Fiesta rebelde
Foto:
Paco Manzano
El
viaje a las “Metrópolis”, lema del
festival de este año, nos transportó la noche del sábado a Bogotá y México D.F.,
dos de las grandes capitales musicales de América
Latina y del mundo. El concierto comenzó con un retraso de unos diez
minutos motivado por unas condiciones atmosféricas adversas. La fuerza del
viento era tal, que parecía que iba a convertir el escenario flotante del Auditorio Natural de Lanuza en un barco
dirigido hacia la tempestad. Las comprobaciones de rigor y la evidencia por
parte de los técnicos de la inexistencia de cualquier tipo de riesgo tanto para
artistas como para público, dan pie al presentador a inaugurar una velada que
promete ser excitante y única.
Doctor Krápula es una de esas bandas que
surgen en cualquier barrio de una gran urbe y que con dedicación y talento
logran desarrollar una carrera coherente, digna, ajena a los rigores de la
industria musical. Forman parte del movimiento artístico “consciente” que
utiliza la música como herramienta para crear conciencia y militancia social.
Desde
el primer tema “Doctor Krápula presente” se
puso de manifiesto que iban a ser el mejor antídoto para calmar el huracán
atmosférico, transformándolo en un vendaval musical, bailable, agitador de
conciencias. La respuesta fue inmediata. Apenas un par de temas y todos en pie,
bullendo y coreando canciones prácticamente desconocidas e inéditas para la
mayoría de los asistentes. “Viva el
planeta” sobre los efectos del cambio climático, “Somos” homenaje a los líderes indígenas asesinados. Denuncias
sobre el comercio del agua utilizada para la extracción de minerales, que deja
desabastecida y al borde de la supervivencia a millones de personas en América Latina. Música contundente que
convierte el auditorio en una singular fiesta rebelde: “Exigimos porque tenemos derecho a protestar, exigimos porque la voz la
podemos levantar”, “Exigimos nueva gente en el gobierno y que se acabe tanta
corrupción”; nadie deja de bailar, aplaudir, compartir. Finalizan
agradeciendo su presencia en el festival, al que acuden por primera vez,
homenajeando a sus maestros (palabras textuales), Café Tacvba, con los que han actuado
en México, Bogotá, Argentina y Estados Unidos, mientras las redes
sociales del festival se inundan de mensajes desde América Latina, Estados Unidos
y África, que están siguiendo en
directo el concierto a través de Radio 3.
Cambio
de backline que aprovecha el presentador para homenajear al público asistente
por su entrega y asistencia, incluso en las condiciones más adversas que
felizmente parecen haber concluido. Ondean banderas mexicanas, oscuridad
escénica y diez años después vuelven a subirse al escenario pirenaico Rubén Albarrán (voz), Memen del Real (teclados),
José Alfredo
Rangel (guitarra) y Enrique Rancel (bajo).
“Pájaros” es el tema elegido para
comenzar, Café
Tacvba en estado puro. Decena y media de canciones, un recorrido por
toda su discografía, especialmente con su último trabajo “El objeto antes llamado disco”, ponen de manifiesto por qué es una
de las bandas señeras y más reconocidas de América
Latina.
Público
entregado, comunión perfecta, coreo masivo de sus temas más populares, aunque
algunos sean complejos como “Chilanga”: “chafa chumba te chutas /no checa andas de
tacuche /y chale con la charola”. Salida de escenario, reclamo y vuelta
para finalizar con “El puñal y el
corazón” en la mejor tradición trágico-musical de las baladas-boleros
latinoamericanos.
Otra
noche espléndida, de esas que hacen la historia del festival, donde la
complicidad del idioma y las redes sociales la convirtieron en una de las más
difundidas de su historia. Con toda seguridad viviremos muchas más en esta
edición.
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