Islamofobia encubierta e intereses diversos
Es significativo cómo se suele valorar y reflejar casi todo aquello relacionado con el mundo árabe y musulmán. Lo negativo siempre supera por mayoría a lo interesante y positivo. Casi nunca se aprecian los cambios, avances, transformaciones… que se producen, cuando se hace se muestra desde una manera eurocentrista, donde sólo existe una razón, un modelo, unas condiciones y unos ritmos que sólo pueden entenderse desde nuestra óptica. La realidad económica, social, política, tradicional y religiosa es ignorada, todos tenemos que viajar en el mismo sentido y a la misma velocidad. Es fácil manifestarse desde un exilio o desde una agradable redacción, con muchos o pocos respaldos, pero siempre amparados. Hay silencios cómplices y voces interesadamente sobrevaloradas, que dejan entrever que en la sociedad del espectáculo el amarillismo prevalece y el rigor disminuye.
Algunos se rasgan las vestiduras porque un festival, La Mar de Músicas, decide dedicar la edición de este año a Marruecos e intenta consensuar con la Embajada de este país ciertos contenidos. Se dimensiona un supuesto veto que nadie ha reconocido, ya que la programación todavía no se ha hecho pública. En todo caso el festival puede en justicia y libertad decidir sus criterios y programa, e incluso intentar evitar enfrentamientos institucionales, ya que el mismo está sufragado por dinero público. Se obvia que más de un millón de ciudadanos del país invitado viven entre nosotros. Se olvida que las tensiones florecen cada cierto tiempo y que las diferencias de renta ente ambos pueblos son las más desiguales entre dos naciones fronterizas en todo el mundo. Nadie parece percatarse de esto, es mejor la confrontación, vende y se rentabiliza más.
Se mira esta edición con un detalle no percibido en otras ocasiones. Voces que claman por la libertad de expresión nunca se las escuchó cuando el festival se dedicó a Cuba, Senegal, Malí, India, Turquía o México. Países que, como todos sabemos, son cien por cien democráticos, donde se respetan los derechos humanos de ciudadanos y ciudadanas, donde la violencia no existe, la igualdad de pensamiento, oportunidades, género y sexual están reconocidas, y la transparencia democrática predomina. Nos gustaría haberlas escuchado cuando la justicia y la policía se llevaron detenidos a catorce músicos en Casablanca hace unos años. Cuando se acusa a roqueros de satánicos prohibiéndoles actuar o cuando se intenta impedir que las mujeres puedan acceder a determinados lugares y vestir como crean conveniente e incluso formar bandas de rock and roll. Entonces no se manifestaron, si lo hicieron pusieron tanto interés que no nos enteramos. No les oímos, ni se solidarizaron, cuando músicos jóvenes marroquíes tenían problemas para conseguir los visados y poder cumplir los compromisos adquiridos con instituciones, asociaciones y empresas españolas dejando por ello de recibir un sueldo que en justicia les correspondía. Tampoco les hemos escuchado decir nada del acercamiento cultural que se está produciendo entre artistas y creadores de ambos países ni por la nueva realidad de la escena musical y artística. Silencios signficativos sobre los congresos de feminismo islámico celebrados en nuestro país. Prefieren hablar de drogas, terrorismo, pateras, violencia, censuras… Se silencia también que nuestro vecino del sur tuvo que albergar a Eduardo Haro Tecglen, Emilio Sanz de Soto, Ángel Vázquez, Haro Ibars, Pío Baroja, Juan Goytisolo, Rafael Chirbes, Carmen Laforet… y muchos más cuando por diferentes circunstancias no podían expresarse como les hubiera gustado en nuestro país. Parece que les cuesta reconocer que tuvieron que refugiarse en Marruecos. Otro mutismo llamativo.
Algunos se rasgan las vestiduras porque un festival, La Mar de Músicas, decide dedicar la edición de este año a Marruecos e intenta consensuar con la Embajada de este país ciertos contenidos. Se dimensiona un supuesto veto que nadie ha reconocido, ya que la programación todavía no se ha hecho pública. En todo caso el festival puede en justicia y libertad decidir sus criterios y programa, e incluso intentar evitar enfrentamientos institucionales, ya que el mismo está sufragado por dinero público. Se obvia que más de un millón de ciudadanos del país invitado viven entre nosotros. Se olvida que las tensiones florecen cada cierto tiempo y que las diferencias de renta ente ambos pueblos son las más desiguales entre dos naciones fronterizas en todo el mundo. Nadie parece percatarse de esto, es mejor la confrontación, vende y se rentabiliza más.
