Winnipeg: El barco de la esperanza en el Diario Vasco
Primero fue novelado y hecho documental y ahora "El barco de Neruda" ha pasado al comic por Laura Martel y Antonia Santolaya.
El jueves se presentó en Madrid y ayer viernes se publicó este texto en el Diario Vasco.
Un
día después de que Alemania invadiera Polonia, primer paso para el comienzo de
la II Guerra Mundial, llegaba al puerto chileno de Valparaiso un mercante
francés de carga, sin camarotes, con cerca de dos millares y medio de
refugiados de la Guerra Civil. Catalanes, andaluces, extremeños, madrileños. O
vascos como Julio Garrote, cuyos padres tenían una tienda de ultramarinos en la
bilbaína calle de Laguna o Ignacio Sagasti, que con apenas cinco años integraba
aquella expedición posible gracias al ímpetu del poeta Pablo Neruda, de su
esposa Delia del Carril y la solidaridad del pueblo chileno con su presidente
Pedro Aguirre Cerda a la cabeza.
La
realidad de aquella historia, que evitó la muerte casi segura de buena parte de
sus protagonistas, ve ahora la luz en forma de comic: Winnipeg, el barco de Neruda fruto de la colaboración entre dos
editoriales, Grupo 5 y Hotel Papel, especializada en cuentos infantiles. Nuria Varela responsable de esta última, comenta “es uno de esos libros
irresistibles, de los que hay que publicar. El relato es apasionante, está
cargado de aventura, esperanza, solidaridad, memoria histórica –de esa que no
podemos olvidar– y emoción”. Un homenaje magníficamente narrado por la
guionista cinematográfica Laura Martel, quien asegura “contar historias de
todas las formas posibles, me gustan la historias como me gustan las palabras,
creo que los seres humanos necesitamos la ficción para entender mejor la
realidad”. Toda la historia está trazada por la ilustradora Antonia Santolaya,
cuya narrativa gráfica turba y estremece a la vez. “Toña ha construido un
universo gráfico que consigue, trazo a trazo, envolverte de tal manera que
cuando acabas el libro estás convencida de que has hecho también ese viaje a
través del Atlántico” comenta emocionada Varela.
Final
de la guerra. Un mar de dudas, huir o quedarse. Paso ilegal de la frontera
pirenaica. Miradas solidarias, y también de miedo a lo desconocido, de los
vecinos de las localidades por donde es obligado caminar. Campo de refugiados
en Trompeloup-Pauillac, una playa inhóspita cercana a Burdeos. Enfermedades,
epidemias, muertes. Auto organización para construir barracones, para
sobrevivir “abriendo caminos sin saber qué te vas a encontrar mañana”, en
palabras de Santolaya.
Ficción
y realidad bajo la mirada de un padre y una niña de siete años. “Todo lo que
narro es algo que leí o que alguien me contó, lo que yo he hecho es combinar
las historias” nos dice Martel y añade: “en principio pensé en hacer un
documental y comencé a entrevistar a las personas que habían viajado en el
Winnipeg. No fue en absoluto complejo porque me encontré con una predisposición
enorme a colaborar. No me cabe duda de que la generosidad engendra más
generosidad y la gente que se benefició de un acto como el que Neruda llevó a
cabo, transmite generosidad”.
Estamos
ante una publicación emocionante y enriquecedora. “Ha sido una suma de pasiones.
La mecha la enciende Martel, que vivía desde hacía tiempo enamorada de esta
historia y guardaba el guion esperando a que llegara el momento y el equipo
adecuado. Esa pasión fue contagiosa. En cuanto nos lo contó nos entró el virus
y contagiamos a Antonia Santolaya que dijo que lo ilustraba sin pensarlo ni un
minuto”, cuenta Varela. Esta publicación vuelve a mostrar la importancia del
cómic como recurso didáctico, dando luz a historias silenciadas. “Qué la
crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo,
no podrá borrarlo nadie” comentó en su día Pablo Neruda. El escritor, también
chileno, Luis Sepúlveda comenta de la siguiente manera lo que encarna el
Winnipeg “en la memoria de españoles y chilenos sigue navegando como el inmortal
barco de la esperanza”.
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