Alegría de vivir
Escribo esta nota en al avión camino de Cartagena de Indias donde mañana, día 3, comienza el II Mercado Cultural del Caribe. No sé cuándo podré subirla pero las casi doce horas de vuelo, con cambio de avión en Bogotá, permiten ver películas, escuchar música, leer y más leer y a ratos escribir. Aprovecharé para contar el regreso a la Sala Caracol.
Hacía más de un año que no acudíamos a una sala que durante mucho tiempo fue de asistencia obligada casi todas las semanas, a veces en más de una ocasión. En ella organizamos muchos conciertos; Vieja Trova Santiaguera, Omara Portuondo, Hijas del Sol, Paquita la del Barrio, Totó la Momposina, Gitanos de Rajastán… y pudimos ver por primera vez a Chavela Vargas, Cesaria Evora, Compay Segundo, Todos Tus Muertos, Candido Fabré, Familia Varela Miranda, Orquesta Aragón… Durante un año estuvimos programando, todos los jueves, conciertos para Johnnie Walker, una programación totalmente ajena al festival denominado como la marca de whisky escocesa. No puedo dejar de recordar aquel cumpleaños que celebré allí junto con Fernando Iñiguez de El País, Reinado Creag y Eliades Ochoa. La fiesta “más cancerígena”, todos somos nativos cáncer, donde actuaron Vieja Trova, Eliades y algunos más, entre ellos Maurilio de Miguel de El Mundo que se atrevió a hacer dúo con Ochoa cantando la “Guantanamera”, ante la incredulidad de su compañera Rosa Tristán que entraba en ese mismo momento-
Junto a la Sala Suristán fue el punto de promoción y desarrollo de las llamadas músicas del mundo en Madrid y por añadidura en nuestro país. La presencia de los medios más influyentes en la capital hacia de ambas salas citas obligadas por donde pasaban casi todos los artistas que querían abrirse el camino entre nosotros y tratar de saltar a Europa.
El cansancio, las autoridades y otras razones de gestión cultural y empresarial dieron al traste con aquellas iniciativas. Después de muchos problemas la Caracol ha salido adelante con una programación muy diversa, donde priman el rock, el pop y los grupos más noveles. Con mejores condiciones técnicas para los artistas y de comodidad para el público es parte de la historia musical, y cultural, de la ciudad siendo penosa la poca consideración que las autoridades municipales han tenido con ella. En vez de apoyar este tipo de iniciativas alguna personalidad con mucho poder en nuestra comunidad estuvo implicada en el acoso y derribo padecido por la sala, quizás alguien algún día se atreva a relatarlo.
El motivo de la visita, la fiesta de XX Aniversario de CUCO, ONG que realiza múltiples actividades en América Latina y África. Irene una de sus responsables acude, junto a su pareja, a muchos de nuestras actividades y era justo corresponder por nuestra parte.
Había más motivos, uno de ellos volver a ver a Sandra que actualmente vive en Sudáfrica. Fui su monitor hace ya unos cuantos años, nos habíamos perdido la pista y nos volvimos a encontrar en Facebook. Una muy grata sorpresa que se acrecentó al comprobar que la diferencia de edad no es un obstáculo para segur contrastando todo tipo de vivencias. Aquella adolescente que siempre estaba expectante ante todo lo novedoso, sigue trasmitiendo fuerza y energía, su rostro revela “alegría de vivir”, que entonaba Ray Heredia. El reencuentro hace valorar más a las personas que siguen adelante a pesar de trances e incertidumbres. Un gustazo compartir este tipo de momentos que nada tienen que ver con la nostalgia sino sencillamente, con la vida.
Sin vanagloriar a las redes sociales es evidente que nos sirven para encajes positivos y negativos. Volver a relacionarse con antiguos compañeros y/o amigos es una de sus funciones más importante, quizás la que permite una regresión para aproximarnos a nuestros hijos siendo conscientes que nunca seremos capaces de sacarlas el rendimiento que ellos alcanzan. Los adolescentes están transformando la comunicación, una evolución continua que nos alejará más de ellos si no somos capaces de entender que desde muy jóvenes están contribuyendo a cambiar nuestros hábitos, no nos queda más remedios para no quedar relegados, aportando conocimientos basados en la sociedad-maquina donde su tratamiento humano es un valor significativo. Lo saben de sobra, con conocimiento de causa. Deberíamos esforzarnos para comprender dicha aportación. Su corta edad les permite actuar con cierta inocencia y complejidad canalizando energías, vidas, rebeldías e indisciplinas. Aportan más de lo que creemos. Podemos ser sus cómplices o verdugos. Estamos en tiempos de tempestades y huracanes consecuencia de la incapacidad, insolidaridad y voracidad adulta. Hemos creado el caos, solo nos resta ser verdugos de los que nos entendemos queriendo imponer un modelo de vida incapaz y voraz que impide que la alegría de vivir sea real y para todos.
