Festivales en Colombia. Diversidad imposible de obviar


En mi anterior visita a Colombia me piden que la próxima coincida con algún festival que no se realice en ninguna de las grandes ciudades del país, para poder visualizar y entender un poco mejor la diversidad y pluralidad musical colombiana.
La llegada se produce pocos días después de las elecciones al Congreso con la sorprendente aparición del Partido Verde, a cuyo frente se encuentran tres ex alcaldes de Bogotá a los que se les denomina con cariño “los tres tenores”; Enrique Peñalosa, Luis Eduardo Garzón y Antanas Mockus –este último la cabeza visible–, que puede comprometer la continuidad del uribismo en las próximas elecciones presidenciales. Oportunidad que se deja entrever tras la reciente alianza de Mockus con el ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo. Ambos son considerados excelentes gestores, próximos a los ciudadanos y honestos, algo que parece poco habitual en la clase dirigente del país, como lo demuestra la larga lista de responsables encausados y condenados por la justicia colombiana en los últimos años. La contienda electoral, la liberación de prisioneros por parte de las FARC, el incremento de la violencia de estos últimos ante la proximidad de los comicios para poner en entredicho la política de “seguridad democrática” del Presidente Uribe, son los temas habituales en casi todas las conversaciones.
Pero Bogotá y Colombia son mucho más que todo eso. En paralelo se inaugura la XII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, considerado como el mejor del mundo. Una de las grandes citas de capitalinas, junto con los festivales musicales Al Parque, que han permitido recuperar la ciudad por las ciudadanas y ciudadanos ocupando calles y plazas, haciendo de la capital uno de los puntos de encuentro cultural imprescindibles de América Latina y del mundo. Un festival que se desarrolla y vive por toda la ciudad y por otras 42 localidades próximas, combinando espacios cerrados con otros al aire libre. El gran desfile inaugural reúne a más de 2.500 artistas que representan a más de 40 compañías, que se inicia en la Plaza de Toros de Santamaría dirigiéndose por Carrera 7ª hasta la Plaza de Bolívar, donde sobresale una marioneta de casi 7 metros de altura de Fanny Mikey. Esta argentina, fundadora del festival en 1988, con su propuesta conquistó y enamoró a la ciudad. Su desaparición no parece haber dejado huérfana la muestra, cuya responsabilidad recae en la actualidad en Ana Martha de Pizarro. El teatro y la fiesta que impulsaron este singular evento siguen estando presentes en una ciudad poblada de visitantes cuyos índices de criminalidad disminuyen durante estos días, según comenta Ana Milena Muñoz de Gaviria en las páginas de El Espectador.
Talleres, seminarios teóricos, clases maestras, coloquios, encuentros con grandes directores y coreógrafos, conferencias…, complementan las actuaciones de 80 compañías internacionales representando a 40 países de los cinco continentes, que realizarán 15 estrenos mundiales, a las que hay que añadir otras 100 compañías colombianas. En total más de 1.000 funciones, 150 de ellas gratuitas, en 22 salas teatrales y en 42 espacios al aire libre. Como invitadas de honor Cataluña y Baleares, que están representadas en la inauguración por Josep Bargalló, responsable del Instituto Ramón Llull, que interviene junto a la directora del festival, la ministra de cultura y el alcalde de la capital, en un remodelado Teatro Jorge Eliécer Gaitán, que abrió de nuevo sus puertas el 19 de marzo. La obra inaugural es una versión en tártaro de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, a cargo del Teatro Acádemico Estatal Tártaro Galiasgar Kamal ubicado en Kazán, capital Tartaristán. Una versión muy especial de la obra del dramaturgo madrileño.
La música tiene un papel destacado. Las más populares, de los más diferentes estilos, en locales por toda la ciudad. Franz Ferdinand protagoniza el concierto más esperado y se une a los grandes artistas internacionales que han visitado o van a visitar la ciudad: Alanis Morisette, REM, Depeche Mode, The Killers, Coldplay, Guns n’Roses o Aerosmith. En la Ciudad Teatro, en Compensar, además de títeres, marionetas para niños y adultos, circo, circuentos, teatro callejero, cuenteros o cuentacuentos, mercado persa, encuentros futbolísticos o de boxeo en plan comedia, exposiciones o espacios para la improvisación y la nostalgia en dos carpas que se simultanean, durante 16 noches; conciertos de música popular, de los más variados estilos con presencia de artistas nacionales e internacionales como Puerto Candelaria, La Revuelta, La Makina del Cáribe, Creole, Petrona Martínez, Charles King, La Mojarra Eléctrica o Alfonso Espriella. Mientras, en el Parque de La 93, La Orquesta Filarmónica de Bogotá, bajo la dirección de Lior Shambadal y la gestión de María Claudia Parias, prosigue con su cita anual por los diferentes parques de la ciudad. Los ganadores del Grammy en el 2008, interpretan fragmentos de obras de Richard Wagner, Franz Liszt y Ludwig Van Beethoven, en esta muestra gratuita seguida con fervor y un impresionante silencio, por cientos de espectadores que no se inmutan ante la amenaza de lluvia.
Todo ello coincide con el Festival Alternativo de Teatro, también fundado y dirigido por otra mujer, Patricia Ariza, que cumple su XVIª Edición con el objetivo de fortalecer las relaciones entre artistas y la creación de nuevos espectadores, contando con el apoyo y financiación de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo). Días antes se celebró otro encuentro musical independiente, el Festival Centro en La Candelaria, el corazón de la ciudad, por donde pasaron artistas como Pernett, Malalma, Doctor Krápula –para mi gusto una de las mejores bandas de rock del país­–, Conector –el nuevo proyecto de Héctor Buitrago de Aterciopelados–, Palenke Soutribe y otros grupos de la escena renovadora latinoamericana como Toy Selectah, La Color, 3 Motherfunkers, Telefunka o Cinfue.
Sin duda la vida cultural bogotana tiene mucho que ver con la gestión institucional de la ciudad. Como bien comentó su alcalde Samuel Moreno, durante la inauguración del Festival de Teatro, sólo se puede entender la misma como parte fundamental para su vertebración y desarrollo. No es extraño que después de ocupar el despacho de la alcaldía mayor, sus responsables opten por participar en primera línea de la política nacional.

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