Nuevo número de Cuadernos para el Diálogo

Ya ha salido el último número de Cuadernos para el Diálogo cuyo eje central es "Socialismo para ricos, capitalismo para pobres".

Incluye mi artículo sobre "Mohamed Chucri y Tanger" que reproduzco a continuación:

Recordando al escritor marroquí en el quinto aniversario de su muerte

Hacía años que no visitaba Tánger, la última fue para preparar la banda sonora de la película Kasbah de Mariano Barroso. La relación familiar que me une a ella y la proximidad geográfica la convirtieron en el primer territorio de África que pisé hace más de veinticinco años. Este verano volvimos a recorrer el norte del país; Xauen, Tetuán y la ciudad que, según la leyenda, fundó Anteo, hijo de Neptuno, aunque parece más cierto que fueran los fenicios y que la denominación, Tangis, correspondió a los cartaginenses. Parte de la culpa del viaje la tuvieron Yolanda que acababa de venir del Alegría Festival, Javier de Cambra, siempre curioseando sobre Randy Weston y sus gnawa que me comenta que Chukri es de las tres personas que mejor hablaban y se expresaban en castellano o Abdelkader Chaoui animándonos a ver los cambios que, desde la llegada de Mohamed VI, se estaban produciendo en la zona. Impresionan las obras del nuevo puerto Tanger-Med que constituirá todo un desafío al comercio portuario español de la cercana Algeciras.

Una de las primeras cosas que hice fue visitar la Librería des Colonnes del Bulevard Pasteur, que durante años regentaron Isabelle e Yvonne Gerofi y dirigió la valenciana Rachel Muyal, cerca del café Claridge. Punto de encuentro y dinamización cultural imprescindible, en ella trabajó Ángel Vázquez autor de La vida perra de Juanita Narboni, una de las mejores novelas en castellano del franquismo junto a Tiempo de Silencio o El Jarama, que no ha contando con el reconocimiento debido. Llevada al cine, en una versión muy personal, por Javier Aguirre y más recientemente por Farida Benlyazid, no sé si las mismas se han podido ver en los cines América, Mauritania, Capitol, Kursal, París… a los que acudían con asiduidad los personajes y el autor. Vázquez falleció en una humilde pensión, en el número 98, de la madrileña calle Atocha, sin apenas reconocimiento, después de quemar los originales de sus dos últimas obras. Compré varios libros y el catálogo El escritor y su ciudad, publicación oficial de la exposición Mohamed Chukri y Tánger que se pudo visitar en el Instituto Cervantes hasta septiembre. Nunca estuve en una institución española en el exterior excepto el Cervantes de Casablanca para visitar al amigo Elarbi El Harti, pero no dudé en acudir a la muestra. Quería ver en imágenes lo que Chukri y otros vivieron y que no había encontrado en visitas anteriores.

La muestra recorre el mundo del escritor de la mano de Rachid Ouettassi y Rachid Taferssiti, dos enamorados de la ciudad. Manifestación fotográfica donde se observa al escritor trabajando, en su apartamento, descansando, con los niños de Darna... y una selección de sus amigos: Paul Bowles, Tahar Ben Jelloun, Juan Goytisolo, Mohamed Mrabet, Larbi Yacoubi, Daniel Rondeau, Mohamed Fquih Regragui, Farida Benlyazid y la mencionada Rachel Muyal. Paisajes, plazas, calles, playas, cementerios, un niño cuidando la tumba de Jean Genet, el Zoco Chico, Marshan, cafés como el de París, el más famoso de la ciudad. El Hafa que al atardecer se llena de jóvenes soñando un mundo mejor observando las luces de Tarifa o Algeciras tan próximas y que parece puedan abrazarse. El de Los Navegantes al lado del Hotel Continental, refugio de vividores y artistas durante décadas. El Negrero, La Poste, El Minzah o el Ritz, donde pasó buenos momentos acompañado de su amiga más fiel: la bebida.

