Construyendo democracia cultural en Madrid
Texto publicado el pasado lunes en el Blog El País de la Fundación Alternativas.
En círculos cercanos se plantea
con cierta frecuencia ¿qué cambios se están produciendo en los nuevos
ayuntamientos? Hablemos de Madrid, mi ciudad, y de un ámbito concreto, la
acción cultural. Partimos de inercias, dos décadas y media, complejas de
alterar por perezas, compromisos que hipotecan y/o motivos legales.
Pero hay cambios más que
evidentes. Apuesta electoral clarísima de Ahora Madrid por la democracia
cultural. Posicionamiento que traza unas líneas de intervención totalmente
diferentes. Si durante décadas se ha apostado por qué todas tengan acceso a la cultura –democratización cultural- el
equipo de Carmena apuesta para que todas, además de acceder, podamos crear
cultura -democracia cultural-.
No es un cambio baladí, es
transformar la prioridad centrándola en las personas, no en los equipamientos,
ni en el ladrillo. Las actividades organizadas por el ayuntamiento central
pasan de realizarse, casi exclusivamente, en los distritos centrales a los
barrios. Cuando la Dirección de Actividades Culturales apuesta por trasladar
los carnavales del centro a Tetuán o el Año Nuevo Chino a Usera, es una apuesta
política, no geográfica, ni populista, así hay que entenderla. Postura que no
es exclusivamente vertical-geográfica, también horizontal-económica. Los recursos
destinados son decididos por todos los implicados (administración,
asociaciones, colectivos, personas…).
Todo ello implica una nueva
política económica de la cultura. Los recursos existen y políticamente se
decide como gestionarlos con medidas como qué en las contrataciones públicas
primen los contendidos y no solo la cuestión económica, como hasta ahora. Cambio
imprescindible para que todas puedan acceder a los recursos públicos, y no
solamente grandes empresas que entienden la cultura como algo residual para
complementar sus otros negocios, normalmente relacionados con el ladrillo y la
restauración o para hacer favores delictivos, Operación Púnica. Con medidas
como las anteriores se pretende reducir la precariedad de buena parte del
sector cultural independiente.
Pero es mucho más. La
administración municipal cree en sus vecinas. Cuando Jorge García Castaño
–concejal del distrito Centro- impulsa un proyecto ciudadano como Construyendo
Cultura, de ello hablaremos en otro texto próximo, es otra apuesta política,
pero también de confianza. La posibilidad de que la ciudadanía cogestione contenidos
y recursos culturales es fruto de una confianza ganada, no regalada. Si en el
distrito se han desarrollado espacios durante años, de manera voluntaria y
autogestionada, como Patio Maravillas, Campo de Cebada, Esta es una Plaza o La
Cornisa es una prueba de que la ciudadanía sabe y puede gestionar directamente.
El ayuntamiento solo da los pasos para que sea posible.
La falta de democracia en la
cultura gestionada desde los municipios solo se podrá transformar desde las
periferias. En la época de las multitudes hay que volver a la animación
cultural, la gestión es el pasado.
Comentarios