Cuando el terrorismo se convierte en religión. Un viaje a los años de plomo italiano
Artículo publicado en el último número de Cambio 16, que puedes descargar aquí
Italia en los años setenta y ochenta del siglo pasado es un país en barrena. Un atentado en la Banca Nazionale en la Plaza Fontana de Milán deja varios fallecidos. Guiseppe Pinelli uno de los falsamente acusados muere al caer desde un cuarto piso en la comisaria donde estaba siendo interrogado, Dario Fo le ennobleció en Muerte accidental de un anarquista. El comisario Luigi Callabresi responsable del interrogatorio fue asesinado. Las Brigadas Rojas (BR) realizan su primer secuestro y asesinan, junio 1974, a dos miembros del grupo fascista Movimiento Social Italiano (MSI). Carabineros y militantes de izquierdas pierden la vida en varias acciones, entre ellos Mara Cagol fundadora de las BR, que tres años después secuestran a Aldo Moro, justamente cuando está a punto de concretarse el compromiso histórico por el que el Partido Comunista de Italia (PCI) pasaría a ser parte del gobierno. Moro es asesinado, cuya muerte se anuncia antes de producirse, permitiendo que Giulio Andreotti, opuesto al acuerdo, se afiance en la Democracia Cristiana (DC). El 2 de agosto de 1980 un atentado en la Estación de Bolonia arrebata la vida a más de ochenta personas, se acusa a la extrema izquierda de ser la causante para tiempos después afirmarse que fue realizado por las cloacas del estado a través de la red Gladio, la misma que asesinó a ocho personas en el supermercado Delhaze de Bravant en 1985, Mario Andreotti confirmó en 1990 la existencia de dicha red. Para conocer con detalle lo ocurrido en aquellos tiempos es recomendable la lectura de Villa Wandade Eduardo Bravo (http://www.autsaidercomics.com) “un libro sobre algunas cosas raras que sucedieron en el siglo XX y de la que usted casi no se dio cuenta”.
La unión artística entre de la ilustradora Antonia Santolaya y el guionista Felipe Hernández Cava ha dado como fruto la novela gráfica Del Trastevere. al Paraíso (https://www.megustaleer.com/editoriales/reservoir-books/RK/) viaje por las aguas de la memoria de aquellos años de plomo protagonizado por Valeria Stoppa trabajadora de una residencia de enfermos de Alzhéimer en Roma que ya no se llama Valeria sino Paola, ha cambiado varios nombres para escapar de su pasado. Relato que indaga en las siempre enrevesadas identidades que nos acompañan, en este caso la familia y la búsqueda de un sentido a los años dedicados a una ideología que hoy parece olvidada. Utopías de adolescencia y juventud para vivir anónimamente “una sombra entre sombras” tras abrazar una nueva fe, por aquellos que decían huir de todo tipo de dogmas “nos pasamos la vida concibiendo paraísos y luego no sabemos escapar de ellos”, singular droga en forma de ideología que cualquier asume al formar parte de una organización armada, para unos, terrorista, para la mayoría.
El génesis de la novela surge a partir de la beca que Santolaya consiguió de Real Academia de España en Roma (RAER) en 2017, ella nos lo cuenta: “El guion, y sobre lo que éste trata, es obra de Felipe Hernández Cava. Ha contado en otras entrevistas que Italia siempre le había parecido muy afín. Admira especialmente el trabajo realizado allí por Francesco Rossi o los hermanos Taviano. Llevaba tiempo diciéndome que quería trabajar conmigo y yo vi en la beca de RAER la posibilidad de hacerlo. Admiro su trabajo anterior y su capacidad para contar fuera de marco detalles que terminan siendo tan ricos como la historia principal”. Un proceso creativo en común que relata de la siguiente manera:“Confío en Felipe, admiro su trabajo que cuida al detalle. Los dos queríamos hacer algo juntos y fue a partir del Winnipeg que tuve la confianza para llevarlo acabo. En ese caso era un trabajo de sesenta páginas y en éste otro, en principio eran diez capítulos que terminaron siendo once, casi trescientas páginas. A medida que iba recibiendo los capítulos durante los tres primeros meses de mi estancia en la Academia de España en Roma, los comentábamos y compartíamos reflexiones. Felipe comenta que se ha surtido de experiencias propias, de amigos y de nuestras conversaciones, pero el mérito de ese guion es suyo. Por mi parte, recogí muchísimo material gráfico de esos años, luchas sociales y sindicales, movimientos feministas, imágenes de actos terroristas, el contexto de es momento, pero si te das cuenta en el libro tiene más relevancia lo más cercano, los afectos, en número de capítulos dedicados con respecto a otros. Con Felipe se trabaja de forma muy libre… Como guionista no me entrega una pauta detallada de lo que yo debo hacer en las imágenes, cosa que no aceptaría, y que coartaría mi trabajo, en una sola frase me pone en situación para que yo lo utilice como guía. Acompaña con respeto el proceso y, al igual que yo con su texto, ambos escuchamos al otro. Hay encuentros en el ir haciendo que han hecho que el largo proceso no perdiera el pulso.
