Aquellas revistas que sobrevivieron al franquismo pero murieron con la Transición

Texto publicado en El Asombrario el pasado 7 de octubre

Poco a poco vamos conociendo realidades, organizaciones y personas que la restauración borbónica, conocida como Transición, abandonó a su suerte o directamente las dejó sucumbir. Muchas habían luchado y sufrido por la democracia y la propia democracia acabó con ellas, lo que no hizo el tardofranquismo lo logró la novísima libertad.

Libros Walder (https://libroswalden.com) publico en plena pandemia Todo era posible. Revistas undergroud y contracultura en España 1968-1983. Un recorrido por las publicaciones culturales que en aquellos años se editaron y que a muchos nos marcaron en nuestra adolescencia, cuando empezamos a percibir una realidad que no solo no nos gustaba, sino que también nos asfixiaba, pretendíamos ser libres, o por lo menos intentarlo. 

Cuando se habla de la prensa de aquellos años se menciona a Índice, la publicación más censurada y secuestrada, Triunfo, una escuela de periodismo cuyos números están todos disponibles digitalmente (www.triunfodigital.com ), Cuadernos para el Diálogo y Cambio 16. Esta última se sigue publicando y a medios de la primera década de este siglo volvió a editar Cuadernos, en ambas tuve la oportunidad de colaborar regularmente y en C16 lo sigo haciendo. Hubo otras de carácter “más cultural”, Revista de Occidente que fundó Ortega y Gasset en 1923, volvió a editarla su hijo en 1963. Papeles de Son Armadans,puesta en marcha por el  Nobel Camilo José Cela, algunas musicales como FonoramaDisco Express o Discóbolo, de arquitectura como Nueva Forma o Cau, humorísticas como La Codorniz que fundara en 1941 Miguel Mihura y otros integrantes de la oculta Generación del 27 del humor que desde posiciones muy integristas osciló hacía otras más críticas, convirtiéndose, como decía su eslogan, en “la revista más audaz para el lector más inteligente”, o Hermano Lobo  (todos sus ejemplares en http://www.hermanolobodigital.com ) ,que ocupó el lugar de la anterior cuando aquella empezó su declive. 

Revistas que nos marcaron que se llevaban parte de nuestros pequeños ingresos

De ellas hablan Manuel Moreno y Abel Cuevas, los autores de Todo era posible, repasando otras editadas en el exterior y algunos fanzines que corrieron en paralelo a las publicaciones en que se centra el libro. Revistas culturales, a veces poco correctas políticamente que, aunque no se suelen mencionar, forman parte de la historia de nuestros medios y de nuestra cultura. En estos tiempos de confinamiento hemos vuelto a comprobar el escaso interés por los trabajadores culturales, más evidente cuando estos se manifiestan de manera crítica como ocurría en la mayoría de las publicaciones señaladas, por eso no es de extrañar el silencio en el que han vivido todos estos años, siendo muy loable esta publicación, aunque solo sea para reconocer la labor de quienes lo narraban y de quienes las editaron, algunos compañeros y amigos en la actualidad. Muchas nos marcaron, haciendo que parte de nuestros pequeños ingresos se gastaran en aquellos quioscos de barrio repletos de todo tipo de publicaciones y no de cacerolas y abanicos como ocurre en la actualidad.

De muchas de ellas guardo ejemplares. No soy coleccionista, pero cuido aquello que me parece que es o puede ser relevante, singularmente si tienen un valor personal, y aquellas lo tenían. De Ozono, La Luna de Madrid, Sur Express o Madrid Me Mata tengo todos los ejemplares. Muchos de Star a partir del número 3, bastantes de Disco Express, Vibraciones, Bicicleta, Boggie, Dezine, los cuarenta y cinco primeros números de El viejo topo y otras muchas que en estos días de confinamiento cultural he desempolvado y vuelto a ojear para recuperar parte de mi memoria histórica personal, por ello algunos de esos ejemplares reportan momentos especiales. Pausa y perdón por contar la siguiente batallita. No pinto canas por estar rapado con maquinilla, pero tengo una edad. Siendo un jovenzuelo compré, el mismo día que fallecía el General Franco, el numero 5 de la revista Ozono, jornada histórica para la mayoría y más que curiosa para mi. Mientras que toda la maquinaria represiva del estado estaba movilizada en un destartalado banco de madera del barrio madrileño de Hortaleza unos adolescentes, que no pudimos asistir a clase al cerrarse las aulas por motivo tan señalado, hacíamos conjeturas juveniles sobre lo que podía ocurrir en los próximos meses, mientras nos pasábamos ese ejemplar que hablaba de la música de Cuba, la crisis del rock, la fiesta de L’Humanité -periódico oficial del PC francés-, un informe sobre la canción vasca y otros muchos más temas que normalmente estaban vetados en los medios convencionales. Ese número cerraba la primera etapa de la publicación que se definía como “revista de música y otras cosas”, para pasar a una nueva cuyo objetivo era “mantener la calidad, el rigor y la independencia que hasta ahora mantenía en la información musical y potenciar, con los mismos criterios, otros temas de sociología, de cultura, de artes o de letras, entrevistas en profundidad sobre temas de nuestro tiempo, de nuestro país o de otros de fuera de nuestras fronteras”, como se comentaba en la editorial del número 6,  detallándose el balance económico, activo y pasivo, del año indicando que el Presidente y Consejero-Delegado del Consejo de Administración Don Felipe Cantos Ortiz participaba con una cantidad superior al 50% del capital, transparencia que no deja de llamar la atención en la actualidad, donde la opacidad sobre cuentas y control de medios  deja bastante que desear. Otro de los recuerdos que me viene a la cabeza fue descubrir en la portada de una de esas publicaciones una foto de Manolo Campoamor, gracias a esa imagen conocimos que además de jugar al futbol con nosotros era el cantante de Kaka Luxe, grupo con el que comenzó lo que después se llamaría movida. 

