Música colombiana: una realidad desconocida (III)
Expertos musicales locales señalan que en todos los municipios del país se ha celebrado algún festival o fiesta con identidad. Muchos de ellos desarrollados en el marco del programa “caravanas turísticas”, considerado por algún escritor como “surrealista”, ya que se trataba de viajes organizados en vehículos particulares por el interior del país, protegidos por soldados y helicópteros, con la pretensión de mostrar la seguridad en los desplazamientos por carretera, hasta entonces controlada por alguna de las guerrillas, los paramilitares y grupos étnicos que intentaban alejar de sus territorios a ambos.
Para comprender, concretar y facilitar mejor un panorama musical tan dispar y complejo, se han elaborado diversos mapas musicales tanto geográficos como de géneros y estilos. Vallenato y cumbia son los más conocidos, pero se puede hablar de más de cincuenta estilos con identidad, incluidos calipso y reggae habituales en las islas de San Andrés y Providencia.
Músicas tradicionales y actuales, étnicas y contemporáneas, electrónica y tribales parecen convivir de manera harmónica. Hace quince años se puso en marcha el festival con más repercusión de América Latina: Rock al Parque. La primera edición tuvo lugar del 26 al 29 de mayo de 1995 y contó con los valencianos Seguridad Social como invitados. Como bien indica María Claudia Parias, ex colaboradora de la edición colombiana de Cambio 16 y directora general de la Orquesta Filarmónica de Bogotá –organismo responsable de la organización–, “es una apuesta política y cultural por el reconocimiento de las culturas urbanas y de los procesos de identidad de jóvenes y artistas de Bogotá”. Eran tiempos donde la violencia era evidente en cada lugar del país y en la capital. Guerrillas, paramilitares y narcos son dueños de las ciudades y por lo tanto de sus calles. La llegada a la alcaldía de Antanas Mockus supone un cambio inusual, una nueva visión de la gestión institucional, de proximidad a la ciudadanía, apostando para ello por una pedagogía novedosa, reduciendo en un 40% los homicidios en la capital, desarrollando presupuestos participativos, incrementando de manera significativa la inversión pública y con ello una mayor calidad en educación, salud e infraestructuras. Medidas como “la hora zanahoria”, franja horaria en la que se establecen las limitaciones para la venta de alcohol, la contratación de mimos para que los conductores respetasen las normas de circulación, el fomento del ahorro voluntario de agua, o un impuesto voluntario destinado a fines sociales, fueron algunas de aquellas “medidas didácticas” que marcaron una gestión no exenta de polémica, pero que le permitió volver a la alcaldía años más tarde (2001-2004). Actualmente forma parte de “Visionarios por Colombia” un lugar que promueve una pedagogía distinta de la acción política intentando su transformación. Muchos creen que se presentará a las elecciones presidenciales del próximo año como cabeza de lista de los Verdes. Apuesta poco viable dadas las circunstancias políticas de un país donde la regeneración y renovación institucional no parecen ser prioritarias.
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