Womex (II)
La responsabilidad de que todo esto ocurra es muy extensa. En primer lugar las instituciones que permiten estas prácticas y las subvencionan. En la edición de este año además del Ayuntamiento sevillano y la Junta de Andalucía figura como patrocinador la Xunta de Galicia, apeándose del proyecto el Ministerio de Cultura. A todo ello hay que añadir el importante desembolso de las empresas españolas que han sufragado un buen número de stands y de páginas de publicidad en la guía oficial. A pesar de este esfuerzo los organizadores sólo han seleccionado a un artista español, Tomás De Perrate, propuesto por una empresa que no está instalada en ninguno de los territorios de las instituciones patrocinadoras, sino en Aragón. El resto de los artistas nacionales participantes han sido impuestos por los patrocinadores. Todo ello ha traído consigo que De Perrate sea el único artista nacional incluido en el disco oficial del Womex. No sólo se desprecia la calidad de nuestros artistas, lo mismo se puede decir de nuestros profesionales de los medios, sólo una persona de nuestro país ha sido invitada a participar en los diversos debates planteados. Nadie ha valorado que nuestros festivales son de los mejores de Europa, los que menos han padecido la crisis de asistencia, que algunos de los más importantes artistas internacionales han surgido y se han desarrollado desde empresas españolas y, según los últimos datos conocidos, las grabaciones vendidas entre nosotros de las llamadas músicas del mundo, suponen el 21% de la cuota total de ventas discográficas de nuestro mercado.
La profesión conoce, y en privado denuncia, lo que ocurre. Pero nadie se atreve a plantar cara como se hizo en el año 2000 con la celebración del Strictly Mundial en Zaragoza. Los motivos varios. Un cierto amiguismo de los más favorecidos que intentan evitar perder sus privilegios, la desunión existente y el medio a pronunciarse en contra de las actuaciones institucionales por temor a represalias. A ello hay que añadir un cansancio de nuestros profesionales más veteranos, curtidos ya en muchas batallas, sin que emerjan nuevas incorporaciones que den aire nuevo, empuje y una cierta transformación al sector.
Renovación muy complicada si observamos lo que ocurre en el resto de Europa, donde aquellos emprendedores de la world music a los que todos admirábamos, se han anquilosado, en el mejor de los casos, y/o están al borde de la jubilación, posiblemente más mental que física. Trayendo consigo un conservadurismo musical latente, un aburguesamiento innegable y un fomento del amiguismo evidente. Sólo hace falta echar un vistazo a los últimos números de las revistas especializadas europeas donde aparecen casi los mismos artistas que lo hacían hace más de una década. Si así está la profesión poco se puede pedir a las instituciones, que en algunos lugares gozan de mucha mejor salud.
Pero en el Womex también han habido actuaciones, aunque pocas, muy dignas y excelentes, como la protagonizada por los colombianos de La-33, la china Liu Fang o el hondureño Aurelio Martínez. Lo que viene a demostrar otra vez que el dinero estará en el norte pero la creación es sureña. También se han dado pasos para la creación de una asociación de promotores de festivales y los múltiples contactos y reuniones ayudarán a profundizar y desarrollar el trabajo de muchos profesionales que logran mantener a pesar de todo, y de todos, la vigencia de las músicas del mundo.
La profesión conoce, y en privado denuncia, lo que ocurre. Pero nadie se atreve a plantar cara como se hizo en el año 2000 con la celebración del Strictly Mundial en Zaragoza. Los motivos varios. Un cierto amiguismo de los más favorecidos que intentan evitar perder sus privilegios, la desunión existente y el medio a pronunciarse en contra de las actuaciones institucionales por temor a represalias. A ello hay que añadir un cansancio de nuestros profesionales más veteranos, curtidos ya en muchas batallas, sin que emerjan nuevas incorporaciones que den aire nuevo, empuje y una cierta transformación al sector.
Renovación muy complicada si observamos lo que ocurre en el resto de Europa, donde aquellos emprendedores de la world music a los que todos admirábamos, se han anquilosado, en el mejor de los casos, y/o están al borde de la jubilación, posiblemente más mental que física. Trayendo consigo un conservadurismo musical latente, un aburguesamiento innegable y un fomento del amiguismo evidente. Sólo hace falta echar un vistazo a los últimos números de las revistas especializadas europeas donde aparecen casi los mismos artistas que lo hacían hace más de una década. Si así está la profesión poco se puede pedir a las instituciones, que en algunos lugares gozan de mucha mejor salud.
Pero en el Womex también han habido actuaciones, aunque pocas, muy dignas y excelentes, como la protagonizada por los colombianos de La-33, la china Liu Fang o el hondureño Aurelio Martínez. Lo que viene a demostrar otra vez que el dinero estará en el norte pero la creación es sureña. También se han dado pasos para la creación de una asociación de promotores de festivales y los múltiples contactos y reuniones ayudarán a profundizar y desarrollar el trabajo de muchos profesionales que logran mantener a pesar de todo, y de todos, la vigencia de las músicas del mundo.
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