Objetivamente, subjetivo: Rítmos del Mundo 3

Inmersos en una campaña electoral casi permanente no es de extrañar los comportamientos de unos y de otros y de la poca memoria de algunos. A estas alturas todos somos conscientes de que los cambios realizados y los que se avecinan, van a cambiar nuestras vidas profesionales y también las personales.

En la música todo esto es más que evidente. La crisis de la industria musical, cuyos dirigentes son realmente los máximos responsables, está dando lugar a las más variadas propuestas como www.musicleft.net, www.rhapsody.com y otras con licencias creative commons que están transformando la forma de entender y de relacionar lo creativo, las maneras de acceder a las nuevas creaciones y la relación entre creadores, artistas y público. La eliminación de intermediarios en la cadena musical abarata costes y por lo tanto beneficios. Muchas alternativas locales surgen frente a la estrategia global.

A la industria convencional no le queda más remedio que asumir esta realidad e intentar convivir con ella. Los intentos de criminalización y de persecución de estas nuevas formas de entender la música sólo llevarán a un mayor desprestigio de los gestores musicales. Es de sobra conocida la realidad porcentual que reciben los artistas por disco vendido y que de los derechos de autor sólo unos pocos pueden vivir.

La música en vivo sustenta la mayor parte del mercado. Frente a la caída de ventas discográficas, los conciertos y el número de asistentes a los mismos aumentan. Todos intentan ahora convertirse en promotores y nadie les puede impedir serlo. Lo que hay que evitar es que la opulencia en la que la industria vivía hace tiempo se traslade al directo. Existen signos de ello. La competencia entre festivales puede llevar a saturar el mercado, entrar en controversias inútiles y a dar cancha a la especulación. De esto último ya se empiezan a ver síntomas. El espectáculo puede convertirse en un nuevo modelo urbanístico que nada tiene que ver con la cultura y el ocio, y mucho más con el lucro fácil y rápido. Es difícil de entender que sea una prioridad institucional, y por lo tanto presupuestaria, la organización de determinados conciertos y festivales que perfectamente son rentables desde la iniciativa privada. La desviación de presupuestos y espacios para este tipo de actividades puede suponer la supresión o la no realización de actividades que tienen que ver más con la diversidad musical, la cooperación cultural y el conocimiento de lo ajeno. Con todo esto el público sería el más perjudicado. Frente a eventos faraónicos surgen iniciativas como “Live in the Living”, y pequeños espacios donde poder disfrutar de lo innovador, que conviven con otros con más pretensiones.

Muchas alternativas surgen cada día. Si la música es cultura tenemos la responsabilidad de demostrarlo y que ésta tiene más valores que el exclusivamente económico.

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