Algo más que cayucos, pateras, terrorismo, drogas, emigración, poligamias…
Han pasado ya casi tres años desde que nos pusimos a elaborar la “Guía de las Músicas del Magreb”, guía musical única en todo el mundo. La idea surgió después de varios viajes por la zona, y comprobar que la realidad que se nos muestra habitualmente es bastante sesgada y subjetiva, más cercana al sensacionalismo que a la información diversa y plural. No quiere decir esto que lo que se cuenta no ocurra, pero además acontecen otras muchas cosas en los países del Magreb que casi nadie refleja. Sólo parecen merecer atención los temas más efectistas sin apenas mencionar las transformaciones que se están produciendo. Es injusto que sólo se hable de terrorismo, integrismo, pateras, cayucos, drogas, emigración y, últimamente, hasta de la poligamia. No es ecuánime que no se mencionen los avances que se están produciendo en países como Mauritania, que con recursos muy limitados se están transformando, y que cuando se hable de este país sea para hablar de la suspensión de uno de los “acontecimientos deportivos más importantes del mundo”, el París-Dakar, ejemplo de despilfarro y/o por otros motivos más penosos.
Esto fue lo que nos animó a emprender un trabajo de investigación, que nos ha aportado muchas sorpresas y más satisfacciones, realizado en el campo musical que es a lo que nos dedicamos profesionalmente.
Admiración por comprobar la diversidad musical y cultural existente. Orgullo por las señas de identidad, orígenes, creencias y principios para nada incompatibles con la modernidad y la convivencia con otras realidades lejanas y muy próximas a la vez. El progreso no debe suponer abolir la riqueza milenaria de los pueblos. No se pueden manipular culturas milenarias por intereses exclusivamente comerciales dictados desde las mesas –y ordenadores– de los ejecutivos culturales instalados en América o Japón.
Sorpresa por la capacidad de realización de eventos y producciones que a base de audacia y, a veces riesgo, ponen en un brete a las autoridades que, como en todos los lugares, ven con recelo aquello que les es desconocido. Extrañeza por la inexistencia de industrias culturales, permitiendo, con su inexistencia, la creación y el desarrollo de ideas no basadas exclusivamente en la rentabilidad económica inmediata marcada por un mercado que sólo entiende la cultura como negocio.
Disidencias contra lo establecido. Resistencias frente a la imposición y la autoridad. Incidencias en la sociedad. Son algunas de las características de muchos jóvenes magrebíes que, seguramente, no son conscientes de la importancia de su labor en los cambios y en la manera de pensar de una sociedad no propensa a grandes modificaciones de hábitos y costumbres.
El “todos podemos ser un artista” que gritaban los punkis en los setenta, o el “Do it yourself” (Házlo tú mismo) que se proclama en las grandes urbes occidentales en la actualidad, en muchas urbes magrebíes se puede comprobar sin tener que buscar en exceso.
Artistas de múltiples estilos. Desde la tradición a la electrónica, pasando por la fusión o el rap. Saharauis, gnawa, rifeños, judíos y/o bereberes. Cantos houaris interpretados por mujeres en las zonas rurales. Cantantes góticas que se atreven con canciones de Marilyn Mason, David Bowie o Bob Marley. Otras se aventuran con el funky, el jazz, rapean o se ponen a los platos de cualquier sala de baile, después de iniciarse en bodas, fiestas y banquetes. Artistas asesinados por coherencia con las ideas. Ejemplo del compromiso de artistas y pueblo. Los que tuvieron que emigrar a Marsella la convirtieron en la capital europea del hip-hop. Festivales en grandes ciudades conviven con los que se realizan en playas kilométricas o en el del desierto. Encuentros donde no se impide la presencia de menores. Pluralidad musical infantil, la mejor garantía para que los más pequeños conozcan y respeten un mundo mixto, diverso, donde la convivencia prevalece. Publicaciones y periodistas que sufren sanciones, incluso penas de cárcel, que trabajan sin desmayo por ganar espacios a la libertad y el respeto.
Todo esto nos llevó a realizar esta guía para mostrar parte de aquello que casi nadie se atreve a difundir. Existe a pesar de los silencios. Artistas, creadores, películas… no programadas por no estar de moda en París, Londres o Berlín. No constan porque no son rentables y como no lo son no interesa mostrarlo. Pero es una realidad que está a nuestro lado, muy próxima. No podemos obviarla, porque ya forma parte de nuestras vidas. Vidas que se enriquecen con personas que tienen el valor, el coraje y la valentía de hacer realidad sus sueños, aunque suene raro escribir esto. Esfuerzos con mínimos apoyos de las autoridades locales, que tienen por lógica que atender primero las necesidades básicas de la población, pero que tampoco encuentran la complicidad de los responsables internacionales de la cooperación cultural. Pero siempre hay excepciones. Una de ellas la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID), que tiene la sensibilidad y la capacidad de entender que la cultura es un arma de intervención masiva para hacer posible la cooperación y el conocimiento recíproco. Sin esa visión esta publicación nunca hubiera sido posible o se hubiera retardado más.
Once capítulos realizados por músicos, periodistas, programadores, diseñadores y promotores de ambos lados del Estrecho. Más de doscientas sesenta fichas de festivales, referencias y artistas. La mayoría de éstos residentes en sus países de origen sin que tengan editados sus trabajos en Europa y sin haber podido visitarnos nunca. Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y también el Sáhara. Un esfuerzo por mostrar una realidad mucho más variada de lo que creemos. Un trabajo de amigos, cómplices y, sobre todo personas, para sensibilizar y acercar culturas. Editada bajo licencia copyleft somos conscientes de que todo proceso de investigación y creación parte de conocimientos que iniciaron otros y por tanto no debemos apropiarnos de ellos. No podemos utilizar leyes que, supuestamente, están para garantizar la propiedad intelectual pero que suelen utilizarse para apropiarse del conocimiento y del patrimonio cultural de los más débiles. Una filosofía cultural que se debe tener presente al enfrentarse a esta Guía.
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