Desobediencia civil
Participo
en la 15ª Fira Mediterrània de Manresa
en un coloquio sobre “La periferia geográfica en las estrategias comunicativas”,
durante la sesión aprovecho para tuitear el conversatorio. Mientras lo hago, un
tuit anuncia el suicidio de una vecina de Portugalete
cuando iban a desahuciarla. Al día siguiente el primero que leo habla del
asesinato de un rapero en la Comuna 13
de Medellín, el décimo en los últimos años. Mientras las autoridades pregonan
un Medellín creativo y cultural se
sigue golpeando a los actores más jóvenes. Ya en Madrid se difunden correos sobre los despidos de El País, comunicados por e-mail un
sábado por la tarde amparándose en una reforma laboral criticada con dureza desde
sus páginas. Todo transcurre en poco más de veinticuatro horas, el digerirlo no
es tarea fácil.
No
debería extrañar el continuo hundimiento en la intención del voto de los
partidos mayoritarios. Los mismos que modificaron la Constitución en horas, son incapaces de tomar medidas de calado que
alivien el problema de los desahucios. El Gobierno
vuelve a ceder ante la banca y deja desasistidos a la mayoría de los afectados.
Mientras, el PSOE elabora diferentes
medidas planteando a sus alcaldes que retiren las cuentas municipales de los
bancos que sigan desahuciando. No va a ser fácil olvidar que en las dos últimas
legislaturas se han opuesto a cualquier iniciativa para modificar la norma, que
obliga a seguir pagando la deuda después de perder la vivienda por impago de la
hipoteca. Por otro lado la Comunidad de
Madrid elimina el programa que permite a miles de jubilados ir al cine por un
euro. No les importa la soledad, la independencia o que los afectados puedan
llevar una vida más dinámica que beneficie a su salud. Lo que acaece no es
aislado, es parte de la hipocresía política en la que nos movemos. Los gobernantes
no son conscientes de que una parte de la sociedad no olvida, que la memoria
colectiva es una herramienta cada vez más eficaz.
Ante
la degradación de lo público, de los mercados moviendo sus fichas, de políticos
decretando a favor de dichos meneos y buena parte de los medios utilizados como
maquinaria propagandista de todo ello, surgen, se nutren y se autoalimentan
movimientos en continua acción, fomentando una resistencia inconcebible hasta
hace bien poco. Desobediencia civil obligatoria, quebrantando órdenes injustas
e injustificables, aumentando la realización de acciones, promoviendo iniciativas
legislativas populares, ocupando bancos y cajas u otras de todo signo, en una
presión social contundente sin precedentes. Ciudadanía que denuncia en
conversaciones y redes, promoviendo acciones coordinadas originando conexiones personales
que ayuden a campear lo que acontece con mejor ánimo, contribuyendo a la
ruptura de estructuras articuladas durante años, suscitando autoafirmaciones que
dan paso a reflexiones compartidas en un nuevo escenario donde tener la opción
de participar realmente.
Sabedores
de que la Red tiene mucho que ver en
ello, ya se ha difundido el anteproyecto de Decreto-Ley para la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que
pretende sancionar con elevadas multas los enlaces a páginas. Otra vez
legislando a favor de las grandes industrias del entretenimiento y, de paso, tratar
de impedir la difusión de contenidos críticos pretendiendo acabar con la
neutralidad de ésta.
Violencia
de Estado contra ciudadanas y
ciudadanos recortando derechos, libertades, silenciando u ocultando la
realidad, decretando leyes que evitan el debate. En paralelo ciudadanas y
ciudadanos crean y deciden participar de otro modo en lo público, promoviendo
alternativas a un modelo que reduce la participación al voto cada equis tiempo,
algo muy poco acorde con los tiempos que vivimos, que permiten una democracia mucho
más participativa, abierta y plural. Ignorar la realidad traerá consigo
olvidarnos de ellos, de sus gobernanzas, sus represiones y de sus leyes.
Comentarios