Música multicultural por la cooperación en Madrid: y las instituciones municipales, en su línea (II)

Pero no quedaba aquí la cosa, porque terminado el segundo pase subieron a escena los Aterciopelados, que con la colombiana Andrea Echeverri al frente, con la voz y la guitarra, hicieron el fin de fiestas (o casi), con un público de lo más variopinto pero, predominantemente, del país sudamericano, que corearon las piezas que pudo interpretar. Personalmente su estilo no encaja en mi música, pero muchas de las letras son especialmente combativas y la propia intérprete no deja de hacer referencias a los problemas de su país, en defensa de las mujeres y contra Uribe. En un momento dado, alguien se pone a gritar desde segunda fila de la valla una serie de vivas al corrupto presidente Uribe y la gente se queda paralizada y sorprendida (el que escribe también, cómo no). Ella mira fijamente hacia el lugar de las voces y dice con sorna “¡Ah, que estabas haciendo un chiste…!”, le dedica un epíteto al susodicho politicón y continúa con su programa.

Casi al final aparece en el escenario un consagrado, como es Miguel Ríos, que canta con ella una pieza y al terminar grita varias veces exigiendo el “¡0’7%, pero ya!, no dentro de unos años, sino ¡ya!”, en referencia al PIB de todos los países desarrollados para ayuda a la cooperación con el tercer mundo.

Y ella, como decía, continúa con su programa hasta que le avisan que hay que terminar, porque de lo contrario la policía municipal lo terminará. Así que, en mitad de la última canción, ella opta por cortar y decir lo que hay. El espectáculo que sigue a esto no lo voy a tratar al detalle, pero es bochornoso ver a dos agentes municipales tratando por todos los medios de conseguir el pasaporte de la artista. Con agrias maneras y torpes “haceres”, la cosa se alargaría casi una hora más, mientras la gente se había ido marchando tranquilamente a sus casas: por mucho empeño que se ponga, lo de Pozuelo no es una cosa de cada día y, en el casi total desconocimiento de lo ocurrido allí, puedo asegurar que la gente aquí estaba por motivos bien diversos.

hay que destacar que el Ayuntamiento de Madrid ponía su sello en el evento (ignoro cuál fue su otra colaboración), pese a su propia prohibición de seguir más allá de las once de la noche, pese a que las verbenas meramente lúdicas se alargan hasta altas horas de la madrugada con sus músicas vanas y sus tómbolas, especialmente, en Las Vistillas. No sé todavía si se trata de soliviantar a la gente para poder reprimirla, de enfrentarse a todo aquello que no sean iniciativas carentes de contenido, o mantener una soterrada pelea contra todos los que no sean peperos del ayuntamiento, pero el espectáculo fue despreciable y me recordó cosas vividas hace ya muchos años. Si alguien quería desatar furias ciudadanas se tuvo que quedar con dos palmos de narices, porque la gente demostró estar por encima de las burdas heroicidades y del “mirusté, yo tengo que cumplir con mi deber”, que parece que da derecho a pisotear cualquier logro. Yo desconfiaba estos días de que quedase algo de educación en la ciudadanía, pero aún queda bastante y, con todo el respeto, acabaron por ignorar a las dos (2) autoridades competentes: esa era toda la representación municipal que acudió al homenaje a los cooperantes: la porra y el logotipo. Creo que la calle vuelve a ser suya de él.

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