"No es tiempo para jugarretas en Europa" por Yanis Varoufakis
Yanis
Varoufakis cuenta firme: Cuando un gobierno tiene pantalones se nota.
Toda la Europa obediente a los mercados financieros intenta arrodillar a
Grecia. ¡No! dice Varoufakis. Los intereses de nuestro pueblo pasan delante
de los intereses particulares. La batalla contra la austeridad continúa.
Publicada ayer por el New York Times, la traducción es de la revista chilena POLITIKA.
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No es tiempo para
jugarretas en Europa
Por Yanis Varoufakis –
Ministro de Finanzas de Grecia – 16 de febrero 2015
Publicado por el New
York Times
ATENAS — Escribo esta
nota al margen de una negociación crucial con los acreedores de mi país, una
negociación cuyos resultados pueden marcar a una generación, e incluso
devenir una inflexión para el experimento Europeo de unión monetaria.
Los teóricos de los
juegos analizan las negociaciones como si se tratase de un juego que consiste
en repartir una torta, con participantes egoístas.
Porque en mi vida previa
pasé muchos años como investigador académico de la teoría de los juegos,
algunos comentaristas se apresuraron a presumir que como nuevo ministro de
Finanzas de Grecia estaba ocupado inventando blufs, estratagemas y opciones
desafiantes, luchando para mejorar una mano débil.
Nada puedes estar más lejos de la verdad.
Si de algo sirvió, mi
experiencia en la teoría de juegos me convenció que sería pura locura pensar
las deliberaciones entre Grecia y nuestros socios como un jueguito de tira y
afloja que hay que ganar o perder mediante blufs y subterfugios tácticos.
Como solía decirle a mis
estudiantes, el problema con la teoría de los juegos es que toma por ciertas
las motivaciones de los jugadores. En el poker o el blackjack esta suposición
no trae problemas. Pero en las deliberaciones en curso entre nuestros socios
europeos y el nuevo gobierno griego, la cuestión consiste en forjar nuevos
motivos. Para elaborar un pensamiento nuevo que trascienda las divisiones
nacionales, que disuelva la distinción acreedor-deudor en favor de una
perspectiva Pan-europea, y ubique el bien europeo común por encima de la politiquería,
dogmas que han probado ser tóxicos si se universalizan, y un esquema de
pensamiento nosotros-versus-ellos.
Como ministro de Finanzas
de una nación pequeña, impositivamente tensa, que no tiene su propio Banco
Central y vista por muchos de nuestros socios como una deudora a problemas,
estoy convencido que tenemos sólo una opción: evitar cualquier tentación de
tratar este momento crucial como un experimento de estrategia y, por el
contrario, presentar honestamente los hechos relativos a la economía social
Griega, presentar nuestras proposiciones para reconstruir Grecia, explicar
por qué eso va en el interés de Europa, y revelar las líneas rojas más allá
de las cuales la lógica y el deber nos impide ir.
La gran diferencia entre
este gobierno y los gobiernos precedentes es doble: estamos determinados a
confrontar los poderosos intereses particulares para relanzar a Grecia y
ganar la confianza de nuestros socios. También estamos decididos a no ser
tratados como una colonia endeudada que debiese sufrir lo que sea. El
principio de la austeridad extrema para la economía más deprimida sería
pintoresco si no causara tanto sufrimiento innecesario.
A menudo me preguntan:
¿Qué pasaría si el único camino para asegurar recursos fuese cruzar sus
líneas rojas y aceptar medidas que Ud. considera ser parte del problema, en
vez de la solución? Fiel al principio de que no tengo derecho a blufear, mi
respuesta es: las líneas que hemos presentado como rojas no serán cruzadas.
De otro modo, serían realmente rojas, sino un puro bluf.
¿Pero si eso le trae más
dolor a su pueblo? me preguntan. Seguramente Ud. debe estar blufeando.
El problema con esta
línea argumental es que presume, de acuerdo a la teoría de los juegos, que
vivimos en una tiranía de consecuencias. Que no hay circunstancias en las que
tenemos que hacer lo que es correcto, no como estrategia, sino simplemente
porque… es lo correcto.
Contra ese cinismo el
nuevo gobierno griego innovará. Debiésemos desistir, cualquiera fuesen las
consecuencias, de acuerdos que son malos para Grecia y un error para Europa.
El jueguito “extienda y pretenda” que comenzó después que la deuda griega
devino impagable en el año 2010 se terminará. No más créditos, no hasta que
tengamos un plan creíble para hacer crecer la economía y poder pagarlos, que
seamos capaces de ayudar a la clase media a levantarse y ocuparnos de la
abominable crisis humanitaria. No más programas de “reformas” que dañan a los
pobres jubilados y a las farmacias familiares mientras dejan intacta la
gigantesca corrupción.
Nuestro gobierno no está
pidiéndole a nuestros socios evitar pagar nuestras deudas. Estamos pidiendo
algunos meses de estabilidad financiera que deben permitirnos iniciar
reformas que el pueblo griego puede hacer suyas y apoyar, para que podamos
traer de regreso el crecimiento y terminar con nuestra incapacidad de pagar
lo que debemos.
Se podría pensar que este
alejamiento de la teoría de los juegos está motivado por alguna agenda de
izquierda radical. No es así. La mayor influencia en esto es la de Emmanuel
Kant, el filósofo alemán que nos enseñó que lo racional y libre escapa al
imperio de la conveniencia haciendo lo que es correcto.
¿Cómo sabemos que nuestra
modesta agenda política, que constituye nuestra línea roja, es correcta en
términos kantianos? Lo sabemos mirando los ojos de los hambrientos en las
calles de nuestras ciudades o contemplando nuestra agotada clase media, o
considerando los intereses de quienes trabajan duro en cada aldea y cada
ciudad europea dentro de nuestra unión monetaria.
Después de todo, Europa
sólo recuperará su alma cuando recupere la confianza del pueblo al poner sus
intereses en el centro de todo.
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