2010: un buen pretexto para redescubrirnos

Finalizó la temporada musical con división de opiniones, cada uno juzga según le va, pero parece contrastado que las actividades relacionadas con las músicas más convencionales, han sido las peor paradas en tiempos en que cultura –y música– son de las primeras en ver reducir inversiones y programaciones.

La burbuja musical que parecía iba a suplir a la inmobiliaria ha caído sin apenas despegar. La pretensión de algunos de enriquecerse con el menor esfuerzo, y en el periodo más breve, se ha cobrado algunos cadáveres por el camino, ello servirá para racionalizar y equilibrar el sector.

El año 2010 parece que en las mal llamadas músicas del mundo, tendrá como protagonista a América Latina. La excusa, el Bicentenario de la Independencia de alguno de los países del nuevo continente. Una vuelta hacia territorios olvidados por los intereses de la industria cultural, mayoritariamente en manos de capital japonés o norteamericano, que sólo difunden aquellas músicas de fácil comercialización, es decir, las más cercanas a la música pop interpretadas en inglés, idioma en el que se expresan y piensan la mayoría de los directivos que deciden en dichas industrias.

Es una buena oportunidad de evidenciar la diversidad musical y cultural existente, y aproximarse a realidades bastantes ignoradas más allá de las propuestas habituales de ocio y entretenimiento. El castellano está a punto de ser la lengua más hablada del mundo, después del chino, y lo que para unos es un hándicap para nosotros debe ser una oportunidad que nos aproxime a una diversidad musical tan amplia, que convierte a la mayoría de los países de América Latina en un continente musical en sí mismo.

Acercándonos nos percataremos de que las etiquetas usadas en nuestro entorno para la clasificación de las músicas populares no tienen sentido. El vallenato es el vallenato, el son el son, la bomba, el porro… son músicas con tanta identidad que nadie con la más mínima visión, se atrevería a encasillarlas en un departamento compacto donde incluir a Julio Iglesias, a los indios del Amazonas, Totó la Momposina o Violeta Parra. Una muestra más de que lo comercial prima sobre cualquier otra lógica sin percatarse que puede compaginarse con calidad, objetividad, diversidad y rentabilidad.

Mostrar la música popular de América Latina en su contexto real no debe ser lo único que debe primar. El encuentro debe acompañarse de un redescubrimiento por ambas partes. Tenemos que ver y entender realidades diferentes, plurales y heterogéneas en su contexto, para valorarlas y apreciarlas. Nos importa el día a día, las libertades individuales y colectivas, la diversidad cultural; lo que ocurre y padecen también forma parte de nosotros.

Nos interesan mucho más esas realidades que las cuentas de resultados de las grandes multinacionales españolas, que durante años han sabido sacar ventajas de los diferentes gobernantes.

La música debe ser un pretexto para todo ello y entre las primeras intenciones romper el apagón informativo existente. El trato mediático desigual con el que se trata a unos países y gobernantes y a otros, motivado por intereses económicos que quieren ejercer sin ningún control, y con las mínimas responsabilidades. A las dificultades planetarias hay que sumar las surgidas por los intentos de independencia real que determinados dirigentes quieren emprender en su quehacer político. Han elegido un camino muy peliagudo que cuenta con la oposición de la mayoría de los medios occidentales, que no dudan en manipular hasta límites insospechados sus quehaceres. La cultura debe ayudar a tener una visión real, objetiva y crítica del acontecer diario, y evidenciar lo que ocurre con rigor evitando manipulaciones.

Nos corresponde apoyar y difundir obras y pensamientos secuestrados por las industrias culturales que sólo se atreven con lo que es rentable económicamente. En campos como la gestión cultural, la sociología, la educación y el trabajo social es más que evidente la nula atención que prestamos a conocimientos, propuestas y evaluaciones. Nuestro eurocentrismo impide conocer y compartir experiencias que nos enriquecerían a todos y afrontar los cambios con más nociones y realidades.

El 2010 debe ser una manera de redescubrirse en común. No puede ser un proyecto de mercadotecnia sin contenido que sólo nos vuelva a mostrar lo que ya todos conocemos. No será nada fácil pero debemos intentar que no se vuelva a convertir en un nuevo desencuentro.

Tenemos la oportunidad añadida de trazar un puente entre continentes. Nuestra proximidad con África permite la posibilidad de crear nuevos caminos culturales entre los tres continentes, pero esa reflexión la expondré en otro texto.

Comentarios

Entradas populares