Para bailar hay que ir a Lanuza
Si no eres capaz de dejarte seducir por una noche de verano, de cielo estrellado reflejado en las aguas de un pantano sobre el que flota un escenario donde reina sensibilidad y diversidad musical, es que desconoces la magia envolvente de Pirineos Sur. Cada noche es única y especial, la de ayer no iba a ser menos, se llamaba Dakar, pero podría haberse denominado La Habana, Huesca…
Abrió la velada “La mirada del otro/Le regard de l’autre” propuesta producida por el propio festival en colaboración con el Festival Banlieu Rythme de Dakar. Por los caminos urbanos del hip-hop y de la world music, una conexión sin precedentes de músicos, raperos y dj’s de Aragón y Dakar, que empezaron a elaborar este proyecto hace tres meses en territorio africano, donde se pudo ver por primera vez esta singular propuesta, enmarcada en los programas de Cooperación Cultural Internacional desarrollados por el Festival en colaboración con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Propuesta musical dirigida por Manou Gallo, desde Senegal y Juanjo Javierre desde la contraparte oscense. Completan la peculiar banda Carlos Morid (batería), Djamil Thiam (tama), Fada Freddy “Daara J” (guitarra y voz), Ramón Día (visuales), DJ Grime, Dr Loncho y Ndongo “Daara J”, Hadjy, Moustik, Jah Karamba, Ceptik, Omar el Barkaoui y Djamil Thiam (voces).
El resultado, un derroche de talento, energía, buena onda y el entendimiento universal a través del lenguaje musical entre los músicos y el numeroso público que disfrutaba con canciones, sin parar de bailar y disfrutar. Como colofón algunos de los temas del próximo disco de Dr Loncho y DJ Grime. Una buena apertura en un concierto que se pudo seguir en toda España y todo el mundo, a través de las ondas de Radio 3 y por Internet.
Eran cerca de las doce cuando apareció en escena la majestuosa Orquesta Baobab. Es una de las más grandes bandas musicales, no sólo africana, sino de todo el mundo. La gran banda de salón que amenizó durante años las mejores veladas de Dakar. Un concierto delicioso que puso a bailar a todos los asistentes, que tuvieron la oportunidad de participar en una de esas noches imprescindibles que todos los años se producen durante el festival, y donde también tuvimos la oportunidad de ver y escuchar a Cheik Lô capitaneando la formación, una ocasión única y difícil de imaginar en otros lares y que tuvo su colofón con la aparición de los integrantes de Daara J, que se unieron a tan tumultuosa y brillante agrupación.
El reloj no marcaba el tiempo, ni las horas, para deleite de todos, en la mejor tradición de las grandes bing bands mundiales, como las cubanas y africanas, que se trasladaron por una noche a Lanuza, convirtiendo el auditórium en un gran salón de baile al estilo de los existentes, en el pasado siglo, en Cuba y Senegal o el de las grandes sesiones nocturnas en el Casino de Huesca.
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