De visita en Zaragoza

Una nueva visita a Zaragoza. Es una ciudad acogedora. Te sientes bien, como en todo Aragón. Siempre me sorprende la incidencia que tiene una provincia tan pequeña, en población, como Huesca en el conjunto de la Comunidad. Suele ser más referencia cultural que la capital. Teruel también tiene su incidencia, ya que existe, obviedad que a veces no se tiene en cuenta.

Ves a compañeros y amigos con los que contrastas pareceres y opiniones. Hay diferencias pero hay más coincidencias. Acudo a dar clase sobre “Comunicación cultural” en el programa del Máster de Gestión Cultural de la Universidad. Saco la misma impresión que en las tres ediciones anteriores. Tengo dudas de que este de formación sirve para algo en nuestro mercado laboral actual.

Se incrementan la incertidumbre cuando te comentan que la teoría es una cosa y que realidad es bien distinta. Intento dar herramientas prácticas, útiles, pero es indudable que la información cultural es una anécdota, solo suele tener interés, para la mayoría de los medios generalistas, lo que difundan las industrias del ocio y del entretenimiento. La inversión publicitaria tiene que ver con ello.

Hay que innovar, crear, elaborar, compartir. Es realmente difícil pedirlo a unos alumnos, que no llegan a los treinta, que tienen por delante a buen número de profesionales curtidos que no van a dejar esta profesión, ni se van a jubilar, en unos cuantos años. Un tapón muy difícil de desatascar. Generaciones muy preparadas, teóricamente, con escaso contacto con la realidad de la gestión diaria, en busca de un trabajo institucional que no se va a producir en bastante tiempo.

Los que llegamos a esto con las primeras corporaciones democráticas hemos conocido todo tipo propuestas, promesas y vanaglorias sobre la importancia de la cultura y de sus trabajadores. Han pasado más de tres décadas desde la llegada de la democracia y en todo ese tiempo nadie ha regulado, ni reconocido nuestra profesión. Es la mejor muestra de cinismo con el que se trata a los trabajadores culturales.

Por encima de evidencias como estas, están las personas y el poder de compartir con ellas encuentros y opiniones que vuelve a poner de manifiesto que la realidad del país se parece poco a la oficial.

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