“Grecia no aceptará más órdenes” por Luis Casado

La inflexibilidad de Alemania le deja a Grecia la alternativa de arrodillarse o de darle una patada al tablero... Salir del euro, y recuperar la soberanía perdida. 
La partida aún no termina, y la irresponsabilidad del neoliberalismo financiero adquiere visos de fundamentalismo. Luis Casado nos cuenta lo que está en juego.
Artículo originalmente publicado en Politika por Luis Casado.
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Yanis Varufakis, ministro griego de Finanzas

"Grecia no aceptará más órdenes" por Luis Casado.


"Grecia ya no aceptará más órdenes, especialmente órdenes recibidas por correo electrónico", ha aseverado Tsipras desde el Parlamento griego, en la primera sesión del grupo parlamentario Syriza.
¿Cómo no observar lo que ocurre en Grecia y en Europa con emoción? Por la primera vez en décadas, un jefe de gobierno actúa en defensa del pueblo griego, contra los poderes financieros que ahogan la vida de millones y millones de familias.
No hay que olvidar el desgraciado episodio de Yorgos Papandreu, presidente de la Internacional Socialista Europea, a la sazón primer ministro de Grecia (2010), que ante las exigencias de la Troika (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo) anunció la realización de un referéndum para que el pueblo griego decidiese sobre su propio destino.
Angela Merkel, canciller alemana y Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, le saltaron a la yugular y le prohibieron llevar adelante el referéndum, negándole la palabra al pueblo que inventó la democracia. Yorgos Papandreu no resistió ni 24 horas, y se humilló obedeciendo órdenes de gobernantes extranjeros. Yorgos Papandreu, el presidente de la Internacional Socialista Europea, de la socialdemocracia que actúa en nombre de la… democracia.
Las Bolsas europeas se desplomaron, y Grecia inició su camino de la cruz, hacia el calvario en que la crucificarían en nombre de intereses financieros espurios. ¿Debo agregar que en un par de horas más de 200 mil millones de euros salieron de Grecia hacia los paraísos fiscales del Mediterráneo? Cuatro años más tarde la deuda pública pasó de 120% a 190% del PIB, la tasa de desempleo supera el 26% (casi el 60% en la juventud), y la riqueza creada en Grecia (PIB) disminuyó en más del 25%.
He ahí los remedios de la Troika.
En estos días Alexis Tsipras y su ministro de Finanzas Yanis Varufakis han recorrido Europa explicando que la Troika debe desaparecer, que Grecia no aceptará más órdenes, y que de ahora en adelante deben prevalecer los intereses del pueblo griego.
La prensa y la TV europea –los papagayos del pirata– cacarean alegando que “los acuerdos son los acuerdos”, y que Grecia debe pagar lo que es impagable. Una deuda contraída contra los intereses de la inmensa mayoría de los griegos, con intereses usureros que beneficiaron, entre otros, a bancos alemanes y franceses.
Entretanto, el Banco Central Europeo compró la deuda griega, liberando la banca privada de cualquier riesgo… Ahora el BCE exige el pago, pretextando que si Grecia no paga, son los ciudadanos europeos los que saldrán trasquilados.
¿Porqué Grecia debía pagar intereses usureros? Porque según las reglas de la mafia financiera un cliente que representa un riesgo mayor, debe pagar intereses más altos. Mientras más riesgoso el cliente, más altos los intereses. La banca se pone el parche antes de la herida.
Entonces… ¿Por qué la banca se hace la sorprendida si el riesgo se materializa y el deudor no puede pagar? Ese es el riesgo que se hicieron pagar con creces. Grecia no está enferma del crédito, sino de los intereses.
El Banco Central Europeo le pasa dinero a la banca privada a tasas de interés del cero por ciento, y aún a tasas de interés negativas, dinero que la banca privada colocaba en Grecia a tasas del 18%...
Detalle: el Banco Central Europeo, banco central de la zona euro, tiene prohibido en su Estatuto prestarle dinero directamente a los Estados: la deuda pública, o soberana, he ahí el gran negociado.
Pero el frente anti-griego se rompió. Italia, que posee la más gigantesca deuda pública del planeta, comprende que después de Grecia viene ella. El poco confiable Hollande, presidente de Francia, afirma que la deuda debe ser pagada, pero propone negociar.
El Banco Central Europeo –dirigido por Mario Draghi, un burócrata con un prontuario de película– le cortó la financiación a los bancos griegos y les obliga a créditos aún más caros. Con esta decisión, dice Jean-Luc Mélenchon, y la siniestra declaración de Jean Claude Juncker –otro burócrata– según la cual “No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos”, se ha proclamado la soberanía limitada de los pueblos europeos.
Lo malo para toda Europa es que en este caso la bomba atómica la tiene Grecia. Perdido por perdido, el gobierno de Alexis Tsipras puede decidir salir del euro, restablecer el drachma, la moneda nacional, confiscar el Banco Central griego, y ordenarle emitir lo que haga falta. ¿Tsipras, tendrá el coraje?
Indudablemente Grecia pasaría por un muy mal momento. Muy malo. Entre las dificultades técnicas de la reinstalación del drachma, dice Frédéric Lordon, las imperfecciones de la puesta en obra del control de capitales, la super devaluación de facto, la inmediatez de la inflación importada, el tiempo de respuesta de las exportaciones, etc., un proceso de défault-salida del euro comenzaría por una fase pasablemente caótica, cuya estabilización, y luego la materialización de los beneficios, exigirían entre doce y dieciocho meses.
Pero Europa y el euro quedarían afectados, y el potencial efecto de imitación de los otros países que sufren del mismo mal pondría a Alemania y a Europa en mala posición. Los jefes de gobierno más lúcidos ya lo comprendieron. Pero les faltan pantalones para rechazar el diktat y buscar una solución negociada.
Si los griegos logran salir de esta, podremos decir todos lo que se dijo de la Inglaterra de Churchill resistiendo ante los nazis: “Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.

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