H-Kayne cerró las III Noches de Ramadán en el mundo redondo de Lavapiés
Crónica de Julio Castro.
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Teniendo en cuenta la extensa población marroquí en la ciudad de Madrid, es comprensible el volumen de gente, especialmente jóvenes de aquel país que se electrizaron y enloquecieron al ritmo de los H-Kayne en la última sesión de música del Festival de Las Noches de Ramadán, que se ha venido celebrando esta semana en Madrid.
Jóvenes y no tanto, marroquíes y menos marroquíes, gentes de todo lugar, o de uno solo (que es Lavapiés, como un mundo redondo), se dieron cita una noche más, de este tercer año de festival. Al poco de llegar, sentado en una grada de cemento junto a la valla, con una amiga, vemos a los chavales y cavalas del barrio de distinta procedencia juegan en un grupo al lado. Ella me pregunta “¿les entiendes algo?” pego el oído y digo “Sí, claro, hablan en castellano”, y río, porque sé que en este paraje internacional, sus habitantes pasan de un idioma a otro de manera sencilla y natural. Allí sentada, una mujer con velo (la madre de algunos de ellos) les acompaña pacientemente a la espera de ir a la carpa del concierto. Se van y viene un señor mayor con su bastón. Este es producto nacional. Pasados unos minutos me toca en el hombro como quien llama a la puerta y me dice que si me puedo echar un poco “un palmo, sólo un palmo apenas para allá”: hace sitio a su amigo, otro hombre, este magrebí, con el que comienza una animada charla.
Y al rato, los más jóvenes del escenario este año, arrancan con su festival de rap. Una tormenta de agua de principios de otoño nos ha saludado al comienzo de la presentación, todos entramos más rápido que de costumbre, pero nadie corre, porque se agradece el agua, pensando especialmente en el calor del concierto que viene.
Hoy la fiesta es “salvaje”, divertida. Los de seguridad en el concierto tienen trabajo todo el rato, porque los espectadores tienen un empeño constante en subirse a todas las vallas, en subirse unos encima de otros y saltar… vaya, que si no hay accidentes es porque hay suerte y porque hay muy buen rollo en la carpa. Tras unas piezas con el rap, saltan a escena las cuatro voces integrantes de H-Kayne. Su nombre dice “¡qué pasa!” en el árabe coloquial de Marruecos y, como es habitual, arrancan con su presentación que es el tema musical compuesto haciendo el juego de su nombre.
Estos músicos que protestan por diversas cosas en su mundo, en su entorno y que no son precisamente conformistas, consiguen enardecer fácilmente al público que les sigue. Tienen buenas tablas, porque están muy preparados y porque sienten lo que dicen y su ritmo particular, pero, además, tienen buena escuela de interpretación, se mueven con una fácil expresión corporal que hace suponer muchos ensayos en el equipo, para conseguir que quede todo improvisado, pero también para poder llegar al público aunque no comprenda sus letras: mucho de lenguaje teatral acompaña a este lenguaje musical.
Hasta el último concierto hemos llegado un año más, con una variedad que permite conocer mucho de la actualidad musical del mundo musulmán más próximo a nosotros, pero también de sus referentes no tan actuales. Una ocasión más para comprender que no hay enfrentamientos entre las gentes, ni exclusiones ganas, salvo de compartir una música de diversos lugares. ¡Ay si nos dieran un poquito más de acceso libre a la multiculturalidad a tod@s! Este mundo redondo de Lavapiés, que no gira entorno a los mismos soles que los demás, ofrece una muestra de lo que puede ser.
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