Noches de Ramadán en Madrid


Fotografía: Carlos Roa.


El barrio madrileño de Lavapiés ha vuelto a acoger una nueva edición del Festival Noches de Ramadán. Se trata de un evento que pretende dar a conocer algunos aspectos de las culturas de los países árabes y musulmanes a la ciudanía española, ser un punto de encuentro para conocer la realidad de un mundo que nos es próximo y lejano a la vez. Tras el Maghrib (puesta de sol) llega el Iftar, la comida que rompe el ayuno y que suele iniciarse con dátiles. Después del avituallamiento la cita es en las canchas polideportivas del Parque Casino de la Reina, acondicionadas para escuchar la música en directo y tomar un té y unos dulces típicos árabes en la jaima instalada al efecto, todo ello de forma gratuita. El Ramadán se celebra en el noveno mes del calendario musulmán, es el mes sagrado por excelencia. Mes de ayuno, renovación física y espiritual. Días de fraternidad y solidaridad.


La fecha de su celebración suele adelantarse aproximadamente unos diez días al año en nuestro calendario, lo que ha motivado que buena parte del Festival Noches de Ramadán se haya celebrado entre finales de agosto y los primeros días de septiembre. Aunque en el festival hay actividades de cine, exposiciones, conferencias, juegos, actividades infantiles y deportivas, la música es su parte fundamental al realizarse en un espacio abierto, céntrico y de acceso libre.


Los conciertos se anuncian a las diez de la noche, una hora antes se permite el acceso. Llama la atención que aunque los artistas no son conocidos entre nosotros, media hora antes de la apertura de las puertas comienza a formarse una fila espontanea en la entrada. Un control de seguridad evita que se introduzcan botellas, latas o cualquier objeto que pueda ser peligroso. En los contendores de vidrio, papel y envases, se depositan los materiales no permitidos. Casi nadie protesta por la revisión que se hace con rapidez e incluye personal femenino para posibles inspecciones más delicadas. El personal va uniformado con pantalones y camisetas de color negro, lo que les identifica perfectamente. Todos pasan por el examen ya sea la máxima responsable de Casa Árabe, diplomáticos marroquíes o colombianos, representantes institucionales o trabajadores de medios de comunicación. La policía municipal se aproxima y tras una breve inspección ocular instala su vehículo en la puerta de la antigua Tabacalera en una acera próxima. A pesar de la afluencia masiva de público, el Samur no hace acto de presencia ya que no se producen incidentes. Los que ya han acudido al festival en años anteriores traen la bebida en vasos de plástico o papel, saben que dentro no está permitida la venta de bebidas alcohólicas. Los vendedores ambulantes chinos han aprendido la lección y al el segundo día ya venden en el exterior la bebida en ese tipo de envases.


Media hora antes del comienzo todos los asientos están ocupados. Mientras unos forman una larga cola para acceder a la tetería, otros observan los libros expuestos en el espacio de la librería Baïbars, con las últimas referencias sobre el mundo árabe y musulmán. Por el equipo de sonido suenan canciones de artistas árabes como Idir, Khaled, H-Kayne, Don Bigg o Cheb Mami que se simultanean con imágenes de las ediciones anteriores del festival.


A las 22.10 se apagan las luces de una parte de las canchas. Un par de minutos más tarde aparecen los presentadores. Las periodistas Beatriz Pola y María Álvarez de Eluate de RNE se dirigen al público en castellano, mientras que Hicham Malayo lo hace en árabe.


Los artistas elegidos este año son el argelino Kamel El Harrachi y la marroquí Oum. No es casualidad esta elección. Se pretende conjugar tradición, modernidad e igualdad de género. Kamel El Harrachi es un artista de enorme talento continuador de la carrera iniciada por su padre Dahmane El Harrachi, autor de la canción “Ya Rayah” que popularizaran Rachid Taha y Goran Bregovic. Es uno de los máximos representantes del chaâbi, la música popular por excelencia de Argelia. Se hace acompañar de cuerdas, teclados y percusiones inspirándose en la poesía oral y en la gran tradición musical arábigo-andalusí del Medievo, sin renunciar a las nuevas sonoridades. Canciones que hablan de amores, traiciones, exilios, gentes y vidas. Un concierto emotivo que cautivó al personal que lo despidió con una prolongada ovación tras los correspondientes bises.


La noche del viernes estaba reservada para Oum. Realmente lo tenía complicado. Poco a poco va siendo conocida entre nosotros tras su paso por festivales como Pirineos Sur, La Mar de Músicas o el Mercat de Música de Viva en Vic, escenarios que son una reválida para cualquier artista que se presenta en los mismos. Aunque en Madrid había actuado en dos ocasiones como parte de la producción Casser le Mur, en Noches de Ramadán era la primera vez que lo hacía como artista en solitario, acompañada de su propia banda.


Oum el Ghaït Benessahraoui forma parte de esa nueva generación de artistas marroquíes que definen el nuevo panorama musical del país y del que hemos hecho referencia en varias ocasiones en este blog. Su estilo marcadamente ecléctico, que viaja desde la música tradicional al jazz, pasando por el blues o el funky, es difícil de entender por aquellos que sólo entienden la música árabe encorsetadas en los parámetros habituales, es decir, los tradicionales. Su reto era complicado, pero la artista de Casablanca lo superó con creces gracias a la calidez de su voz, la calidad de los temas y el acompañamiento de una excelente banda. El público así lo reconoció haciéndole permanecer en escena hasta la medianoche. En la cena posterior cercana al recinto de la actuación, varios espectadores le mostraron entradas de su concierto del pasado julio en Pirineos Sur, mientras otros le comentaban que la habían venido a ver desde Toledo, Salamanca, Valladolid e Italia. Camino del hotel es interrumpida y besada por espectadores anónimos. Totalmente emocionada agradece las muestras de cariño de las personas de un país donde no tiene ningún disco editado. Mientras todo esto ocurría en los alrededores de la plaza de Lavapiés, en las canchas polideportivas se desmontaba todo para que a primera hora de la tarde del sábado los aficionados al deporte se encontraran las instalaciones en perfecto estado.


Acababa una nueva edición de Noches de Ramadán en Madrid realizada a pesar de la crisis y de las múltiples dificultades encontradas, por la perfecta conjunción entre las partes implicadas en su organización: Casa Árabe, Fabricantes de Ideas, empresas de servicios, el apoyo de las distintas entidades ciudadanas y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Más de un vecino comentaba que era la mejor actividad que se hacía en el barrio al combinar perfectamente calidad artística, personal, equipos, infraestructuras y servicios, algo muy asumido por la organización que tiene siempre presente que a un evento de estas características se le exige mucho más que a otros de características similares dada la arabofobia e islamofobia que impera en buena parte de nuestra sociedad.

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