Souad Massi y Bebe muestran la voz de las mujeres del Sur
Firmas invitadas: Josefina Maestre (Directora del programa Reserva
Natural – RNE) y Rosa M. Tristán (“El Blog y la Tierra” de
la Fundación Félix Rodríguez de la
Fuente).
Fotografía: Jacques Valat.
La noche dedicada a las “Mujeres
del Sur” en el festival organizado por la Diputación Provincial de
Huesca, tuvo dos protagonistas jóvenes, con estilos diferentes y creativos, que
pusieron de manifiesto que la música a ambos lados del Estrecho tiende puentes
que son necesarios. La argelina Souad Massi y la
extremeña Bebe lograron alejar los nubarrones,
convocando a un millar y medio de personas en el Auditorio Natural Lanuza, que desafiaron rayos y truenos para no
perderse el concierto.
La voz cálida y potente de la
argelina llenó la noche del viernes de sensibilidad y talento en el escenario
flotante la penúltima noche del Festival.
Acompañada de guitarra, batería, bajo y percusión fue desgranando temas de sus
cuatro discos, desde el Raoui (Cuentacuentos), con el que
inició su carrera en Europa en 2001,
hasta su último O Houria. Poco a poco fue haciéndose con el público que
lentamente iba llegando al auditorio, a medida que los ecos de la fuerte
tormenta caída dos horas antes en la zona se alejaba del Valle de Tena. Massi intercaló canciones de suave folk como “Samira
Meskina”, con otras de más ritmos roqueros, con las que inició su
carrera en su país cuando tenía poco más de 17 años. Su compromiso político y
social le puso serias dificultades para continuar con su trayectoria, lo que la
obligó a exiliarse a París, donde no
tardó en hacerse un hueco.
Con una mezcla de sonidos de pop,
rock y letras en árabe-andalusí, bereber y francés, llenó la noche de historias
de amor y de paz, de cuentos prohibidos, de historias de mujeres en un país
donde aún tienen muchas batallas pendientes para ser libres. Es de las ocasiones
en las que se echan de menos los ‘subtítulos’. Destacar también el solo del
percusionista Rabah
Khalfa, que con su darbuka puso la nota más árabe, ofreciendo un
canto tradicional argelino. También se echaron de menos más bises, seguro que
para más de uno su actuación fue un gran descubrimiento.
“Sin el amor no somos nadie”
podía ser el título general del temario interpretado por Bebe. Así lo expresó espontáneamente la extremeña y
así quedó volcado a través de sus temas: desde los más suaves a los más
movidos; los de letras más intimistas, trabajadas y emocionalmente descriptivas
y los de estribillos más simplistas y repetitivos. Con su doble voz también:
dulce y rasgada, a veces, fuerte y estridente, otras. Dualidades todas, en
fondo y forma, que acogieron con ganas los asistentes, ensalzando el
espectacular emplazamiento, el contacto con el paisaje y la especial cercanía
con la luna y las estrellas.
Salió envuelta en trenca y
capucha para interpretar “Busco-me”, una apariencia fría y
estática para un auditorio que tenía ganas de moverse, entrar en calor y
quitarse la sensación de humedad que dejó la tormenta de la tarde. Enseguida
comenzó a dar “alegría” al repertorio: tras “Me fui” y “Con
mis manos”, llegó “K.i.e.r.e.m.e.”,
“No me acostumbro” o “La bicha”.
Acompañada de bajo, guitarra, percusión y batería (todos camisa blanca y
corbata negra) tuvo momentos especiales. Así se mostraba sensual y descarada
tumbada sobre un alfombra; intensamente emotiva acompañada solo con un teclado,
o como dulce diosa engarzada por un septeto de focos rosáceos tipo persiana,
que dieron un acompañamiento meloso, como de algodón, al tema “Revolvió”.
Y en eso llegó Muchachito
y su guitarra, o habría que decir mejor que entró la guitarra de
Muchachito: la sorpresa de la noche, acompañando a la extremeña en los últimos
momentos del concierto. Y aquí, sí, el público bailó y saltó…
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