Aquellos años de plomo, con tantas historias oscuras, imágenes lúgubres, muertes, violencias, ajustes, compromisos… son narrados en color: “Al principio pensé trabajar en blanco y negro para dar a la historia un cariz más dramático, de cine negro. A medida que fui conociendo cada capítulo del guion pensé que mi propio recuerdo de los setenta era a todo color, la ropa estaba llena de diseños llamativos y muy coloristas. En esos convulsos años se daba el contraste entre situaciones muy oscuras y otra experiencia, sobretodo desde la infancia y juventud de la protagonista, muy vital. Opté por el color pues hacerlo en B/N parecía reforzar solo el oscurantismo y el conflicto. El guion, para mi, tiene muchas pulsiones retratadas dentro de la vida de Valeria y el color me ayudaba a viajar por sus emociones, entrar en la psicología de la historia, dentro de la historia se juega mucho con los distintos espacios temporales, recuerdos, pesadillas, presente, alegorías, el color y el cambio de estilo me facilitaban que la historia se pudiera seguir sin complicaciones”nos comenta Santolaya para confirmar lo sentido al leer la novela: “cada persona encontrará en la historia algo distinto, a mi modo de ver es una reflexión sobre aquello que nos construye y nos lleva a la reacción o a la acción. La historia nos hace o creamos nuestra propia acción. Es un viaje a la responsabilidad de la propia vida. Hace hincapié en el hecho de idealizar la vía armada como posible motor de cambios”.
Estamos ante un relato tan magníficamente narrado como ilustrado que ayuda a reflexionar, a unos, sobre aquellos años de plomo, a otros a conocerlos, realizado por dos de nuestros mejores autores de novela gráfica, que podemos completar con lecturas como la de Eduardo Bravo.
Felipe Hernández Cava (Madrid, 1953) escritor, guionista de comic y televisión, crítico de arte, comisario de exposiciones, miembro del colectivo El Cubri, es uno de los grandes renovadores del comic español. Fue director artístico del tebeo Madriz y de Medios Revueltos.
Ha colaborado como guionista de cómic con los mejores dibujantes españoles y latinoamericanos. Destacan sus trabajos El artefacto perverso (con Federico del Barrio, premio al mejor guion y a la mejor obra en el Saló del Còmic de Barcelona 1997) y Las serpientes ciegas (con Bartolomé Seguí, premio al mejor guion y al mejor dibujante en el Saló del Còmic de Barcelona 2009; IX Premio de la crítica 2009 al mejor guionista y a la mejor obra nacional; fue seleccionado por los libreros franceses como uno de los 15 mejores álbumes del 2008, y recibió finalmente el Premio Nacional de Cómic Español en 2009).
Ha colaborado como guionista de cómic con los mejores dibujantes españoles y latinoamericanos. Destacan sus trabajos El artefacto perverso (con Federico del Barrio, premio al mejor guion y a la mejor obra en el Saló del Còmic de Barcelona 1997) y Las serpientes ciegas (con Bartolomé Seguí, premio al mejor guion y al mejor dibujante en el Saló del Còmic de Barcelona 2009; IX Premio de la crítica 2009 al mejor guionista y a la mejor obra nacional; fue seleccionado por los libreros franceses como uno de los 15 mejores álbumes del 2008, y recibió finalmente el Premio Nacional de Cómic Español en 2009).
Antonia Santolaya (Ribafrecha, La Rioja, 1966) ilustradora de cuentos e historias para niños, jóvenes y adultos. También es cuadernista de viajes y dibujante en tela. Uno de sus proyectos más ambiciosos es una serie de biografías infantiles sobre las escritoras Virginia Woolf, María Zambrano, Gloria Fuertes o Carmen Martín Gaite, con texto de Luisa Antolín. Se licenció en Bellas Artes por la Universidad Complutense. Ha obtenido el Premio Apel·les Mestres (2000), la Mención de Honor en México Norma Ediciones (2010) y el Premio Álbum Ilustrado Biblioteca Insular Gran Canaria (2011). Fue becada por la Real Academia de España en Roma durante el curso 2016-2017, etapa en que empezó a trabajar en Del Trastevere al Paraíso. Recientemente ha ilustradoFeminismo para principiantes, de Nuria Varela (2018, Ediciones B) y anteriormente Winnipeg, el barco de Nerudacon textos de la guionista de cine Laura Martel
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