Hasta aquí hemos llegado

Este es el título del magnífico libro de memorias de Enrique Meneses, uno de nuestros grandes comunicadores, cuya lectura recomendamos a los alumnos del Master de Gestión Cultural de la Universidad de Zaragoza. Con motivo de la próxima Conferencia Estatal de los Sectores Profesionales de la Cultura que tendrá lugar en las instalaciones madrileñas de CaixaForum, he tenido la oportunidad de organizar y participar en un encuentro entre gestores culturales y representantes de ocho medios de comunicación de referencia de nuestro país. Más de dos horas y media para ponernos al día de nuestras respectivas realidades. Comunicación y cultura tienen la responsabilidad de convivir y ser parte activa para mostrar y difundir otros escenarios más allá del sensacionalismo y de las imágenes calcadas, repetidas e interesadas. Y lo son porque ambas se refieren a personas concretas y a sus entornos.

La Red juega un papel determinante en el desarrollo del periodismo ciudadano. Ryszard Kapuscinski y Gabriel García Márquez, este último presidente de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, son el mejor ejemplo para mostrar que la comunicación no es algo individual, sino colectivo, son ejemplo de cómo ponerse en el lugar del otro cuando se trata de transmitir algo. Norman Mailer, Truman Capote o Tom Wolfe crearon escuela por su forma de entender la comunicación ennobleciendo la profesión, como Jack Lemmon en la magnífica Primera Plana de Billy Wilder.

Todo esto viene a cuento por lo sucedido con WikiLeaks. Se está configurando un nuevo terrorismo de estado que quiere silenciar cualquier información que no emane de las grandes centrales mediáticas y económicas. Cada vez son más habituales las sentenciadas perpetradas desde el poder ajenas a los veredictos de los jueces. Se intenta asesinar o asfixiar al mensajero, en lugar de investigar los contenidos de los mensajes para fomentar una mayor transparencia y avanzar hacia una sociedad más democrática y participativa. Los responsables gubernamentales intentan que esto no ocurra legislando contra la neutralidad de la Red. En lugar de invertir en calidad democrática se apuesta por su deterioro. La organización promotora de Internet Engineering Task Force, donde se definen los protocolos que sustentan la red de Internet, ha emitido un comunicado excepcional, condenando de forma contundente a gobiernos y empresas por promover medidas que pongan en riesgo los principios fundamentales de internet al tratar de delimitar el acceso a sitios como WikiLeaks.

Observamos todo esto sin apenas inmutarnos. Son comportamientos tan arraigados y habituales que los vivimos con total naturalidad. Muy pocas voces de referencia se han posicionado a favor de la asociación creada por Julian Assange. Todos somos cómplices por nuestra pasividad, de una telaraña que colapsa ideas y comportamientos. Somos responsables de la parálisis, cuando no del retroceso, de nuestro navegar y el naufragio está cada vez más próximo.

Use Lahoz comenta que la lectura de un libro debe “conmover, entretener y enseñar” ¿Qué deben propiciar la comunicación y la cultura? Guy Kawasaki decía hace unos días que el éxito consiste en “plantar semillas”. Habrá que sembrar muchas y variadas para recoger enseñanzas y entretener conmoviendo.

Hasta aquí hemos llegado, difícil es avanzar más. Hay que liberar el pensamiento agarrotado por legislaciones paralizantes y por una pasividad de la que tendremos que arrepentirnos mucho antes de lo que pensamos. De no hacerlo seremos los Nukak Makú de este siglo.

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