‘El Contacto Cero’, la exitosa webserie lésbica censurada por YouTube
Hablamos con Sandra Guzmán Aguilar, directora de ‘El Contacto Cero’, la exitosa webserie lésbica –en menos de dos años han logrado más de 60.000 suscriptores y ocho millones de visualizaciones–, de mujeres lesbianas que llevan una vida muy natural, sin dramas, y que ha sufrido la censura. Su directora nos cuenta que ha sido suspendida temporalmente en dos ocasiones por YouTube. Sin razones, al no ser que consideren pornografía que dos chicas se besen en un sofá.
El Contacto Cero es una webserie que, según sus responsables, se diferencia de otras de temática lésbica en que no existen ni tapujos ni armarios, protagonizada por mujeres con libertad de género y sexualizadas. En sus siete capítulos de la primera temporada llegaron a 40.000 suscriptores y más de un millón de reproducciones. En marzo anunciaron la segunda temporada, posible, en parte, gracias a la financiación de sus seguidoras mediante un crowfunding, la mejor muestra de implicación y confianza. En la actual cuarentena han multiplicado el número de seguidoras. Tras esa realidad, hay otra que cada vez está más presente entre nosotros: la censura. El canal en YouTube donde se puede ver ha sido clausurado en dos ocasiones, siempre de madrugada. Tras cientos de reclamaciones lo reabren, aunque los vídeos son bloqueados durante 24 h / 48 h, originando importantes pérdidas económicas, a las que hay unir la caída de precios de la publicidad en estos momentos de crisis.
Sobre todo esto hablamos con su directora, Sandra Guzmán Aguilar. Para todos los que no la conozcan en este enlace se puede disfrutar de una serie que huye de tópicos y abre los ojos.
‘El Contacto Cero’ es una webserie que sorprende al tratar el amor lésbico desde la normalidad, sin el morbo habitual en este tipo de relatos. ¿Qué os llevo a hacerla?
Tras varios años detrás de otro canal de YouTube, en el que nos dedicábamos a hacer entrevistas a referentes del panorama lésbico, me di cuenta de que todas las webseries y cortometrajes se dedicaban a la misma temática. Chica que sale del armario, chica hetero que conoce a chica lesbiana y terminan teniendo un romance, pero al final vuelve con el chico. Esa no es la realidad. Yo me sentía en una vida normalizada, en la que toda la gente que me rodeaba entendía perfectamente quién era sin tener que dar explicaciones. Nadie contaba esa realidad; era hora de sexualizar a la mujer sin que fuese por parte de un hombre, ¡las mujeres también podemos desearnos!
¿Cómo empezó?
Un año antes de comenzar la serie, a modo de terapia, había escrito un guion después de una dolorosa ruptura amorosa, decidí dar otra vuelta a ese guion, contarlo de un modo distinto e innovador a las webseries que se estaban realizando. Jugar con los tiempos, poner una voz en off, que cada temporada la protagonista fuese un personaje distinto, contar la perspectiva de la ruptura desde cada personaje, empatizando con ambas.
¿Hubo casting artístico?
Se presentaron cientos de candidatas, terminamos haciendo 25 castings en persona; en el último nos quedamos con nuestras cuatro protagonistas, encontramos en ellas eso que tanto ansiábamos, la naturalidad. Sin haberlo buscado, todas pertenecían al colectivo LGBTQ. ¿Quién nos podría representar mejor?
¿Cuánto hay de real y de ficción?
En la primera temporada podríamos decir que hay un 50% de cada. En la segunda hice un verdadero trabajo de investigación, leí libros, amig@s compartieron experiencias, así que sigue existiendo ese 50% de real, pero ya no es tan personal, tan mío, sino de todos los que me rodean. Sobre todo, en esta temporada, que queríamos hablar de bisexualidad; al ser lesbiana he tenido que hacer un gran ejercicio de estudio y comprensión para poder también eliminar esa pequeña bifobia que me quedaba dentro.
¿El 100% del equipo es de ambiente LGBTQ?
En la primera temporada parte del equipo técnico no era del colectivo, pero me hacía mucha ilusión que eso sí pasara en la segunda, que todas fuésemos mujeres. Había gran complicidad entre nosotras; en los descansos nos contábamos nuestras cosas y, al hablar de los personajes, todas sentíamos la empatía. Si eso nos pasaba a nosotras, a nuestro público también le ocurriría.
¿Cómo fue la producción?
Al ser una webserie nuestro presupuesto es muy pequeño; pedí a mis padres un pequeño préstamo, decidí gastarlo todo en hacer la primera temporada, algo arriesgado. A día de hoy aún no he recuperado lo suficiente para poder devolverles el dinero, pero tengo otra satisfacción, llegar a nuestras seguidoras de tal modo que muchas nos escriben contándonos que han decidido salir del armario gracias a nosotras o que se han dado cuenta de su verdadera sexualidad.
¿Y la difusión?
Al principio decidimos subir nuestros capítulos a nuestra propia página web, para que no nos pasara lo que nos está pasando, que nos cerraran el canal porque sí. Decidimos estar en YouTube, porque todo el mundo nos pedía que lo subiéramos, nos lo aconsejaban para conseguir gran difusión, algo real; en menos de dos años teníamos más de 60.000 suscriptores y más de ocho millones de visualizaciones, un gran crecimiento del canal.
¿Hay escenas subidas de tono para que os hayan cerrado dos veces el canal?
