Un ‘Drácula esdrújulo’ llega a un Lavapiés mutante
Son dos personas imprescindibles del Lavapiés mutante actual. Cristina Mirinda, narradora ‘underground’, y Javier Herrero, diseñador, fotógrafo, ilustrador y lo que se precie. La primera lectura clandestina de ella, a la más tierna edad, fue ‘Cambio 16’. Él no pudo evitar las tentaciones de ‘Valentina’ de Guido Crepax. Ella dio vida a ‘Live Journal’. Él la da en www.laignoranciacrea.com. Ambos nos muestran el Lavapiés real y el fingido, barrio fruto, sobre todo, de las mezclas y las fantasías.
Todo ese imaginario se da cita en Drácula esdrújulo, un título único, una crónica esdrújula, frenética y gráfica.
“Proveniente de los Cárpatos balcánicos,
un vampiro, melancólico, magnético, romántico
y quizás, algo antropófago,
en busca de intrépidas víctimas féminas.
¿Un músico anárquico?
¿Un académico apático?
¿Un párroco díscolo?,
¿Un político tránsfuga?
Drácula no es un romántico, es un patético y pálido melómano”.
Canales y vías que confluyen, convergen y divergen gracias a la editorial Torremozas Con Cristina y Javier hemos mantenido esta esdrújula conversación:
¿Cómo aterriza un Drácula de un país inexistente en un barrio imaginario?
Cristina Mirinda (CM). Se trata de una historia que inventé hace años para contarla de viva voz, como narradora underground que soy, en dos sótanos de Lavapiés: en el de laEscalera de Jacob y en el de Diagonal. Nació por obra y gracia de un oulipiano ejercicio de creación de una historia con el mayor número posible de palabras esdrújulas. El viaje ha sido fructífero: de lo oral a lo escrito pasando por Lavapiés. Mi Drácula esdrújulo ha viajado desde los Cárpatos balcánicos para acabar impreso en un opúsculo minúsculo, con imágenes de Javier Herrero.
Javier Herrero (JH): Un barrio imaginario esconde siempre personajes imaginarios, aunque tanto barrio como personajes son más reales de lo que la fantasía sugiere.
¿La palabra se hace libro como el verbo se hizo carne?
CM: ¡Qué místico! Considero que la palabra contada en vivo y en directo es más carnal que el libro, mero receptáculo de letras y tintas, que solo cobra vida si los lectores se la insuflan.
JH: No ha sido fácil la conversión en imágenes y en libro un relato oral, como es el Dráculade Cristina. El reto era mantener la dinámica de la palabra hablada en un texto que, sobre el papel, tiene que leerse y podría perder el ritmo, la entonación y la intención.
Cuando se hace carne, ¿comienzan los peligros?
JH: Cada imagen siempre es un peligro. Desde que se visualiza mentalmente con la lectura del texto hasta que se hace visible, la tensión es siempre constante…, pero apasionante.
CM: Los peligros siempre están al acecho en el nudo de la historia, sea esta oral o esté ya capturada en letras escritas. Pero quizás, con ISBN mediante, empiezan otros peligros: los del marketing, los autógrafos, las críticas y las ínfulas.
¿Cómo se trabaja, en común, en un proyecto primero oral, después visual y luego plástico?
CM: Cuando cuento Drácula esdrújulo en uno de mis shows orales, narro lo que en mi mente veo. Javier Herrero, como todo el público presente en la contada, al escuchar los esdrújulos avances de la historia imaginó, a su vez, las escenas pero con su propio acervo visual y, luego, las plasmó, de manera lúcida, en sus magníficas ilustraciones eclécticas. Javier Herrero estuvo todo el verano gestando la criatura. Solo vi las ilustraciones al final del proceso, para mantener la sorpresa del parto. Nada de ecografías previas. Eso sí, durante el proceso quedamos mil veces en La vida tiene sentidos, en Lavapiés (Ave María, 20) para emocionarnos con el devenir del proyecto.
