"El mundo indie es de un elitismo excluyente" conversando con Víctor Lenore
Víctor acaba de editar "Indies, hipsters y gafapastas" (Capitán Swing) fue la excusa para hablar el momento de la cultura y la música. Parte de aquella conversación sale en la edición de hoy de El Diario Vasco.
A continuación un resumen de la conversación:
Víctor Lenore (Soria 1972) es activista
cultural, colaborador musical en medios de comunicación nacionales y de
revistas especializadas. Impulsor de Ladinamo, uno de los proyectos culturales
más intrépidos de Madrid en la década pasada, y de Fundación Robo, proyecto
musical colectivo donde participan ente otros Nacho Vegas, Albert Pla, Mursego,
Refree, Silvia Pérez Cruz, Le Parody, Fernando Alfaro o Triángulo de Amor
Bizarro. Guionista de Mapa Sonoro
(La2), cofundador del sello Acuarela y trabajador eventual en el FIB, acaba de
publicar ‘Indies, hipsters y gafapastas: crónica de una dominación cultural’
(Capitán Swing) combinando vivencias personales con la crítica a la cultura de
proximidad, un sector que carece de literatura al respecto, habitualmente más
dada a narrar biografías, novedades e historias personales que el análisis
social que las rodea.
En sus propias palabras “un libro
fruto de la maduración como persona, como periodista. Te pasas veinte años
haciendo unas cosas por inercia o ignorancia y que con el paso del tiempo te
parecen cuestionables”. Indaga sobre la analogía entre lo hipster, lo indie, la
cultura de márketing y sus connotaciones sociales. “Marcas, discos, artistas,
series de televisión, perfumes, coches o camisas que apuntan a que si las
compras, eres alguien exclusivo o superior”. Su incomodidad por ese reflejo del
marketing capitalista, le permite cuestionar un mundo del que ha formado parte.
“A hipsters, indies y gafapastas les unen aptitudes individualistas,
narcisistas, elitistas, anglófilas y excluyentes. Miran la cultura como un
mecanismo de distinción, más que algo para compartir y disfrutar como ocurre en
África o Jamaica, con la rumba, el punk o el hardcore. Indie surgido al margen del sistema, como reacción a la
cultura mainstream, para convertirse
en una cultura de estadios”.
Sobre el supuesto carácter
vanguardista de una cultura de élites, comenta: “distorsionar una guitarra como
Sonic Youth parece un acto de vanguardismo que no aporta nada brillante a la
historia de la música. Además, está apoyado por medios autistas, masculinos,
blancos, universitarios para veinteañeros… todos cortados por el mismo patrón”.
Según su opinión, se trata de “una música triste e individualista para escuchar
en la habitación. Propuestas intimistas, introspectivas, centradas en el yo. Melancolía derrotista, todo el rato
de bajón”, para continuar disertando sobre realidades diferentes: “El 90% de
los artistas hipsters e indies tras el cuarto disco no tienen ningún interés,
en contraposición con Rubén Blades, Fela Kuti, La Mona Jiménez o Los Tigres del
Norte, que elaboran una música comunitaria para disfrutar, alimentada de
experiencias suyas y de los fans, donde nadie va de genio. La música de África
y América Latina es mucho más humilde; se trata de estar juntos, de pasar un
buen rato, de disfrutar. Aquí tenemos a Nick Cave, Leonard Cohen, David Bowie:
parecen genios que han bajado del cielo y cobran cien euros por una entrada”.
Para Lenore se trata de una “edificación absurda del artista, perjudicial para
la música popular que es algo mucho más sencillo”.
No duda en calificarlo de “elitismo
excluyente que discrimina a los artistas según su procedencia y género”,
reflejándose en festivales y programaciones. Los festivales “siempre intentan
cubrir una cuota de diversidad étnica, aunque en el fondo solo les interesa
mostrar la cultura hegemónica anglosajona para contentar a los patrocinadores. Un
racismo incluyente. Artistas africanos o latinos que tienen que beatificar en
Mojo, la BBC o David Byrne para que pasen el corte y puedan actuar”.
Tampoco titubea al definirlo como
endogámico: “vas al Sónar para ver a periodistas o community managers, pero no vas a ver a los mismos artistas a la Fabrik o a Monegros, porque allí va un
público mayoritariamente procedente de la clase trabajadora”. En su recorrido
también aborda la cuestión de género: “Ellas no tienen casi ningún
protagonismo, y las que lo tienen, nunca plantean temas como la violencia de
género, discriminación, feminismo… no es su mundo”.
Para Lenore este fenómeno no es
ajeno a la realidad social, política y económica. “Lo hipster es la primera
subcultura que está de acuerdo con los valores del sistema, reflejo del
capitalismo posmoderno”, en consonancia con las campañas de emprendizaje
promovidas por las instituciones y las grandes marcas comerciales. “Para crear un
pequeño sello o revista, en los sesenta y setenta se promovían cooperativas. Ahora
hay que hacer empresas con jefes, donde hay secretarias y las responsables de
promoción son siempre chicas. Reproducción exacta de las estructuras de poder.
No hay ningún intento de articular alternativas económicas. No hay tiempo, ni
cultura política para la protesta. Aunque todo se está subvirtiendo desde el
15M”.
En los once capítulos y ciento
cincuenta páginas del libro muestra una visión diferente a la habitual. Un recorrido
crítico con él mismo y su entorno que se complementa con una extensa presentación
de Nacho Vegas, que ayuda a comprender la evolución del artista asturiano. Una
lectura para reflexionar, pero sobre todo para disfrutar, comentar y debatir.
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