Leí El pan desnudo en 1992. Me impresionó su crudeza y sordidez, que Chukri fuera analfabeto hasta los 21 años, y que su primer cuento no se publicara en su país sino en una revista libanesa. Nació en 1935 en Qabila Beni Chikr, pequeña aldea del Rif, en tiempos del Protectorado Español. Una infancia marcada por la ocupación y por un Tánger internacional donde se daban cita todo tipo de personajes y buscavidas, en el que sólo los marroquíes colaboracionistas tenían acceso a los lugares de los extranjeros; forasteros que desconocían la sociedad marroquí y para los que el mundo giraba sobre sí mismos y sus fiestas.

Chukri fue maltratado por su padre, que no dudó en asfixiar a su hermano un día que no dejaba de llorar. Su odio hacia su primogénito y la miseria le obligan a huir. Se busca la vida en prostíbulos. Huye de policía y pedófilos durmiendo en cementerios. Roba o vende periódicos y productos de contrabando, limpiabotas, chapero, guía ocasional. Su afán por formarse le conduce a Larache donde realiza sus primeros estudios, acabando de profesor y convirtiéndose en escritor. Todo se refleja en su corta e intensa obra, la mayoría autobiográfica o muy cercana a su entorno.

El pan desnudo muestra unos ambientes que no se habían reflejado en la literatura árabe de manera tan explícita. Rompe tópicos, dogmatismos, prejuicios y tabúes. Traducida a varios idiomas y prohibida en Marruecos por orden expresa del Ministro del Interior, el todopoderoso Driss Basri, por considerarla pornográfica y mal ejemplo para la juventud. En el año 2000 se levantó el veto. Jomeini le condenó a muerte y en varios países se prohíbe por la presión de las jerarquías religiosas. La censura de sus textos le obliga a dejar de publicar durante más de una década. Tiempo de errores y Rostros, amores y maldiciones completan la trilogía basada en su vida, aunque realmente sólo El pan desnudo se puede considerar autobiográfica al cien por cien. Literatura muy dura de la que crea callo, conmueve y sorprende, como el relato de un hombre que hace una felación a su anciano padre para que éste no tenga que buscar ninguna mujer que haga peligrar su herencia. En el 2004 el director argelino Rachid Benhadj llevó al cine su primera novela.

El 15 de noviembre se cumplen cinco años de su muerte en el hospital militar de Rabat donde dicen fue trasladado por deseo de Mohamed VI, víctima de un cáncer, y de sus correrías, juergas, bebidas desenfrenadas y el majoun. Al entierro en el cementerio de Marshan asistieron el Ministro de Cultura y altos funcionarios del gobierno y del Palacio Real. Al estar casado –como decía– sólo con la literatura, creó una fundación que posee los derechos y manuscritos. Dejó una pensión vitalicia a Fathia, que se encargó de sus labores domésticas durante años. Sus amigos españoles le han dedicado páginas con mucho cariño, respeto y reconocimiento. Antes de concluir este texto me acerqué a las dos librerías más importantes de Madrid, en ninguna de ellas hay un sólo ejemplar de Chukri. Un escritor que nos ha permitido conocer mejor su ciudad, convirtiéndola en más mítica todavía, bastante alejada de aquella imagen que dieron de ella William Burroughs, Jack Kerouac, Allen Ginsberg y otros, donde solo drogas, diversiones, sexo fácil sin distención y alcohol parecían dar vida a la urbe, mostrando una supuesta modernidad más que discutible. Su literatura ayuda a superar la visión turística, recuperando una ciudad que todavía no se visualiza en toda su amplitud.

En este viaje descubrí, también en la librería del Bulevard Pasteur, El velo desnudo de la tangerina Badia Hadj Nasser otra obra alejada de los parámetros habituales de la literatura árabe. Tendré que leer, lo antes posible, El almuerzo desnudo de William Burroughs para entender completamente la importancia de la desnudez literaria, casi toda ella relacionada.

Tánger que durante años acogió a grandes creadores españoles escasamente reconocidos, como el mencionado Ángel Vázquez, Emilio Sanz de Soto, Ángel Fuentes, Eduardo Haro Ibars, Nicolás Muller, Antonio Fuentes… pero es otro tema para un escrito posterior. Cuando la ciudad es capaz de opacar a todos por algo será. Un hechizo que hay que encontrar en cada parada y leyendo a personas como Mohamed Chukry.

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