Emma Cohen, mito erótico forjado entre barricadas, platós y escritorios
Hace tres veranos nos dejó la actriz y escritora Emma Cohen, una figura no suficientemente reivindicada, un icono de vanguardia y libertad, una belleza fuera de normas, un talento no sujeto a límites, que quedó un poco eclipsada en su última etapa con el matrimonio con Fernando Fernán Gómez entre 2000 y 2007. Le hacemos este pequeño homenaje a través de algunos excelentes libros que repasan su trayectoria.
Me la presentó la admirada Helena de Llanos en la Feria del Libro hace cuatro o cinco años, estaban sentadas en una de las terrazas en el mismo Paseo de Coches del Retiro madrileño. No hablamos apenas, pero recuerdo aquel encuentro con la mirada de un admirador que había visto buena parte de sus películas: Tuset Street, Españolas en París, Nosotros que fuimos tan felices, La semana del asesino, Bruja más que bruja, Tigres de Papel, Mambrú se fue a la guerra, El viaje a ninguna parte, El extranjer-oh! De la calle Cruz del Sur, El mar y el tiempo… Pero especialmente Al otro lado del espejo. La película de Jesús Franco estrenada en 1973 me impactó la primera vez que la vi, volverla a visionar años más tarde supuso que la actriz pasara de la admiración al mito global, el erótico ya estaba presente desde años antes tras ojear, a mediados de los setenta, una sesión fotográfica en la revista, creo, Panorama realizada en Majalrayo, uno de los pueblos de la Arquitectura Negra de Guadalajara.
El descaro de la libertad
Su belleza era insultante, provocativa, no podías dejar de mirar esos ojos que hipnotizaban, distinta a las demás no solo en el celuloide. Cuando falleció Francesc de Carreras, profesor de Derecho Constitucional, comentaba en El País que cuando aparecía por la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona “irrumpía… por su apabullante personalidad”; y añadía: “Era una avanzada a su época, tenía un air du temps que iba más allá de lo puramente físico, sólo al verla ya te dabas cuenta que se trataba de una chica nueva y original, descarada y libre, en busca de su verdadera personalidad. Era como un cervatillo brincando a su aire por una pradera”. La universidad y el teatro la forjaron.
Con 20 años, siendo todavía estudiante de Derecho, acude el Festival de Teatro de Nancy (Francia). Decide quedarse unos días allí: “quizá aquí podré hacer que mi vida cambie”. Viaja en autostop hasta París, en la España de entonces la mayoría de edad para las mujeres era a los 25 años, equiparándose a los 21 con los hombres en 1972. Se aloja en un apartamento minúsculo, compartido, donde le piden que traduzca al francés la canción Gracias a la vida de Violeta Parra. Al acudir a una cita en el Colegio de España, mientras ojea un ejemplar de La Vanguardia, es sorprendida por miles de personas que se manifiestan; no duda en unirse a la marcha que se dirige a la Bastille, lo hace tras una bandera negra. Su nombre junto a los de Jaime Semprún, Lucio Urtubia, Ramón J. Sender Garcés, Baltasar Lobo, Sara Berenguer o Mercedes Comaposada son incluidos como Algunas figuras libertarias sesentayochistas por Ana Muiña en Esplendor en la noche, vivencias de mayo de 1968.
Bajo los adoquines no había playa
Lo vivido en aquellos días lo podemos conocer en primera persona en La libreta francesa, Mayo del 68. No es su único texto. La famosa Caponata de Barrio Sésamo cuenta con una profunda trayectoria literaria que nos aproxima a sus mundos más personales como novelista, guionista o como colaboradora de la revista Mundo Joven, facetas a las que habría que añadir las de poeta, dibujante, collagista, directora y lectora. Profunda lectora, faceta más que evidente en su última novedad literaria, Asuntos Interiores. Folletín soñador revolucionario. Se trata de una trilogía inacabada, la vida de Carmela Kilcoyne que se desarrolla a principios del siglo pasado.
La primera de las novelas, Rojo Milady, vio la luz en 1993; Loca Magnolia en 1996, volviendo a reaparecer en 2018 con Carmela Carbonilla. Páginas que nos aproximan a instituciones como la Escuela Moderna de Barcelona, a los gatos madrileños, a amigos fusilados, a entierros como el de Pablo Iglesias. A plaz. s como la Real barcelonesa o la madrileña de Santa Ana con su Hotel Victoria y su Cabaret Villa Rosa. A Uganda. Al infierno del Greater neoyorquino. Al París con sus cabarets fantaisiste, a la “Viena Roja”. A Los Balcanes, al Orient-Express.
A un Trotsky desterrado que cuando llega a Madrid le dan con la puerta en las narices en casa de Ortega y Gasset, al exilio en el barrio Balat de Estambul. A L’Humanité, al estalinismo, la Oposición de Izquierdas Internacional, Andreu Nin, Joaquín Maurín, Olga Nin, Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, la GPU. Al Hotel Regina vienés, al madrileño del mismo nombre junto al Café Fornos y el Maxim’s, primer bar americano de la capital. A César González Ruano, Bertold Brecht, Sigmund Freud, al Sistema Catártico.
A Santiago de Compostela, a la Universidad Popular de Segovia, a la primera Expo sevillana. Al madrileño Estadio Metropolitano, donde los jugadores comen con sus madres al concluir los partidos de fútbol. Son solo algunos de los escenarios y personas que aparecen en las vidas, en plural, de la protagonista, desde sus primeros años con Tata María hasta sus últimos momentos en la cárcel. La novela debería concluir en 1931 con la llegada de la II República, pero finaliza dos años antes. Una creadora que siempre había hecho lo que quería hacer, en esta ocasión no pudo concluir su obra.
Cachas y belleza de rostro y alma
Lecturas que acercan a los muchos mundos de Emmanuela Beltrán Rahola, su verdadero nombre. Estudiando 4º de Derecho coincide con Mario Gas y se incorpora al Teatro Popular Universitario (TPU). El reconocido actor y director la definió como “una mujer bellísima, de rostro y de alma”, a la que todavía debemos conocer y poner en valor. Por su trayectoria artística, literaria, por la personal y la colectiva. Por su papel en la reconstrucción del Sindicato de Espectáculos Públicos de la CNT en los años setenta –casualmente en Tigres de Papel la película dirigida por Fernando Colomo interpreta a una joven anarquista–, por las heridas recibidas tras una carga policial en 1979, por su presencia en las plazas el 15M.
Aquel mito erótico –elegida Lady España (1971) y Lady Europa (1975)– montó una soberana gresca al director Ignacio F. Iquino que la contrató para el rodaje de Chicas de alquiler, que incluía una segunda versión con sexo explícito para el extranjero (aquí no estaba permitido). Ella se negó y abandonó el rodaje, no por enseñar más o menos teta o pierna, sino por el engaño de no haberla comentado previamente la obligación de grabar las dos versiones. “Toda una personalidad, libre hasta las cachas”, en palabras de José Sacristán.
Mientras esperamos una próxima publicación con materiales inéditos y al muy anhelado documental Viaje a alguna parte, de la propia De Llanos, la lectura de Asuntos Interiores -apuesta muy valiente de la editora Eva Fernández– es una de las mejores opciones para conocer a una personalidad señera que nos dejó hace poco más de tres años.
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