La música de Noura, piedra clave del arco atlántico mediterráneo

Crónica de Julio Castro.
Noura y su grupo marcan el punto de inflexión en la tercera edición del madrileño Festival Las Noches de Ramadán, que se celebra en Madrid. El concierto que ofrecieron el pasado viernes en el barrio de Lavapiés es un punto necesario para comprender muchas cosas de la visión de conjunto respecto al significado y la evolución de las músicas en una amplia región africana que recorre parte de la costa Atlántica, para encauzarse en nuestro Mediterráneo.

No sólo de estilos musicales tradicionales vale hablar en este caso. Tratamos de una recién treintañera, que pese a su condición de mujer en Mauritania está consiguiendo revolucionar o poner patas arriba el panorama musical desde el estilo más tradicional hasta el más moderno, con sonidos cercanos a sus profundas raíces continentales y regionales, con brotes nuevos dentro de nuestra cultura. Comienza el concierto con lo más clásico de las músicas mauritanas, con Noura y las dos voces femeninas que hacen coros y hacen sonar el ardín, un instrumento musical de 13 cuerdas de su región. Tras esta primera parte, todo cambia, o así parece, porque se introducen tres elementos de cuerda electónica (guitarras y bajo), un teclado sintetizado y percusión con batería, que ya acompañarán a las cantantes hasta el final.

No es solo la instrumentación lo que han actualizado, sino el sonido y los cambios de ritmos que acercan, incluso al rock, algunas de las piezas musicales.

Decía antes de su condición de mujeres en Mauritania cambiando la música, pero hay que añadir que Noura Mint Seymaly proviene de una tradición musical femenina, que incluye a su madre Mounine Mint Leïa, que se encargó de formarla en ese mundo artístico desde muy joven “fue una gran artista y la que me transmitió su arte para perpetuarlo”, dice Noura acerca de Mounine.

Al poco de llegar me hicieron notar una evidencia: la belleza que las tres mujeres tienen, como un reflejo de algo interior muy especial, más allá de lo físico, y que se transmite hechizando al público durante la actuación, también en sus gestos expresivos más graciosos al bailar en el escenario.

E insisto, creo que la disposición musical de este festival permite, conociendo apenas algo de los sonidos musicales de ciertos lugares africanos, ver la transición entre regiones, con una evolución que transgrede las fronteras artificiales como el intercambio de población, como el intercambio cultural, como el vuelo de los pájaros que van trayendo y llevando el viento entre lugares. Así, el primer día escuchábamos el peculiar estilo de Oumar Pène con su del entorno senegalés, seguido de Cheba Zahouaina, argelina que siendo mujer actualiza estilos del raï en su país, ahora, a caballo entre uno y otro extremo hemos recibido a Noura (por cierto, primera vez en Madrid y segunda en España, tras pasar por Pirineos Sur este mismo año). Conociendo el arco que va de Mauritania a Argelia, que es el Sáhara Occidental, y sus músicas y voces femeninas, es comprensible a la perfección, como la piedra clave del arco, que conecta el Atlántico con el Mediterráneo Norte en la expresión sonora, sin ello no se puede captar la trayectoria: es el recorrido o la vía de doble sentido entre distintas culturas.

Esta noche el turno corresponde a la “chavalería”, los H-Kayne (como ya sabemos, su nombre significa “qué pasa” en coloquial de Marruecos). Son el rap, son la juventud, son la transgresión en su pueblo, son parte de la revolución musical de su país, un soplo de libertad e innovación para ese lugar anquilosado en las estructuras monárquicas. Gente como ellos y como Darga y otros tantos que ahora son grandes desconocidos en nuestro entorno, conseguirán enlazar de nuevo nuestro mundo con el suyo a través de la cultura. Veremos si entre tod@s podemos hacer moverse las ruedas del mundo o hacer saltar los engranajes.

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