Un levantamiento de libro (III). Material inflamable

“Nos quema entre las manos", aclaran los editores de "Llamamiento y otros fogonazos" en el prólogo para referirse a un texto crítico y radical que en sus orígenes no estuvo pensado para que se vinculara con los canales comerciales de la edición de libros. De ese pequeño libro marrón, que apareció en 2003 en París, se lanzaron varios miles de ejemplares.

Como buen manifiesto, llama a un levantamiento de almas: "Frente a la evidencia de la catástrofe, están los que se indignan y los que toman nota, los que denuncian y los que se organizan. Estamos del lado de los que se organizan", escriben los autores en la primera página del llamamiento. Como "La insurrección que viene", quiere pasar a la acción, porque "se nos enseñó tan bien, que todas las palabras faltan cuando queremos gritar".

No escatima en vehemencia polémica al asegurar que la situación es tan catastrófica, que "la urgencia de la situación nos libera de toda consideración de legalidad o de legitimidad". También: "La perspectiva de formar bandas no nos espanta; la de ser tomados por una mafia más bien nos divierte". Más: "Por un lado, queremos vivir el comunismo. Por el otro, queremos propagar la anarquía".

La invitación de este libelo a "quienes escuchen" es a "acabar de una vez por todas con el pasado" para provocar que suceda algo nuevo.

Pero la palabra también aparece como arma arrojadiza para luchar contra la injusticia. Martín Estrada (Nueva York, 1957) es la viva imagen del otro EEUU. La crítica le ha calificado como el Neruda de los poetas norteamericanos o el autor latino por excelencia de su generación. Y lo cierto es que pocos poetas estadounidenses elevan la temperatura del debate literario y político con tal eficacia, anclada en la más rigurosa actualidad. Buena prueba de este talante crítico es la antología que se acaba de publicar en El Gaviero: "Soldados en el jardín".

La agitación también conmueve y Martín retoma la tradición de la poesía social, contra el poder militar y las inmoralidades que se cometen contra los inmigrantes. Y saque a los soldados de nuestros jardines, como en el poema que da título al libro en el que se recoge la fatídica noche que los soldados tomaron la casa de Neruda. "Durante treinta años/ hemos andado en busca/ de otro sortilegio/ que consiga que los soldados/ se esfumen del jardín".

Ana Santos, su editora, dice que la poesía de Martín Espada es capaz de hacer desaparecer las armas, pero también todo rastro de sobrepeso lírico para montar unas crónicas ásperas y muy sarcásticas contra el rastro sangriento de la explotación.

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