El Sur encontrado
Firma invitada: Iñaki Zarata.
Comentarista musical de El Diario Vasco.
Fotografía: Jacques Valat.
Adiós al XXI Festival Pirineos Sur, que durante 16 días de julio ha
navegado, río Gállego abajo, “en
busca del Sur” desde el norte peninsular, en el Alto Aragón del Valle de
Tena. La despedida se celebró este sábado en el escenario flotante del
embalse de Lanuza, mirando
directamente al Sur con dos bonitas
fiestas musicales: la entente aragonesa-marroquí Alquibla y el catalán Muchachito Bombo
Infierno, más la última juerga DJ con Panoja y Harrypradas.
Si la huella mora se percibe
elegante en el mudejarismo aragonés y otras influencias, más difícil es dar con
ella en las músicas populares de este entrañable país. El inquieto programa que
lleva más de 20 años proclamándose Sur desde
uno de los territorios más norteños de Iberia,
colabora con Marruecos y Senegal en proyectos mixtos. Este año,
se presentó en la despedida el espectáculo Alquibla,
nombre en su día del barrio medieval árabe de Huesca y referencia a la
dirección geográfica que apunta hacia La
Meca.
El maestro guitarrista Manuel Santiago
Madrid, natural de Málaga
y residente en Huesca, con alto
bagaje creativo a sus espaldas, encabezó la reunión con flamencos oscenses
salidos de grupos locales como Willy Jiménez & Chanela y Lizana, más tres
invitados árabes, dentro de la colaboración con el festival L’Boulevard de Casablanca. Habían
estrenado el ‘jumelage’ en Marruecos y lo ofrecieron en Lanuza desafiando el fresquillo
pirenaico de la noche. El ‘gemío’
aragonés-marroquí pareció emocionantemente ensamblado y la mezcla mestiza de
guitarras-bajo o batería-percusión dibujó un bonito recital de ocho piezas más
bis, bajo el título de ‘Turbante y Sombrero’. Con alegrías,
tanguillos, reggae-garrotín, hermoso recuerdo a Camarón o las gnawa-bulerías ‘Hadiya’.
El caliente recital resumió el espíritu de Pirineos
Sur por promocionar músicas no preeminentes junto a artistas consagrados.
Reivindicando en los hechos el Sur
mestizo, como lo había hecho el propio Santiago el año pasado con la fusión flamenco-jota
Aramenco.
Y mediterráneamente juerguista
fue la traca final ante un público disfrutonamente bailón, con Jairo Perea Viedma,
alias Muchachito,
que se trajo hasta el pantano un festivo grupo de vientos para apoyar sus
rumbas y cantos con sabor sureño. Con su colega Santos de Verac elaborando en escena
un cuadro del embalse durante el recital. Muchachito había ya saltado al tablado el viernes,
en la última canción de la extremeña Bebe, y
ofreció al mediodía del sábado una primicia en familia de sus jolgorios en una
carpa de Sallent
enfocada al público infantil.
Porque, además de los conciertos
grandes (este año Juan Perro, Julieta Venegas, Manu Chao –que consiguió el milagro
de hacer subir a unas 6.000 personas hasta este escarpado rincón aragonés–, Emir Kusturika
o Amadou &
Mariam), el festival es lugar de encuentro de artistas de menor
nombre comercial y de un amplio espectro de otras propuestas lúdico-culturales.
Es además una colorista cita (que este año ha atraído a unos 25.000 en
conciertos y un total de 53.000 visitantes) para el plural gentío que se acerca
al Festival de las Culturas y que ha
abarrotado los ‘mercados del mundo’ (el “alma del festival” según sus
responsables), llenado campings, furgonetas y establecimientos hosteleros de la
zona y hollado los senderos que serpentean hasta los picos que coronan el Alto Gállego. Es una reconfortante
sensación para tiempos que nos quieren vender como grises toparse con el
tentador paisaje natural y cultural de este Sur en lo más alto del norte
ibérico.
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