Mi querida España

Lo que pasa en este país debe ser único mediáticamente hablando. Cada vez es más aburrida la información política. No se comprende la aparición continua de líderes políticos en los diferentes medios para no contar nada nuevo, sólo para crear crispación en un país que parece estar más tranquilo, a pesar de todo, que sus dirigentes y sus informadores.

No es de recibo que un presidente de Gobierno no aparezca en el Telediario de la televisión pública para explicar su nueva estrategia económica. Tampoco es razonable que si lo hace tenga que aparecer días después el líder del principal partido de la oposición para rebatirle, esto no parece ocurrir en los demás países de nuestro entorno.

Cómo se pretende hacer que ciudadanas y ciudadanos cumplan con las leyes cuando muchos políticos profesionales son los primeros en animar a su incumplimiento, ya sea boicoteando la ley del aborto, la subida del IVA, conduciendo ebrio, sin cinturón de seguridad o desafiando a jueces y policías cuando son sospechosos o imputados en casos de corrupción. Tampoco se entiende que casi siempre prevalezcan temas personales, y de partido, a los colectivos a la hora elegir candidatos a las diferentes convocatorias electorales donde conocimiento, valoración, preparación y experiencia no parecen ser lo más presente al decidirse las candidaturas.

Nadie ha explicado que mientras aquí se congelan las pensiones y se bajan los sueldos a los funcionarios, en América Latina las subidas de los sueldos a los trabajadores públicos ha sido histórica, así como el avance en derechos sociales.

Casi nadie parece reconocer el fracaso de UE como conjunto, como tampoco los ataques especulativos contra los países del Sur de Europa, ni las informaciones interesadas por políticos y economistas alemanes que indicaban que España iba a solicitar el rescate de su economía.

Tampoco es recibo que los mismos que promovieron la abolición de las corridas de toros en Canarias, digan que si se hace en Cataluña es una medida anti-española. Es preciso recordarles que todos los goles de la selección española de futbol, ganadora del último mundial, los han realizados jugadores del Barça y nadie les acusó de no españoles.

No es creíble el debate sobre la unidad de España, cuando Gran Bretaña juega con cuatro selecciones nacionales deportivas (Inglaterra, Irlanda del Norte, Escocia y Gales) y nadie parece discutir que el Reino Unido no sea un todo conjunto.

No es comprensible que un líder sindical mantenga que los jugadores profesionales insultan con sus ingresos cuando realmente no reciben ni la mitad de lo que generan. Algunos de ellos sufren las mayorías plusvalías de la actualidad. Otra cosa, y ese otro debate, es que el futbol tenga que ver poco con el deporte y más con un negocio que enriquece a unos pocos que dan la cara y a otros que están en los despachos haciendo y deshaciendo, trapicheando para conseguir más comisiones y beneficios, donde los auténticos protagonistas tienen poco que decir sobre sus condiciones laborales y de futuro. En otra escala esto también ocurre con muchos artistas y agentes, que ganan cantidades importantes que nunca reparten proporcionalmente, o justamente, con los que trabajan con ellos.

Extremadamente grave es que la mayoría de las informaciones culturales de algunos medios se realicen en función de sus intereses comerciales y no de un rigor informativo de servicio al ciudadano.

Peligrosa pluralidad televisiva que lo único que ha conseguido es disminuir la calidad de nuestra televisión y que los ingresos generados por la abolición de la publicidad en TVE sólo hayan servido para que menguar la calidad de casi todas las televisiones privadas, generando más beneficios en algunas de ellas.

Comentario aparte merecen algunas de las nuevas cadenas aparecidas con la TDT con sus augurios sobre todo tipo de cataclismos, sobre el castigo divino que recibiremos las ciudadanas y ciudadanos de este país por nuestra incomprensible irresponsabilidad política y humana y de la insensatez y el tormento que sufren las gentes de bien, como ellos, por denominar a nuestras selecciones “la roja”, “la otra roja” o “la rojilla”.

Evidentemente en este país ocurren continuamente muchas cosas positivas, casi siempre silenciadas por una sociedad del espectáculo que sólo busca sensacionalismo para vender ejemplares y conseguir audiencias. Pero es real la distancia cada vez más amplía entre política y medios, por un lado, y ciudadanía por otro.

Mantenía Marx en La Ideología Alemana que “las ideas de las clases dominantes son, en todas las épocas las ideas dominantes” esa es la realidad. Pero hay más realidades, pensamientos, divergencias y propuestas que gracias a Internet y a la labor de diferentes corrientes y colectivos, animan a rebelarse contra una hegemonía que cada vez convence a menos, empobrece a muchos e ignora a casi todos. Nuevamente tenemos que mirar a América Latina y a África para entender que esto es así aunque no se quiera mostrar ni visualizar.

Los que más poder tienen son los máximos responsables de silencios y olvidos. Sus antidemocráticos comportamientos van a generar nuevas propuestas que atraerán a un buen número de personas que se niegan a asumir un mundo como el actual, dando la espalda a determinados políticos y medios. Será una minoría en el conjunto de la sociedad, pero como en todos los procesos de cambio su comportamiento abrirá espacios e ilusiones por donde merezca la pena adentrarse y profundizar.

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