Madrid fuera de la ley, un paseo por territorio de rateros, golfos y buscavidas
Este es un recorrido por el Madrid de estafadores, pillos, matones, golfos, bandoleros y otra gente de malvivir de hace un siglo. Un recorrido por los bajos fondos de una ciudad sin normas, donde las revueltas eran de verdad, no de buenrollismo. Un paseo distinto por el centro de la capital, más allá de la Cibeles y la puerta de Alcalá, a propósito de ‘Fuera de la Ley. Hampa, anarquistas, bandoleros y apaches. Los bajos fondos de España (1900-1923)’, obra recién editada por La Felguera.
“¿Cómo quieres que nos detengamos en minucias leguyescas para exterminar aquello que a nosotros quiere exterminarnos?”. (‘Los pistoleros’, Federico Oliver, 1931).
La cita: un sábado de octubre. La hora: 19.30. El lugar: El Campo de Cebada, en pleno centro de Madrid. Veinte minutos antes, el acceso está colapsado. Hay un concierto/concurso/taller/muestra de bachata y la presentación de un libro. Los promotores de esto último deciden cambiar de escenario y trasladarse a la puerta trasera del mercado municipal. Una muchedumbre en procesión se dirige hacia allí. Las terrazas de los bares están llenas aprovechando lo que parecen ser los últimos rayos de sol de un verano prolongado. No saben qué ocurre: ¿una manifestación?, ¿una procesión laica?, ¿un grupo de hooligans camino del cercano Calderón? Caminamos sin consignas, hablando ente nosotros, alucinando por la repercusión de la convocatoria. Excursión viva, gratificante, explosiva. No sabemos adónde vamos, tampoco lo que nos espera.
En la puerta de acceso al mercado, megáfono en mano, las dos personas que ilustrarán el recorrido reclaman detener el tiempo, relojes y agendas. Situarnos en 1911, en el cercano Café de los Naranjos, en alguna de las 300 tabernas que convivían en la zona junto a una librería o en el Café del Manco en el cercano Rastro. Cafetín donde cualquiera podía maldormir a cambio de unas monedas. Lugares de pillos, buscavidas, golfos, apaches y miembros del hampa madrileña. Para ellos no existía el Código Penal, para los presentes tampoco. Colectivamente pasamos a su destrucción, página a página. Entramos en un territorio fuera de la Ley.
En la cercana calle de Toledo, se encuentra una oficina de Bankia. Su siniestra historia reciente tiene un antepasado también lúgubre. Allí se levantaba el Teatro Novedades. Zarzuelas, comedias de magia, teatro y músicas populares eran las actividades habituales dirigidas a un público humilde, en correspondencia con el barrio modesto donde se encontraba. El 23 de septiembre de 1928 se representa El Mejor del Puerto, se produce un cortacircuito, un incendio, un colapso: 67 muertos, 200 heridos. “Ha habido más muertos que en el Novedades” pasa a ser la frase castiza al referirse a catástrofes similares o masivas.
La peculiar procesión se dirige a la Plaza Vara del Rey, se concentra en lo que fue un antiguo cementerio árabe. Estamos en pleno Rastro, nombre que proviene de los restos de sangre dejados por antiguos mataderos allí apostados. En la Plaza de la Cebada se ubicaba el Convento de la Concepción Jerónima, lugar destinado a novicias de familias bien, en choque directo con sus vecinos franciscanos en su peculiar lucha por preservar y aumentar las zonas de influencia espiritual. Singulares guerras por las hegemonías de la época. El desplazamiento de ellas puso fin a la disputa. En su convento había plantada ruda -planta con efectos anticonceptivos, según nos relatan- y de ahí el nombre de la calle cercana.
En la cercana Plaza de los Carros, lugar de la asamblea local del 15M, se encontraba la Delegación de Vigilancia que tuvo especial trabajo cuando la ciudad se empeñó en tener su propio Jack El Destripador. “Ya no hay duda de que los crímenes de Londres se repetirán en breve en Madrid” proclamaba el periódico La Hormiga de Oro. En la calle Mediodía Grande se localiza un punto de encuentro para vagabundos y apaches descritos con maestría por Benito Pérez Galdós en Misericordia. Un lugar como “los palacios encantados de la Señá Bernarda” donde se podía dormir por 5 céntimos y una consumición. Los responsables del lugar despertaban al personal cada dos horas para que volviera a consumir.
