Womex (II)

La profesión conoce, y en privado denuncia, lo que ocurre. Pero nadie se atreve a plantar cara como se hizo en el año 2000 con la celebración del Strictly Mundial en Zaragoza. Los motivos varios. Un cierto amiguismo de los más favorecidos que intentan evitar perder sus privilegios, la desunión existente y el medio a pronunciarse en contra de las actuaciones institucionales por temor a represalias. A ello hay que añadir un cansancio de nuestros profesionales más veteranos, curtidos ya en muchas batallas, sin que emerjan nuevas incorporaciones que den aire nuevo, empuje y una cierta transformación al sector.
Renovación muy complicada si observamos lo que ocurre en el resto de Europa, donde aquellos emprendedores de la world music a los que todos admirábamos, se han anquilosado, en el mejor de los casos, y/o están al borde de la jubilación, posiblemente más mental que física. Trayendo consigo un conservadurismo musical latente, un aburguesamiento innegable y un fomento del amiguismo evidente. Sólo hace falta echar un vistazo a los últimos números de las revistas especializadas europeas donde aparecen casi los mismos artistas que lo hacían hace más de una década. Si así está la profesión poco se puede pedir a las instituciones, que en algunos lugares gozan de mucha mejor salud.
Pero en el Womex también han habido actuaciones, aunque pocas, muy dignas y excelentes, como la protagonizada por los colombianos de La-33, la china Liu Fang o el hondureño Aurelio Martínez. Lo que viene a demostrar otra vez que el dinero estará en el norte pero la creación es sureña. También se han dado pasos para la creación de una asociación de promotores de festivales y los múltiples contactos y reuniones ayudarán a profundizar y desarrollar el trabajo de muchos profesionales que logran mantener a pesar de todo, y de todos, la vigencia de las músicas del mundo.
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