En Pirineos Sur se habla wolof



Prometía la última noche de Pirineos Sur y no defraudó para nada. Si la anterior convirtió a Lanuza en una gran sala de ritmos africanos con sabor latino, la del sábado prometía funk y soul a partes iguales. La rueda de prensa de por la tarde, con la participación de Pee Wee Ellis y Cheikh Lô, había mostrado pistas por donde iba a transcurrir la velada.


A las diez en punto de la noche el presentador da paso a Angelique Kidjo, una de las grandes damas de la música. Nominada a varios Grammy sabe combinar a la perfección ritmos actuales con toda una serie de influencias y referencias africanas donde impera la diversidad. Es por ello que su estilo musical es complicado de definir y mucho más de encasillar. Su potencia de voz y la puesta en escena encandiló a una audiencia que empezaba a poblar las gradas del auditórium. Catorce temas donde mostró los motivos de su gran reconocimiento internacional que la han llevado a contar entre sus colaboradores a nombres ilustres como Peter Gabriel, Alicia Keys o Carlos Santana, y a contar con productores como Marlon Klein (Dissidenten) cuando formaba parte de Pili Pili, o Steve Berlin (Los Lobos).

Fue su segunda actuación en el Festival tras la realizada en 1995 como integrante del proyecto “Wakafrica”.

Acababa su actuación y Radio 3, la emisora musical de RNE, comenzaba a emitir para que en toda España, a través de las ondas y el resto del mundo por Internet, pudieran disfrutar de la última propuesta musical de la XVII edición de Pirineos Sur.


James Brown forma parte de las referencias musicales imprescindibles del siglo XX. Como Elvis, The Beatles, Sex Pistols y Bob Dylan. Cada uno de ellos abrió caminos y puertas que han constituido y determinado todas las propuestas de las músicas populares actuales. Brown encandiló a África desde su célebre presentación en Kinshasa en junio de 1972. La música del continente no ha sido desde entonces la misma. Los sonidos eléctricos se convirtieron en habituales, así como la fusión de ritmos y géneros.

"Still black, still proud” es el nombre elegido para la singular propuesta. Capitaneada por el saxofonista Pee Wee Ellis, que formó durante años parte de la banda de Brown y también de las de Van Morrison y Maceo Parker, el desarrollo artístico del concierto fue en ascenso durante toda la noche. Las voces de Lizzie Deane y Fred Ross eran el soporte ideal a unos magníficos arreglos musicales y tuvo su cenit con el regreso al escenario de Angelique Kidjo y de Cheikh Lô, que la noche anterior y para sorpresa de todos los asistentes, se había sumado al elenco de la Orquesta Baobab en compañía de algunos de los miembros de Daara J. Un colofón perfecto que hizo bailar a las más de cuatro mil quinientas personas que llenaban el recinto.

Pirineos Sur echaba el cierre como lo inició, homenajeando a uno los grandes de la música popular. Entre medias propuestas basadas en la calidad, atrevimiento e innovación, algo que sólo se permiten aquellos que creen en lo que hacen. Los responsables y organizadores del Festival lo tienen más que claro, por eso cada año es un encuentro de mayor referencia en toda Europa y poco a poco en África y otros lugares.

Su espacio se agranda cuando en vez de mirar al otro, mira con el otro. Miradas comunes, recíprocas, de igualdad. Contemporaneidades diversas observadas con lealtad y respeto, aproximando mundos donde la diversidad es la mayor riqueza y la consonancia la característica a seguir. Decía Cheikh Lô en la última rueda de prensa “los africanos hemos aprendido a hablar en inglés y francés para que los europeos nos comprendan ¿Cuándo harán esfuerzos éstos para hablar en wolof y así poder entendernos realmente a nosotros?”. Más claro no se puede decir. Algunos no quieren entenderlo, perdiéndose con ello realidades que van más allá de las lingüísticas. Este no es el caso del Festival, porque en Pirineos Sur sí se habla wolof.

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