Ley Sinde: Pensar en clave de país, agua y red.

Buena se ha armado otra vez esta semana con la llamada Ley Sinde, como podemos leer entre otros, en los siguientes enlaces;

http://blogs.elpais.com/trending-topics

http://www.merodeando.com/2011/01/21-otro-intento-mas-de-manipulacion-y-van, http://ht.ly/3IACF, http://ciberderechos.barrapunto.com/article.pl?sid=11/01/21/2315222&from=rss, http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/internet/un-parrafo-en-una-propuesta-alternativa-a-la-ley-sinde-desata-la-preocupacion-de-los-internautas

Mientras, las presiones al gobierno español desde Estados Unidos se incrementan para sacar adelante la mencionada norma:

http://ecodiario.eleconomista.es/internet/noticias/2763698/01/11/EEUU-presiona-para-que-la-ley-Sinde-incluya-sanciones-penales-a-quienes-descarguen.html

http://www.bloginformatica.net/2011/01/23/ee-uu-sigue-presionando-a-espana-para-sacar-adelante-la-ley-sinde

Lo que más sorprende es el interés generalizado de asociar Internet con las descargas y enlaces ilegales, y eso es quizás lo de menos trascendencia e importancia.

El viernes asistí a la “Jornada Héroes de Social Media” donde pude escuchar experiencias auténticamente innovadoras para crear riqueza, no solo económica, aprovechando las posibilidades de La Red. Emprendedores, activistas, autónomos… incluso alguna relacionada con la calidad de vida de los enfermos, donde el intercambio de experiencias permite el contraste de información entre pacientes de la misma enfermedad y que los facultativos conozcan mucho mejor la realidad de cada uno imposible de percibir en las breves visitas, una o dos veces al mes en el mejor de los casos.

La acción política se está modificando, solo hay que mirar la blogosfera y los cambios acaecidos en Túnez. La información que hemos podido conocer de primera mano sobre lo acaecido en los procesos electorales en Haití o Costa de Marfil es solo una parte de la que discurre diariamente. Por no hablar del conocimiento, formación continua y el reciclaje permanente al que tenemos acceso.

Reducir el debate sobre Internet a las descargas y enlaces “ilegales” es reducirlo al interés geoestratégico de monopolizar y controlar la información y la libre circulación del conocimiento. Algo similar a lo realizado por las empresas farmacéuticas que siempre han primado el beneficio económico al bienestar colectivo.

Si el problema fueran las descargas se enfocaría de otra manera. Por ejemplo apoyando, difundiendo y subvencionando a las empresas de descargar legales, facilitando el acceso a las mismas y con ello abaratando los precios con tarifas planas para todos. A lo mejor bastaba con la subvención de “Mentiras y gordas” o con una partida presupuestaria extraordinaria de apoyo a la difusión de nuestras industrias culturales, no las de EE UU o Japón. Pero es posible que no se haga ya que nadie parece pretender renunciar a una parte de lo recibido, aunque eso signifique beneficiar a la mayoría enemistándose, quizás, con los poderosos señores que controlan todos los resortes del entretenimiento.

Si realmente se quiere apoyar nuestra cultura y la europea, espero que la latinoamericana también, a que se espera para digitalizar y poner al servicio de todos los archivos de la filmoteca nacional, y del resto de las filmotecas de la UE, teniendo acceso a películas y documentos que solo podemos ver en la actualidad gracias a la acción de personas que no les importa poner a disposición de los demás sus archivos particulares, de forma desinteresada, que seguramente les costó su dinero adquirir. Gracias a ellos también podemos tener acceso a miles de películas descatalogadas que de vez en cuando nos apetece ver y a las que en ocasiones tenemos que visualizar para poder desarrollar mejor nuestras labores profesionales.

Lo mismo ocurre con la música. Es de sobra conocido que el mayor porcentaje de la grabada nunca ha estado en las estanterías de las tiendas ¿Por qué un ministerio como el de cultura no ha creado ningún mecanismo o herramienta para que todo ese patrimonio cultural propio pueda conocerse y no solo lo que es más comercial? ¿Por qué el ministerio no hace lo que hacen una buena parte de los ciudadanos comprometiéndose a extender el conocimiento, la diversidad y no solo lo que es comercial, en la mayoría de las ocasiones rentable? ¿Para qué sirve que de cada libro o disco editado cinco ejemplares vayan a los archivos del Estado, si este luego no pone al servicio de los ciudadanos todo ese patrimonio cultural? ¿Cuándo estará digitalizada y tendremos acceso a los fondos de la Biblioteca Nacional?

Si eso se hiciera creceríamos como país. Conocer y difundir nuestra diversidad cultural sabiendo que el apoyo de la misma es uno de los grandes restos de este siglo, al mismo nivel que el apoyo a la biodiversidad, un pensamiento no es mío, se lo he tomado prestado a Jeremy Rifkin, el mismo que asesoraba a ZP antes de que este lo jubilara por asesores del FMI.

En vez de criminalizar a los que se descargan “ilegalmente”, pongan las bases para que no lo hagan. Apoyen la creación de puestos de trabajo facilitando las tecnologías necesarias para crear una industria del ocio en Internet propia, desarrollando programas y herramientas que permitan el acceso de todos a la cultura y al ocio sin perjudicar a nadie. Olvidemos de una vez que “inventen ellos” para crear nosotros poniendo las bases para ello.

Para lograrlo es necesaria la voluntad política de hacerlo, primando en primer lugar el desarrollo y extensión de la banda óptica ancha a todos los lugares donde sea posible, obligando a las empresas de telecomunicaciones a invertir en ello, garantizando que La Red llegue a todos los rincones del país con calidad, rapidez y a precios de la media de los países de la UE.

Una vez logrado lo anterior, hagamos que funcione como el suministro del agua. Agua potable, y Red, accesible para todos. A continuación, en vista de las posibilidades e intereses de cada uno, acceso al agua mineral y a Internet como cada uno quiera y/o pueda. Streaming para todos y descargas según la realidad de cada cual poniendo las bases para que las barreras tecnológicas sean las mínimas.

Pensemos en clave de país y no en la que las industrias del ocio desean. Al no hacerlo estamos apoyando intereses que no son los que se dicen defender.

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