Próxima estación: Opera
Parece mentira lo cerca que está todo, aunque nos cueste entenderlo y creerlo.
Ayer estábamos a las 20 horas tomando un café en un bar de El Cairo y a las 4 de la madrugada durmiendo en Madrid. Casi cuatro mil kilómetros que parecen muchos pero que no lo son. La ciudad impresiona con tantos coches y cerca de 18 millones de habitantes, casi seis veces que la capital española, sin apenas semáforos y un ruido que puede sacar de sus casillas al más templado.
La excusa del viaje, acompañar a “Casser le Mur /Romper el muro” el proyecto musical hispano-marroquí que se presentaba en el marco de la XI Edición del SOS Festival, el encuentro musical independiente más importante del país, que parece tener los días contados. El nulo apoyo institucional y el cambio en la dirección del sponsor, Vodafone, parece ser que provocaran su desaparición.
Yolanda me comunicó que viajamos el día antes, al día siguiente del concierto en Madrid. Hicham y Oum, dos de los artistas marroquíes, insistieron tanto que sucumbimos a viajar. Quizás lo más decepcionante fueron las pirámides o alguien le pone remedio o se convertirá en un parque temático o algo parecido. El estar rodeadas de casas urbanas por todos los lugares menos por uno les hace perder el encanto, misterio y la magia de un espacio tan singular y único que, creo, nos hechizó a todos en la infancia.
La ciudad tiene otros muchos encantos para descubrir andando, entre los que se incluye el Zoco viejo, donde me compré un bastón de ébano que me ayudó en el tránsito por unas calles convertidas en un competición de obstáculos de todo tipo. Espero que solo lo tenga que utilizar para este tipo de motivos y no para otros más complejos.
Ver anochecer paseando por la orillas del Nilo, donde música, amantes, diversión, comida, ruido… la convierten en un mosaico de colores, sabores y estruendo que diferencian esta ciudad de otras. Por último no podíamos dejar de hacer un pequeño recorrido en Metro. El Cairo es la única ciudad africana en contar con este medio de transporte, así que una vasca, que presume de tener uno de los metros más bonitos del mundo y un madrileño, apasionado del ferrocarril y, por tanto, del metropolitano nos embarcamos en un pequeño recorrido en la estación de Opera, que casualidad que se llamará igual que una de la más transitadas de la red madrileña.
Sobre el festival y los conciertos los comentaré en otro momento.
Ayer estábamos a las 20 horas tomando un café en un bar de El Cairo y a las 4 de la madrugada durmiendo en Madrid. Casi cuatro mil kilómetros que parecen muchos pero que no lo son. La ciudad impresiona con tantos coches y cerca de 18 millones de habitantes, casi seis veces que la capital española, sin apenas semáforos y un ruido que puede sacar de sus casillas al más templado.
La excusa del viaje, acompañar a “Casser le Mur /Romper el muro” el proyecto musical hispano-marroquí que se presentaba en el marco de la XI Edición del SOS Festival, el encuentro musical independiente más importante del país, que parece tener los días contados. El nulo apoyo institucional y el cambio en la dirección del sponsor, Vodafone, parece ser que provocaran su desaparición.
Yolanda me comunicó que viajamos el día antes, al día siguiente del concierto en Madrid. Hicham y Oum, dos de los artistas marroquíes, insistieron tanto que sucumbimos a viajar. Quizás lo más decepcionante fueron las pirámides o alguien le pone remedio o se convertirá en un parque temático o algo parecido. El estar rodeadas de casas urbanas por todos los lugares menos por uno les hace perder el encanto, misterio y la magia de un espacio tan singular y único que, creo, nos hechizó a todos en la infancia.
La ciudad tiene otros muchos encantos para descubrir andando, entre los que se incluye el Zoco viejo, donde me compré un bastón de ébano que me ayudó en el tránsito por unas calles convertidas en un competición de obstáculos de todo tipo. Espero que solo lo tenga que utilizar para este tipo de motivos y no para otros más complejos.
Ver anochecer paseando por la orillas del Nilo, donde música, amantes, diversión, comida, ruido… la convierten en un mosaico de colores, sabores y estruendo que diferencian esta ciudad de otras. Por último no podíamos dejar de hacer un pequeño recorrido en Metro. El Cairo es la única ciudad africana en contar con este medio de transporte, así que una vasca, que presume de tener uno de los metros más bonitos del mundo y un madrileño, apasionado del ferrocarril y, por tanto, del metropolitano nos embarcamos en un pequeño recorrido en la estación de Opera, que casualidad que se llamará igual que una de la más transitadas de la red madrileña.
Sobre el festival y los conciertos los comentaré en otro momento.
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