Hacía más de un año que no acudíamos a una sala que durante mucho tiempo fue de asistencia obligada casi todas las semanas, a veces en más de una ocasión. En ella organizamos muchos conciertos; Vieja Trova Santiaguera, Omara Portuondo, Hijas del Sol, Paquita la del Barrio, Totó la Momposina, Gitanos de Rajastán… y pudimos ver por primera vez a Chavela Vargas, Cesaria Evora, Compay Segundo, Todos Tus Muertos, Candido Fabré, Familia Varela Miranda, Orquesta Aragón… Durante un año estuvimos programando, todos los jueves, conciertos para Johnnie Walker, una programación totalmente ajena al festival denominado como la marca de whisky escocesa. No puedo dejar de recordar aquel cumpleaños que celebré allí junto con Fernando Iñiguez de El País, Reinado Creag y Eliades Ochoa. La fiesta “más cancerígena”, todos somos nativos cáncer, donde actuaron Vieja Trova, Eliades y algunos más, entre ellos Maurilio de Miguel de El Mundo que se atrevió a hacer dúo con Ochoa cantando la “Guantanamera”, ante la incredulidad de su compañera Rosa Tristán que entraba en ese mismo momento-
Junto a la Sala Suristán fue el punto de promoción y desarrollo de las llamadas músicas del mundo en Madrid y por añadidura en nuestro país. La presencia de los medios más influyentes en la capital hacia de ambas salas citas obligadas por donde pasaban casi todos los artistas que querían abrirse el camino entre nosotros y tratar de saltar a Europa.
El cansancio, las autoridades y otras razones de gestión cultural y empresarial dieron al traste con aquellas iniciativas. Después de muchos problemas la Caracol ha salido adelante con una programación muy diversa, donde priman el rock, el pop y los grupos más noveles. Con mejores condiciones técnicas para los artistas y de comodidad para el público es parte de la historia musical, y cultural, de la ciudad siendo penosa la poca consideración que las autoridades municipales han tenido con ella. En vez de apoyar este tipo de iniciativas alguna personalidad con mucho poder en nuestra comunidad estuvo implicada en el acoso y derribo padecido por la sala, quizás alguien algún día se atreva a relatarlo.
El motivo de la visita, la fiesta de XX Aniversario de CUCO, ONG que realiza múltiples actividades en América Latina y África. Irene una de sus responsables acude, junto a su pareja, a muchos de nuestras actividades y era justo corresponder por nuestra parte.
Había más motivos, uno de ellos volver a ver a Sandra que actualmente vive en Sudáfrica. Fui su monitor hace ya unos cuantos años, nos habíamos perdido la pista y nos volvimos a encontrar en Facebook. Una muy grata sorpresa que se acrecentó al comprobar que la diferencia de edad no es un obstáculo para segur contrastando todo tipo de vivencias. Aquella adolescente que siempre estaba expectante ante todo lo novedoso, sigue trasmitiendo fuerza y energía, su rostro revela “alegría de vivir”, que entonaba Ray Heredia. El reencuentro hace valorar más a las personas que siguen adelante a pesar de trances e incertidumbres. Un gustazo compartir este tipo de momentos que nada tienen que ver con la nostalgia sino sencillamente, con la vida.
Sin vanagloriar a las redes sociales es evidente que nos sirven para encajes positivos y negativos. Volver a relacionarse con antiguos compañeros y/o amigos es una de sus funciones más importante, quizás la que permite una regresión para aproximarnos a nuestros hijos siendo conscientes que nunca seremos capaces de sacarlas el rendimiento que ellos alcanzan. Los adolescentes están transformando la comunicación, una evolución continua que nos alejará más de ellos si no somos capaces de entender que desde muy jóvenes están contribuyendo a cambiar nuestros hábitos, no nos queda más remedios para no quedar relegados, aportando conocimientos basados en la sociedad-maquina donde su tratamiento humano es un valor significativo. Lo saben de sobra, con conocimiento de causa. Deberíamos esforzarnos para comprender dicha aportación. Su corta edad les permite actuar con cierta inocencia y complejidad canalizando energías, vidas, rebeldías e indisciplinas. Aportan más de lo que creemos. Podemos ser sus cómplices o verdugos. Estamos en tiempos de tempestades y huracanes consecuencia de la incapacidad, insolidaridad y voracidad adulta. Hemos creado el caos, solo nos resta ser verdugos de los que nos entendemos queriendo imponer un modelo de vida incapaz y voraz que impide que la alegría de vivir sea real y para todos.
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