En Puerta de Toledo conocemos la historia de José Muñoz Bustamante, conocido como Pucheta. Torero bastante mediocre que quería ser el dictador de los bajos fondos, fijo en todas las revueltas que se producían cada tres o cuatro años en la ciudad. Revueltas de verdad, no de manitas al aire o de buenrollismo, nos relatan los guías. Francisco Chico, jefe de Policía, fue el encargado de encarcelar o enviar a Filipinas a los revolucionarios que participaron en las revueltas de 1848. Vivía en un palacio de la Plaza de los Mostenses, cuidando la casa de un conde y rodeado de obras de arte, incluido algún lienzo de Goya. En una de esas revueltas, un grupo de toreros revolucionarios encabezado por el mismo Pucheta fueron al palacio, sin encontrar al policía. Se toparon con una sala repleta de cuadros y obras de arte. Un gran lienzo ocultaba una habitación, allí estaba Francisco Chico, viejo y enfermo. Fue trasladado sobre un colchón hasta la Fuentecilla de la calle Toledo, donde fue fusilado.
La banda sonora completa de La Felguera Editores en este enlace:
Fuera de la Ley Una muestra: "Fuera de la ley" de Desechables,
Estos y otros relatos son los preámbulos de lo que acontecería en la ciudad en los primeros años del siglo pasado y que empezamos a descubrir esa tarde de sábado. Bandas y rateros a los que intenta hacer frente Ramón Fernández-Luna, nuestro particular Sherlock Holmes, que no tenía ningún inconveniente en disfrazarse de las más variada formas para lograr sus objetivos, contando con un buen número de soplones que le ayudaban a realizar sus averiguaciones. Tiempos de cafés cantantes y bodegas. De casas de juego y sociedades clandestinas. De cabarets y tabernas. De casas de dormir y “hoteles del hampa”. De perdedores de la Guerra de Cuba, de ex bandoleros andaluces. De prostitutas, chulos y enfermos mentales. De matones y ex presidiarios. De bandoleros y apaches. De trogloditas y anarquistas. De opresores y oprimidos. De dronistas y sirleros. De espadistas y topistas. De policías y bandas secretas. De luchas y resistencias. De éxitos y fracasos. De asesinatos como el de Cánovas del Castillo y atentados como el de Eduardo Dato. De bombas contra Alfonso XIII, con Mateo Morral como justiciero, y falsos primos del monarca. De Caballeros de La Luna y atracadores de trenes. De La Banda Negra y de Pasos Largos. De El Tempranillo y de El Pernales. De rateros y de estafadores como Antonio Llucià, el príncipe de todos ellos. De ladrones de arte como Rafael Coba.
Historias producidas en escenarios relatados por Galdós y singularmente por Pío Baroja en la trilogía La lucha por la vida, entre otros; la mayoría desconocidas, como la disputa entre Fantômas y Fernández-Luna, tras el enterramiento vivo del primero durante seis días en el Music Hall del Palace Hotel.
Son solo algunos de los acontecimientos narrados en Fuera de la Ley. Hampa, anarquistas, bandoleros y apaches. Los bajos fondos de España (1900-1923), recién editada por La Felguera. Misterios mayormente de Madrid, pero también de Barcelona y otros lugares, que salen a la luz en una más que cuidada edición que se devora, degustando cada página, comprendiendo ignorancias en la que estamos envueltos, descubriendo realidades próximas y silenciadas. Más de 550 páginas con ilustraciones, imágenes y fotografías muy cuidadas incluyendo más de un centenar de fichas policiales y un minucioso Diccionario Criminal. Para disfrutar, pervertirse y escudriñar por el centro de la capital esos lugares que protagonizaron la vida de la ciudad, y que ahora ven la luz tras años de ocultismo.
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