El Atlas de la música de Natacha y nuevos aires con The Mazeeka Ensemble


Artículo y fotografías de Julio Castro publicado el martes 15 de septiembre en:
www.larepublicacultural.es/article2023.html

En Natacha Atlas, el propio nombre sugiere un concepto de globalidad en esta artista, que se traslada a sus orígenes, a su forma de comprender y de ejecutar la música. Ahí está su origen belga de nacimiento, los orígenes británicos de una madre convertida al Islam, y de un padre nacido en Egipto, criado en Palestina y emigrado a Europa que, pese a ser de creencia islámica, cuenta con un abuelo judío.

Toda esta mezcla debe producir un tremendo cóctel en la infancia, que no puede salir por otro lado que no sea el de una expresión plural y diversa a la hora de manifestarla.

Este año, como en anteriores ocasiones, los conciertos de las Noches de Ramadán han tenido su cuota de participación para la mujer que, pese a contar sólo con una de las tres actuaciones, ha supuesto el plato fuerte del festival, no sólo por tratarse de la actuación del sábado, sino por ser la que generó más expectación entre el público.

Así, el recinto estaba ya a rebosar desde bastante antes del comienzo y a pocos minutos de su inicio, asomarse al escenario (aún apagado) era crear un tremendo murmullo entre la gente que, impaciente, aguardaba la aparición de los músicos.

En esta ocasión la artista acudía a la cita con el escenario acompañada de un gran equipo, por lo que se demostraría en el concierto, que bajo el título de The Mazeeka Ensemble, incluye piano, percusión, violín, bajo y teclados, y que acompañaron a la cantante durante toda su actuación. Quisiera destacar a alguien del grupo, pero es complicado, porque si el violín y la pianista me parecieron magníficos, el resto de componentes no se quedaron atrás.

El concierto sería una muestra de esa diversidad que ha alcanzado esta artista, de manera que, además de algunas de las piezas más comerciales, y más difundidas en las cadenas musicales televisivas del mundo árabe (y del europeo), trajo otros trabajos, pero especialmente me atraerían los arreglos musicales de piezas antiguas que, al igual que en el caso de otros músicos de su talla, han derivado hacia el mundo del jazz que, espero, sea su siguiente definición de estilo. No pude evitar por menos que pensar en otros músicos mediterráneos como el ahora ya retirado Lluís Llach, que hace años igualmente se fue acercando con algunas de sus composiciones más antiguas y también en nuevos trabajos, a ese mundo que convierte lo colectivo en algo mucho más intimista.

El efecto fue muy claro, la danza de Natacha y del público dio paso a la expectación, y se podían ver caras maravilladas antes que extrañadas, por este nuevo estilo que imprime la cantante a su música. Por supuesto, el concierto acabaría en la gran ovación de los asistentes que tan sólo pudieron disfrutar de un único bis por la hora de finalización que cumplió con las doce campanadas, como marcaba la autoridad municipal.

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