Festivales en Colombia. Diversidad imposible de obviar (y II)


Cumpliendo el compromiso adquirido viajo a Ibagué para acudir a los últimos días del Festival Nacional de la Música Colombiana cuya apertura tuvo lugar en Bogotá, organizado por la Fundación Musical de Colombia, a cuyo frente se encuentran Doris Morera de Castro y César Zambrano. Conciertos, recitales, serenatas, exposiciones, conferencias, reuniones de trabajo, talleres… se celebran durante diez días por diferentes espacios de la capital de Tolima, la mayoría de ellos de libre acceso.

Llama la atención el concurso de duetos, algo inédito entre otros, donde participan 24 formaciones provenientes de todo el país. El certamen es un homenaje a Darío Garzón y Eduardo Collazos autores de temas como “Te juré mi amor”, “El vaquero”, “El pescador”, “El boga”… que en los años 40 y 50 se consagraron como los artistas más conocidos de la región. El éxito del dúo extendió esta manera de interpretar, siendo los tolimenses los mayores representantes del género, contribuyendo con ello a una mayor difusión de las músicas andinas.

En el parque de la ciudad se encuentra la Concha Acústica, lugar donde se celebra el concierto central y los homenajes a los compositores Luis Uribe Bueno, Álvaro Córdoba Farfán, Francisco Zumaque y Jorge Velosa. Un sol de justicia no impide que desde la sobremesa el recinto esté abarrotado de un público que disfruta con las actuaciones de La Banda de Músicos de la Sexta Brigada, Lluvia y Rocío, Trapiche Molé, Vivir Cantando, José y Josué, Diapasón, Renacer, Bambú, entre otros artistas.

El momento más esperado es la actuación de Jorge Velosa y los Carrangueros de Ráquira. Los primeros acordes ponen en pie al público que no deja de jalear y bailar los temas de un artista singular que entusiasma a un público muy diverso. Velosa, junto con otros compañeros de la Universidad de Bogotá, comenzó a interesarse por las músicas tradicionales a finales de los sesenta a raíz de los movimientos culturales surgidos a la estela del Mayo Francés. Los Carrangueros de Ráquira o Jorge Velosa y los Hermanos Torres, son algunos de los nombres de sus diferentes agrupaciones. Creador de un género musical propio, la carrangera, hoy es parte esencial del patrimonio musical colombiano.

Canciones irónicas, sentidas, golfas, coplas…, rumbas, bambucos, torbellinos… interpretadas por tiple, guitarra, requinto, armónica y guacharaca, unidos en un espectáculo vibrante donde también tiene cabida el rap con instrumentos tradicionales, temas infantiles, comentarios sobre la actualidad o el reconocimiento hacía las culturas minoritarias. “La cucharita”, “La pirinola”, “Julia, Julia, Julia” o “El amor es una vaina”, son los temas más conocidos del primer artista colombiano que actuó en el Madison Square Garden de Nueva York en 1981, aunque estuvieron a punto de no lograrlo por los problemas surgidos en la aduana y no ser recogidos por la limusina habilitada por la organización para el traslado de los participantes, al entender su conductor, que por sus indumentarias, ropas campesinas del interior del país, no podrían corresponder a artistas que iban a participar en tan ilustre recinto. El concierto fue una “engosadera” permanente, que concluyó al grito unánime de “se lució Jorge se lució” y una tromba de agua que retrasó la actuación de la artista cubana Raquel Zozaya, que repasó los temas más populares de la isla de la música.

Para entender las músicas populares es ineludible poder escucharlas en múltiples contextos, pero imprescindible hacerlo en los lugares donde surgen y se desarrollan. Festivales como el de Ibagué y otros similares, son esenciales para conocerlas desde la raíz. Nuevamente Colombia vuelve a sorprender por su diversidad y pluralidad cultural y la escasa difusión que se realiza de la misma, pero los silencios son cada vez menores ante una realidad difícil de obviar.

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