¿Estás entre -que no con- nosotros o contra nosotros?

Columna de opinión aparecida en el número 2.154 de la revista Cambio 16 de 27 de mayo.
La crisis promueve debates de todo signo y sentido. La cultura no es ajena a ellos. No tanto en el del papel del arte y de los artistas, que también, sino en el de la manera de afrontar la gestión. Incapaces de asumir que aún recuperándonos de la situación actual, que ya veremos si se produce, nada va a ser como antes. Anclarse en planteamientos, propuestas e iniciativas que de alguna manera funcionaron en tiempos de bonanza, es no asumir el cambio presente.
Creadores y gestores parecen tener miedo a lo que se avecina. Lo observamos en foros, se evidencia en escritos y creaciones, se manifiesta en el quehacer cotidiano sin asumir que formamos parte del engranaje legitimador del sistema. La circulación de la creación como objetivo principal al servicio de un mercado clasista y elitista y la cultura mainstream, son sólo una parte entrelazada de la sociedad de consumo donde el creador se exhibe desde un tabernáculo peculiar y el espectador tiene reservado un papel exclusivamente pasivo. 
En enero de 1963 Alexander Trocchi afirmaba “el golpeo del mundo debe ser cultural en el más amplio sentido” para añadir “la revuelta cultural debe tomar las redes de expresión y los generadores del espíritu”. Los parámetros vigentes no parecen estar por la labor. La gestión de los recursos centra la mayoría de los debates, pero no debemos perder la esperanza.
Uno de los festivales más prestigiosos de arte, tecnología y sociedad del mundo, Ars Electronica, ha concedido el premio Golden Nica en el apartado “Digital Communities” a El Campo de Cebada[1], espacio cogestionado por vecinos y vecinas del barrio madrileño de La Latina. Cuando el Gobierno de ZP desarrolló el Plan Ñ, el ayuntamiento dirigido por Alberto Ruiz Gallardón recibió alrededor de un millón de euros que destinó a derribar el único polideportivo existente en el distrito Centro de la capital. La crisis se agudizó dejando sin presupuesto la construcción del equipamiento derruido. Desde hace tres años el espacio convertido en un solar vacío, ha acogido cientos de actividades gestionadas directamente por vecinos y vecinas, autoconstruyendo las instalaciones y gestionando su propio huerto urbano.
La asamblea semanal es el ágora de este singular experimento que prima la horizontalidad, la diversidad y la pluralidad. Presencia física y virtual creando, transformando y alterando permanentemente. Gestión y creación con un único papel: trabajo común, colaboración y responsabilidad compartida. Quizás los nuevos retos a conseguir sean la autosuficiencia económica del espacio y la creación de  procesos y mecanismos para que actores, creadores y colectivos puedan recibir una asignación por su labor. La cultura libre e independiente presente en el desarrollo de El Campo, no quiere decir que sea sinónimo de gratuita, trampa utilizada siempre por los enemigos de la misma. Todos tenemos derecho a recibir un salario por nuestro trabajo, los trabajadores culturales también.
A escasos metros del Campo se ha celebrado el Encuentro de la Edición Independiente, donde han participado editoriales independientes de toda Europa. El lugar elegido no es casual; una de las doce librerías existentes en el barrio.
Lo normal es que la clase política no perciba las transformaciones que se están engendrando. Lo preocupante es que la mayoría de las personas que tienen que ver con la cultura, gestores y creadores, no admitan que los espectadores son cada día menos figurantes y más actores, modificándose todas las formas de intervención, participación y creación.
Una nueva arquitectura cultural está en marcha abriendo múltiples posibilidades. Debemos impedir su paralización, promoviendo la dinamización. La frase “estás entre nosotros o contra nosotros” recobra en estos momentos todo su significado.

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