“¿Qué puede decirse de un hombre que lo más intelectual y profundo que ha leído es Papillón?”Pedro J. Ramirez hablando sobre Adolfo Suarez 

De todas esas publicaciones las que más me fascinaban eran OzonoAjoblanco, en la que también tuve el placer de escribir, no voy a contar nada de ella ya que es suficientemente conocida y todos sus números se pueden descargar libremente, y Sal común, la que más me marcó. Abordaba muchos de los temas que trataban las anteriores o El viejo topo, aunque para entender muchos de esos textos había que tener una cierta formación de la que carecíamos. La Sal, como la llamábamos, era un panfleto compresible para chavales en pleno proceso formativo. Buena parte de sus páginas también estaban dedicadas a la música, la última época de Disco Express estaba integrada en la misma, con titulares tan singulares Como se lo monta un hippy millonario, refiriéndose a Neil Young, el que encabezaba una entrevista a Miguel Bosé respondiendo lo siguiente sobre su vocación musical que “le sudaba la música, el cine, todo…” y cuyo titular no tenía desperdicio “Bosé, el marketing empieza por un mismo” releyéndola podemos entender su deriva actual o este otro: “Andy Warhol nos da una lección magistral de cómo torear a un periodista (no dice absolutamente nada, el cabrón)”. También trataban sobre el amor libre, de cómo acabar con la división homo-hetero, de las ventajas de la bisexualidad, como defenderse ante una violación. Textos sobre el significado de las cárceles, incluyendo el diario de un preso esperando su ejecución en el corredor de la muerte. De cómo salvar el planeta, “el sol es gratis hasta que los americanos acaben vendiéndonoslo”, afirmando a finales de los setenta que “el planeta está muerto” por el consumo intensivo o como conseguir energía limpia y barata. Te informaba de cómo montar pequeños huertos para autoconsumo y por supuesto como crear uno de marihuana para disfrute propio. Controversias sobre los negocios de la cocaína o si la heroína debería ser legal, eran habituales. No faltaban temas más convencionales con entrevistas a personajes más públicos, como la que hicieron al que fue ministro en gobiernos de UCD y PSOE, que siéndolo de Justicia comentaba “que había fumado porros” o a distinguidos paladines de nuestra prensa como Juan Luis Cebrián, pidiendo “la legalización de la droga blanda, el alcohol es una droga dura”, para continuar afirmando que “se corre a palos a la putas baratas y a la caras se las premia en fiestas de sociedad”, manifestando a sus treinta y cinco años que “El País es bastante aburrido, no trae coñas, es más sesudo” y que Carrillo era el mejor político profesional, mientras que para Pedro J. Ramírez el veterano líder comunista “es un bandido, un villano, un hombre cuyas manos están manchadas con sangre, y no me refiero a Paracuellos”, hablando de la siguiente manera de Adolfo Suarez “¿Qué puede decirse de un hombre  que lo más intelectual y profundo que ha leído es Papillón?”, nada parecido a lo que comentaría años después sobre el expresidente. Los tiempos cambian para todos.

Aquellas publicaciones transformaron nuestra forma de ver la realidad, abriéndonos otras nuevas. Las más de doscientas cincuenta páginas de Todo era posible llena de imágenes, fotos y recortes nos vuelven a recordar el papel tan importante que tuvieron los medios, que hoy en la era de internet parecen tan alejados. Tener acceso a más información no es garantía de que sea mejor, ni más plural, ni estar más informado solo hay que darse una vuelta por publicaciones como las mencionadas para darse cuenta de ello.

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