomaron el relevo para presentar parte de su último disco recientemente puesto a la venta Mil y un desvelos. Buen directo, letras un pelín convencionales y pegadizas, influencias musicales diversas, son las características de este joven grupo premiado el año pasado en el concurso “A Tot Estrùs” organizado por el Ayuntamiento de Zaragoza.
A principios de los años noventa Vicente Gabasa formaba parte del grupo Crisis. Ahora vuelve a los escenarios para realizar un pop característico de aquellos años que recoge en su primer trabajo en solitario De vuelta a casa. Fue la última actuación de la tarde-noche en la Sala Florida 135. La fiesta nocturna comenzaba pasada las once de la noche en el Pabellón El Sotet con la actuación de Fangoria nombre tomado por Olvido Gara y Nacho Canut de una famosa revista de terror estadounidense. Forman parte de la historia de nuestro pop y nadie puede quitarles el merito de haber iniciado aventuras complejas y dispares. El concierto forma parte de la gira de presentación de su último disco El extraño viaje que le va a llevar a más de cuarenta ciudades en los próximos meses. “Fantasmas” fue el tema de introducción que evidenció lo que la noche nos iba a deparar. Descarga de canciones prácticamente sin interrupciones, directas para disfrutar y bailar, donde la tecnología digital tiene un papel esencial. Sin más pretensiones musicales. “Plegarias atendidas”, “Si lo sabe dios que se entere el mundo”, “Ni contigo ni sin ti” inauguraron la sesión de hora y media, adornada con coreografías, cambios continuos de vestuario y una puesta en escena discreta y obvia, donde las luces tienen un papel esencial, buscando la complicidad del público. Desde Kaka de Luxe hasta ahora ha pasado mucho tiempo, pero la estrategia es la misma. Una adaptación a los tiempos donde la contradicción es la mejor manera para entendernos y entender la sociedad en la que nos movemos. Fangoria lo saben bien y lo rentabilizan de la mejor manera. El público disfruta y todos acabamos encantados porque realmente lo que a todos nos gusta, para qué negarlo, es la fiesta y más si es un viernes por la noche.
Con los bises de rigor finalizaba la noche en el Pabellón y nos desplazamos de nuevo a Florida 135 donde otro tipo de fiesta absolutamente opuesta, que se iniciaba con Continental Breakfast, el nuevo proyecto de Arto Tunçboyaciyan rodeado de algunos miembros de la Orchestre National de Barbes y de Aly Keita. Demostraron que no es necesario recurrir a ningún tipo de truco escénico, ni digital, para poder disfrutar y hacer partícipe al público de un concepto festivo diferente, absolutamente contemporáneo. La fuerza de las voces, los instrumentos y la improvisación son las armas utilizadas desde siempre para que la fiesta pueda perpetuarse. Arto y compañía lo saben y lo demuestran y esta propuesta por ser menos obvia la hace ser más atractiva.
Eran las dos de la madrugada y habíamos podido observar dos conceptos de fiesta totalmente diferentes, cuando apareció El Tío Carlos. Lo suyo es rumba catalana, como también lo eran las canciones de Peret o Gato Pérez, con un toque personal, influencias diversas e ingredientes que obligan a la comparación. Sus letras elaboradas, los guiños al pop o a la música magrebí le dan un toque personal un género muy manido y con pocas novedades de interés.
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