Nuestras escenas “subidas de tono” no son subidas de tono, YouTube no lo permite. Nos han penalizado varios vídeos sin monetización a causa de que dos chicas estén en una cama besándose; para ellos eso es casi porno, si fuese una pareja heterosexual esos vídeos estarían monetizados. Nuestras escenas siempre han sido muy reales y naturales, se han sentido los besos, las caricias, sólo hay que leer los comentarios. Nuestras actrices son muy buenas, han conseguido entre ellas tanta química que te las crees. Todos son comentarios positivos, que estábamos haciendo algo diferente, que ya era hora de que algo representara realmente al colectivo.
¿Hubo presiones homófobas? ¿De seguidores de VOX, la extrema derecha, la Iglesia?
La presión comenzó en la segunda temporada, que consta de doce episodios; en el capítulo quinto hablamos sobre VOX, en ningún momento cometimos ninguna infracción, una conversación entre dos de las protagonistas, una estaba de acuerdo, otra no. A unos le molestó que hablásemos de política, a otras les encantó y se hicieron más afines aún a la serie. Los comentarios de odio y de homofobia han sido muy repetidos, no somos una webserie tonta en la que dos chicas sin cerebro se besan y no hablan de nada. Hablan de temas de actualidad, con inteligencia, y eso molesta, tanto que nos han cerrado el canal dos veces por spam o fraude sin motivo. Tenemos que reabrirlo con la ayuda de nuestras seguidoras, escribiendo masivamente a YouTube, porque de primeras no nos hacen caso, dicen que está cerrado para siempre y punto. En cuanto empiezan a recibir mensajes de cientos de seguidoras nos revisan, se dan cuenta del error, realmente no sabemos de verdad que hay detrás de cada error. La primera vez nos dijeron que eran por unas listas de reproducción parecidas, esta vez nos dicen que ha habido un error de revisión.
Aunque YouTube lo niega, creemos que la gente que nos manda mensajes de odio y de homofobia está detrás con denuncias falsas, pero no podemos demostrarlo. Es muy raro que antes de subir un nuevo vídeo de estreno, sin verlo, tenemos “15 no me gusta”. También están los que se suscriben al canal para insultarnos, tenemos que terminar bloqueándoles; aunque les denunciemos YouTube nunca cancela sus canales. YouTube juega con los creadores, perdemos dinero, seguidores, retenciones, todo… Es, de nuevo, empezar desde cero cada vez que nos cierran el canal por equivocación de ellos, no puedes rechistar…, son el todopoderoso.
Ante este tipo de censura, ¿qué papel queda cuando la libertad de expresión/creación se ve amenazada por denuncias infundadas, anónimas, la mayoría sin comprobar?
Nos sentimos desnudas, nos dan la opción de apelar una vez, te contestan en menos de una hora con un mensaje robotizado. Al tratarse de herramientas automatizadas meten en el saco situaciones que no infringen normas sin molestarse en comprobarlo. Cuando el daño está hecho y toda una comunidad se pone a reclamar, entonces lo revisan. Intentas buscar una alternativa a YouTube, pero no existe una plataforma con tanto poder, que llegue a tanta gente, es casi un monopolio.
Y cada vez que os suspenden, originan una limitación de recursos, cuando no la pérdida de lo invertido.
Durante el cierre perdemos todas las visualizaciones y retenciones conseguidas, dejamos de monetizar y cuesta mucho conseguir de nuevo buenos porcentajes para sacar algo de dinero. Cada vez que sucede esto nos dejan en bancarrota.
YouTube y Google, los dueños, ¿rompen los sueños e ilusiones de mucha gente?
YouTube realmente termina siendo el dueño de nuestros sueños e ilusiones. Estás viendo cómo crece tu canal, y de repente, por una decisión suya sin poder rechistar, te cierran el canal. Pasas 24 o 48 horas de incertidumbre, sin saber qué puede ser de tu futuro, del dinero invertido, y 60.000 personas preguntándote qué ha pasado, que si podrán ver la serie, que la subamos adonde sea, que para ell@s es importante… Pero YouTube no entiende eso, somos simplemente una parte más de un algoritmo.
La mayoría de los vídeos censurados en YouTube provienen de campañas coordinadas de insultos homófobos y xenófobos, mientras que no hay inconveniente en visibilizar a menores de edad semidesnudos o exaltaciones al nazismo. Al periodista Carlos Hernández le censuraron vídeos que mostraban a españoles en campos de concentración en el Holocausto; parece que la censura es ideológica.
Exacto, parece que la grosería y la ofensa no es de mal gusto, a la gente le hace gracia y YouTube ignora el verdadero contenido. Una escena en la cama de una pareja hetero en la que él abusa de ella no es censurada ni se deja de monetizar; nosotras ponemos a dos chicas en un sofá, una en sujetador, solo se besan, y nos dejan de monetizar el vídeo. Según ellos es sexo explícito, es una doble moral muy grande.
Con una extrema derecha política y mediática fomentando las ‘fake news’, piensas que censuras como la vuestra van en la misma línea. ¿YouTube es cómplice de esas políticas?
Supuestamente no, aunque no sé si sigue así. YouTube cerró el canal de VOX por infundir el odio. Creo que tiene que haber contenido y opiniones de todo tipo, mientras no se difunda odio, ni se generen mentiras, como suele pasar con estos partidos políticos. Pero aun así, el problema lo tiene el ciudadano, el streaming aún nos viene grande, no sabemos escoger bien el contenido y nos creemos cualquier cosa.
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