Lunes 9 de mayo
Esta primera semana de mayo ha sido muy dura por temas familiares y profesionales. En momentos complicados los problemas se suelen unir. Hace poco más de tres semanas viajamos a Tánger, Rabat, Meknes y Casablanca. Hoy hemos vuelto a viajar a la ciudad situada en la orilla sur del Estrecho. Es un placer que haya billetes de avión que cuesten menos que el taxi del aeropuerto de Barajas al centro de Madrid. Te permiten tener relaciones profesionales y personales con la proximidad que permite la presencia física.
Hemos comprado Cambio 16 quería guardar el ejemplar que incluye la columna “Marruecos en el corazón”, publicada anteriormente en este blog y de paso el artículo sobre “Música e inmigración” ahora que estamos en campaña electoral y podemos comprobar como sale a la luz una xenofobia escondida en bastantes candidatos.
Ha pasado menos de un mes desde nuestro último viaje pero evidentemente la situación no es la misma. El atentado en el Café Argana de Marrakech ha dejado una estela de dieciséis muertos y varios heridos más. Bin Laden ha sido brutalmente ajusticiado. Cualquier asesino por muchos crímenes que haya cometido, merece un juicio justo. La degradación a la que nos está llevando los diferentes poderes es cada vez más evidente y peligrosa. Antes se preocupaban de esconderla, ya no es necesario. Todo parece valer. Aquellos valores y principios por los que han luchado millones de personas se desvanecen en función de los intereses de los mercados y el lucro de unos pocos.
A nivel profesional también ha cambiado algo en algún sentido. Alguna persona que apoyaba nuestras propuestas, ahora estoy seguro que lo hacía por su incapacidad para generar una idea nueva, original, innovadora, se enorgullece, aprovecha y saca pecho del trabajo de terceros. Pertenece a esa parte del género humano que lo que mejor sabe es copiar lo ajeno o buscar en La Red iniciativas ajenas presentándolas como propias, originales, cuando son de sobra conocidas. No se puede esperar mucho de los acólitos acríticos que nunca harán nada que pueda poner en peligro su estatus personal financiado en muchas ocasiones por todos. Hay que preocuparse solamente lo justo por ello. Lo injusto es que ocupen determinados puestos y que a los mismos no puedan acceder personas con talento y principios.
Todo se conoce, todo se acaba sabiendo. Los mediocres aguantan y resisten en base a intereses personales que con el tiempo se desvanecen. Parte de los males que padecemos sin duda tienen que ver con el papel que juegan estas personas, sus comportamientos ayudan al retroceso colectivo.
Vuelves a Tánger y te das cuenta que la vida fluye, continúa, que hay muchas cosas positivas. Hay muchas personas, colectivos, ideas que merece la pena. Ilusiones que hacen vivir. Por eso aunque hay realidades difíciles de olvidar y obviar, no merecen la pena dedicarlas más tiempo que lo representa este breve texto.
En el tren que nos lleva a Casablanca vuelves a reafirmarte que de todo se puede sacar algo positivo, vamos a ello. Quedan poco kilómetros ya hemos pasado Salé y Rabat.
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