Ruina económica y carácter residual de los medios españoles
La semana pasada un nuevo medio de comunicación echaba el cierre, La Voz de Asturias, con casi noventa años de presencia con los lectores del Principado. Público, ADN y Negocio cerraron hace pocos meses. El Mundo anuncia el despido de 150 trabajadores que podría producirse en junio. Las ediciones digitales de León y Galicia han cerrado recientemente. Según informaba el digital www.media-tics.com/noticia.asp?ref=1709, las pérdidas de la filial española que edita el diario dirigido por Pedro J. Ramírez fueron de 330 millones el año pasado. La misma fuente informa que el Grupo Intereconomía perdió 23 millones durante ese tiempo. Ediciones Zeta, editora de El Periódico, Tiempo e Interviú, tiene que realizar recortes anuales cercanos a los 500 mil euros. Prisa logra un mínimo histórico en Bolsa durante la última Semana Santa, con unas deudas estimadas en torno a los 4.000 millones de euros y unas pérdidas de 451 millones el año pasado. Según El Economista el grupo Vocento –ABC, Punto Radio, TDT, Diario Qué–, perdió 53,4 millones en el mismo periodo.
Medidas tomadas por el gobierno de Mariano Rajoy suponen el derribo y el fin de la independencia de RTVE. El partido del Gobierno no perdona la cobertura sobre los múltiples casos de corrupción difundidos por la televisión pública. Los ataques sufridos por la periodista Ana Pastor por parte de algún dirigente del PP, evidencia el poco interés por la pluralidad del medio pagado por todos los contribuyentes.
La más que posible privatización de las televisiones autonómicas, la consolidación de un duopolio formado por Antena 3TV-La Sexta por un lado y Cuatro TV–Tele 5 por otro y los cambios, ventas y alquileres de determinados canales de la TDT configuran un panorama escasamente plural donde la calidad es casi siempre la excepción.
Crisis y descenso de publicidad son solo una parte de la situación actual. La mayoría de los medios no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Las ediciones digitales son muy similares a las de papel, con escasa participación de los lectores y la imposibilidad de que éstos puedan ejercer de periodistas ciudadanos. Casi todos los medios apuestan por las mismas noticias y los mismos protagonistas durante días. Visiones en las formas muy distintas, pero en el fondo con muchas semejanzas como se ha puesto de manifiesto en los últimos días con temas como los de Repsol en Argentina o la cacería real. Nada que los diferencie, identifique y cree valor.
La televisión no ha entendido las posibilidades que supone la implicación y participación en la Red generando ingresos a través de tarifas planas, que permitan la visión de películas de estreno, anticipos de series, conciertos en directo, descargas de contenidos de todo tipo…
La interactuación en redes sociales queda reducida a la subida de noticias y a comentar determinadas aportaciones de los participantes, casi siempre obviando las más críticas, un papel exclusivamente difusor y no una herramienta que contribuya a la elaboración de contenidos. Los cambios digitales pueden calificarse como más de lo mismo.
Twitter es la red de comunicación esencial por excelencia. En nuestro país hay entre cuatro y medio y cinco millones de inscritos en esta red social, de los más de doscientos millones que lo hacen en todo el mundo. Solo tres medios superan el millón de followers (seguidores); MTV, Muy Interesante y El País. Llama la atención en el ranking del Top 100 de medios españoles, que un blog como Applesfera tenga más seguidores que RTVE, La Vanguardia o la Cadena Ser. Que otro blog, Microsiervos, supere holgadamente a ABC, Agencia Efe o La Razón; Rebelión, un medio de información alternativa, tiene tan solo cien seguidores menos que El País Semanal, que una publicación alternativa como Diagonal esté por encima de Onda Cero, Canal+ o Interviú, o que Periodismo Humano supere a La 1 y La 2 de TVE y a RNE.
Mucho de lo que acontece a los grandes medios tiene que ver con los intereses que hay detrás de cada uno de ellos. Consejos de administración que son los verdaderos responsables de las directrices de los mismos. Intereses ideológicos y económicos para mantener estatus, beneficios y privilegios sustentados en otras actividades bancarias, construcción, seguros... Posiciones ideológicas sesgadas, desconocimiento de las transformaciones que se han producido y desinterés por apuestas innovadoras convertirán en residuales nuestros medios a nivel mundial, condenándolos a su muerte vital. Solo es preciso mirar a The Guardian o The New York Times para saber que los grandes también pueden transformarse cuando hay voluntad e interés en hacerlo y sacando beneficio de ello.
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