JH: No ha supuesto ningún problema. Todo ha sido muy fluido y como si estuviera destinado a hacerse. El relato lo contó Cristina en la presentación de la revista que coordino, La Ignorancia, y ediciones Torremozas nos propuso convertirlo en libro ilustrado. Que todos nos conociéramos de antes quizás ha sido determinante que haya habido tanta facilidad para el trabajo en común.
¿Hay muchas nínfulas en Lavapiés o todo es producto, también, de la imaginación?
CM: Me imagino que para un Drácula psicópata hay nínfulas crédulas en todas partes, en todos los distritos municipales.
JH: Supongo que la imaginación siempre tiene un poso de realidad (a veces demasiado).
¿Y Úrsulas Écijas confiadas?
JH: Aún tienen que cambiar muchas cosas para que ser confiado/a no suponga un potencial problema.
CM: Espero que cada vez haya menos. La malhadada víctima del Drácula Álvaro en esta historia, Úrsula Écija, es una osezna (Úrsula es osezna, me encanta) que toma por requiebros amorosos las estrategias depredadoras de un sádico. La falaz esperanza romántica anula su desconfianza preventiva. La mala educación sentimental hace vulnerable a cualquiera que anhela cariño desinteresado. Si sois almas sensibles, lectores potenciales, podéis empezar el libro por el epílogo apócrifo, donde revelo la esencia de esta leyenda urbana con aviso para navegantes. ¡Cuídate de los depredadores, fémina contemporánea!
Cirróticos o libres, ¿hay otras posibles alternativas?
JH: La cultura nos hará libres (aunque haya alcohol de por medio).
CM: Ascéticas, prolíficas y magnánimas.
¿Lavapiés o Barbarie?
CM: Que se civilice lo bárbaro. Un barrio céntrico y multiétnico puede ser un ejemplo de convivencia civilizada.
JH: ¿Qué sería de Lavapiés sin algo de Barbarie?
Si Lavapiés ya llegó al Parlamento, ¿la próxima estación es el infierno?
JH: ¿El Parlamento no era el infierno hasta ahora?
CM: ¡La política ubérrima! Me remito a la cita sobre el infierno de los vivos que Italo Calvino hace al final de Las ciudades invisibles: “El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”.
¿Lo Máximo o El Económico?
CM: Las Bodegas lo Máximo (Calle San Carlos), actuales, y El Económico (Calle Argumosa), antiguo, con su cartel que reza: Soidemersol, que es Los remedios al revés.
JH: El antiguo Económico (Soidemersol), del que solo queda el espacio. Lo demás tiene un poco (demasiado) de impostura.
¿Un lujo vuestro trabajo?
JH: Llevar tu trabajo a cabo con ilusión y que acabe con un resultado visible siempre es un lujo.
CM: Inventar y contar historias, desde el escenario o desde un libro o una pantalla, es un lujo, sin lugar a dudas, y más cuando se trabaja en tándem.
¿Hacia dónde vais?
CM: Mejor es no saberlo, pues la efervescencia de la ignorancia es un buen combustible, pero el deseo es ir a… más. En lugar del No Future, reclamo, como Cristina Mirinda, narradora underground, el More Future, con eme de Mirinda, claro.
JH: Con la revista que hago, hacia lo que los colaboradores quieran. Es fascinante y se demuestra con ello que la creatividad está más presente de lo que parece y que no es solo patrimonio de unos pocos. Solo hay que estimular un poco. En cuanto a proyectos más personales, hay varios en proceso (fotografía, pintura, collage…) y, seguro, surgirán más cosas.
¿Habrá más futuro en común?
CM: Eso espero. La metáfora del tándem me parece óptima. Pedaleemos, Javier, pedaleemos. Y que los lectores lean y que el público de las sesiones de narración oral sea un rayo que no cesa.
JH: No lo descarto. De hecho, ya hemos dado vía libre a nuestra verborrea para que surjan nuevas locuras.
La presentación de ‘Drácula Esdrújulo’ tuvo lugar el sábado 23 a las 13.30 h. en Bodegas Lo Máximo (San Carlos 6, Madrid) con sangría ibérica y fideuá mítica.
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