Calidad y diversidad en la jornada inaugural de Pirineos Sur
La dirección artística ha decidido celebrar la conmemoración mirando hacia nuestros territorios. Mostrar la diversidad musical de la península más grande del viejo continente. Tribus Ibéricas es el título de tan singular monográfico. Después de dos décadas de viaje ininterrumpidas por el mundo, mostrando la pluralidad musical de los cinco continentes con la presencia de más de seiscientos artistas, era preciso un viaje interior, con una visión y un recorrido amplios.
“Menos mal que nos queda Portugal” fue el título de un disco muy elogiado en los años ochenta. Del vecino país es el artista elegido para inaugurar esta edición, Rao Kyao. El lisboeta viaja desde lo más tradicional a una psicodelia musicalmente refinada y de paso homenajea al músico luso más importante, José Afonso. Emotiva fue la versión del “Venham más cinco”. Impresionante el tema de apertura “Suite Rafi” donde mostró su maestría con flautas y saxo y festiva la conclusión con “Palo vino d’alegria”. A pesar de ser un desconocido para la mayoría del público, aunque grabara hace años Delirios Ibéricos con Ketama, su concierto fue exquisito, riguroso. El público lo agradeció y reconoció.
Minutos más tarde comenzaron a sonar los acordes de “La rosa de los vientos” tema inicial que abrió el concierto del panameño Rubén Blades. Dentro de un par de días cumplirá sesenta y cuatro años, mostrando que la edad es una buena aliada del talento. Concierto magnífico que deleitó e hizo bailar al numeroso público asistente con una brillantísima orquesta, dirigida por el maestro Roberto Delgado, donde destacaba de manera singular el trombonista Jimmy Bosch. Diez canciones transcurrieron antes de atacar “Pedro Navajas”, la canción que le hizo profundamente popular entre nosotros. Para concluir con el bis “Muévete”. Antes “Decisiones”, “Plantación adentro” o “Cuentas del alma”, que forman parte de la historia de su vida, sus barrios, sus entornos…
Tras la apoteosis de la música en directo, Javimar y DJ Gufi desde los platos de la discoteca étnica, hicieron bailar a todos aquellos que pretendían que la fiesta continuara toda la noche. La primera jornada del Festival ha vuelto a mostrar algunas de sus diversas realidades, pero esencialmente algunas que mejor lo definen: calidad y riesgo artístico.
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