Se mira esta edición con un detalle no percibido en otras ocasiones. Voces que claman por la libertad de expresión nunca se las escuchó cuando el festival se dedicó a Cuba, Senegal, Malí, India, Turquía o México. Países que, como todos sabemos, son cien por cien democráticos, donde se respetan los derechos humanos de ciudadanos y ciudadanas, donde la violencia no existe, la igualdad de pensamiento, oportunidades, género y sexual están reconocidas, y la transparencia democrática predomina. Nos gustaría haberlas escuchado cuando la justicia y la policía se llevaron detenidos a catorce músicos en Casablanca hace unos años. Cuando se acusa a roqueros de satánicos prohibiéndoles actuar o cuando se intenta impedir que las mujeres puedan acceder a determinados lugares y vestir como crean conveniente e incluso formar bandas de rock and roll. Entonces no se manifestaron, si lo hicieron pusieron tanto interés que no nos enteramos. No les oímos, ni se solidarizaron, cuando músicos jóvenes marroquíes tenían problemas para conseguir los visados y poder cumplir los compromisos adquiridos con instituciones, asociaciones y empresas españolas dejando por ello de recibir un sueldo que en justicia les correspondía. Tampoco les hemos escuchado decir nada del acercamiento cultural que se está produciendo entre artistas y creadores de ambos países ni por la nueva realidad de la escena musical y artística. Silencios signficativos sobre los congresos de feminismo islámico celebrados en nuestro país. Prefieren hablar de drogas, terrorismo, pateras, violencia, censuras… Se silencia también que nuestro vecino del sur tuvo que albergar a Eduardo Haro Tecglen, Emilio Sanz de Soto, Ángel Vázquez, Haro Ibars, Pío Baroja, Juan Goytisolo, Rafael Chirbes, Carmen Laforet… y muchos más cuando por diferentes circunstancias no podían expresarse como les hubiera gustado en nuestro país. Parece que les cuesta reconocer que tuvieron que refugiarse en Marruecos. Otro mutismo llamativo.
Que el ayuntamiento de Cartagena, gobernado por el PP, haya decidido dedicar esta edición a Marruecos tiene mucha más trascendencia de lo que se puede imaginar a primera vista. Hay que recordar que durante el gobierno de Aznar hubo un buen número de incidentes entre los dos países. Es una forma de colaborar y ayudar al conocimiento mutuo y que los prejuicios vayan disminuyendo. Una manera de visualizar el talento que hay en el interior del país y con ello ayudar a que sus creadores no tengan necesidad de emigrar para poder mostrar sus obras, facilitando su entrada y salida del país con regularidad y con ello su relación con artistas y públicos de otros lugares. Un papel determinante para que España sea la puerta a Europa del Magreb creativo, novedoso. Una manera de romper el bloqueo informativo que sólo apuesta por el sensacionalismo y lo negativo. El mejor estilo para romper el aislamiento a la creatividad emergente y darla voz. Innegablemente todo no se puede obtener de golpe, pero grano a grano se hace granero. Así hicimos nuestra transición, para bien y para mal. Exigimos a los demás, sobre todo si son árabes, lo que nunca nos planteamos para nosotros.
Los que están criticando los contenidos de esta edición, sin conocerlos, dejan entrever, en ocasiones, una islamofobia latente. Otros lo hacen sabiendo que van a seguir disfrutando de su status sin valorar las consecuencias y todos sacarán partido rentabilizando las críticas. Sus conductas dan a entender que les importa poco la labor de la mayoría de los creadores, que viven en el interior del país, que todos los días tienen que buscárselas para superar obstáculos, abriendo puertas por donde pasará el resto de la sociedad. Interesa poco que se pueda ver un Marruecos interior diferente, prefieren un país encerrado y aislado donde sólo se muestre lo externo, lo evidente, lo negativo. No valoran la importancia de que festivales como La Mar de Músicas y otros, apuesten por la diversidad cultural aunque esta sea compleja y muchas veces difícil. Con sus conductas están ayudando a cerrar puertas a la pluralidad y que sólo se nos muestre un tipo de cultura, la que marcan las grandes industrias culturales, del ocio y del entretenimiento. Quizás sea este el motivo real de toda esta polémica. Sólo hay que pensar quienes la han auspiciado y propagado, quienes son los beneficiarios y los perjudicados. Cuales son los intereses de unos y de otros. Quienes hablan y quienes callan.
Comentarios
Lola López Mondejar (la persona que hasta su dimisión se encargó de la programación de La Mar de Letras), aparece en los medios como la gran defensora de la libertad de expresión, dejando en muy mal lugar al festival. Esto no es justo.
Ojalá que los medios que se han hecho eco de esta "noticia" rectifiquen y pongan al festival en el lugar que realmente se merece, un festival que va a celebrar su 15 edición, y que ha dedicado ediciones anteriores a países que de ninguna otra manera hubieran tenido jamás la oportunidad de mostrar en España su riqueza musical, literaria, artística y cinematográfica.
No es justo que ahora se le criminalice. No, no es justo.
En el fondo quieren llamar la atención para vender libros, publicar escritos... seguramente an alguna editorial relacionada con los medios que se han dedicada difundir esta mentira y una escritora a la que nadie conoce intentar reconocimiento más allá de su círculo más cercano.
El interés particular y el amarillismo en el que está envuelta nuestra prensa, para vender ante la crisis, tienen más importanca que la apuesta por la diversidad y pluralidad cultural.
Los que han montado esta polémica viven fuera de Marruecos, en exilios, más o menos confortables.
Les importa muy poco lo que les pase a los que viven en el país. Una buena forma de elimimar posible competencia y aparecer como defensores de los derechos humanos, cuando con su comportamiento se están convirrtiendo en auténticos censores que impidirán que conozcamos la realidad que no te interesa mostrar porque desmontará muchos tópicos y por no ser economicamente rentable.
Visto lo visto seguro que algunos festivales se olvidaran de realizar apuestas como La Mar de Músicas de este año, para mostrarnos lo que ya veemos y leemos en nuestros medios todos los días.
Es la lógica de los negocios y todos saldrems perdiendo. Convirtiendose los que van de más progres en los mas reaccionarios.