Entrevista con Andrés Noarbe, la electrónica más allá de la pista de baile
Es uno de los románticos de la música. Una referencia que se ocultaba en su casa particular y que desde hace años lo hace en un piso en la Gran Vía madrileña, en plena plaza de Callao, donde los melómanos adquieren músicas que nunca encontrarán en tiendas habituales, ni en grandes superficies, donde pueden escuchar antes lo que vas a adquirir y encontrar el mejor asesoramiento en este tipo de músicas. Hablamos con Andrés Noarbe, responsable de Discos Rotor y de algunas de las mejores programaciones de Madrid, como las de La Terraza Magnética en La Casa Encendida.
Músicas diferentes, en espacios diferentes, gestionadas de manera diferente. Músicas perceptibles gracias a Noarbe, un referente de las músicas experimentales, electrónicas e innovadoras (echó una mano para que el Sonar fuera realidad). Hemos charlado con él sobre una trayectoria que comenzó a principios de los ochenta.
Más de tres décadas editando y distribuyendo música electrónica e industrial. ¿Cómo se logra?
Con mucho trabajo y mucha pasión por la música. En mi caso se trataba de vivir de lo que te gusta y no tenía otras alternativas de trabajo tan atractivas.
Supongo que poner en marcha un proyecto así fue pura necesidad, nadie de la industria musical se atrevía a editar propuestas tan poco convencionales y de escasa rentabilidad económica.
Todo empezó en 1981 con la necesidad de distribuir y dar a conocer las grabaciones de Esplendor Geométrico. Yo era amigo de ellos, fan, y me convertí en su manager. Estaba muy motivado por las cartas que recibían de admiradores de todo el mundo que querían sus discos. Incluso de músicos que ahora son de culto (Merzbow, M.B., SPK…). Eran tiempos de eclosión del underground electrónico internacional, sellos de casetes, fanzines, emisoras independientes… Poco a poco, una cosa vino después de otra, y a mediados de los ochenta empecé a distribuir discos de otros sellos y grupos que obteníamos por intercambio mayormente. Luego fundé el sello Discos E.G., con el que editaba discos de otros artistas que me gustaban; después Rotor en 1987 y empecé a poder vivir de ello controlando mucho los gastos. Era una economía de supervivencia al principio, pues no conté con ayuda económica para ponerlo en marcha; tenía que vender y reinvertir lo que sacaba para ir adelante.
Ahora se habla mucho del común; vuestra propuesta fue de las primeras con una filosofía libertaria y autogestionada, de las pocas que siguen en pie. El camino no debió de ser, ni lo es, fácil. ¿El ‘do it yourself’ sigue vigente?
Sí, hay ahora más personas que inician la aventura de crear un sello discográfico de forma autogestionada, pero todo ha cambiado mucho: ahora es más fácil hacerlo, publicitarlo y distribuirlo con la ayuda de Internet, que ha sido una revolución también en este sentido. Cuando empecé, todo era a través de correo convencional, mucho más lento y trabajoso, aunque tenía cierto encanto.
Supongo que coherencia y filosofía son las claves para un proyecto así. ¿La complicidad con otras propuestas similares en otros países ayudó, supongo, de alguna manera a la visibilización, consolidación e internacionalización?
Por supuesto, desde el principio fue fundamental. Los discos de Esplendor Geométrico (EG) tenían mucha más aceptación fuera de España que aquí. Pronto comenzaron los intercambios con otros sellos en una onda Industrial similar (recuerdo que el primer intercambio en 1982 fue con Nocturnal Emissions, poco después con el sello United Dairies de Nurse With Wound…). Eran tiempos del movimiento underground internacional de sellos de casetes, y tuve mi propio sello en este soporte además de los vinilos. También en España empezaron a surgir otros sellos de casetes y había cierto movimiento: contacté primero con Ortega y Cassette y Laboratorio de Música Desconocida (ambos de Barcelona), también con los sellos de Granada Auxilio de Cientos, con Comando Bruno, etc…, pero hubiera sido imposible sobrevivir sin la internacionalización.
Andrés con Arturo Lanz de Esplendor Geométrico. Foto: Jose Carlos Nuevas
En artistas como EG, ¿cómo era el proceso, desde la creación, cuando la había, hasta que el comprador escuchaba en su equipo la casete o el vinilo?
EG grababa temas y yo me encargaba con ellos de seleccionar cuáles saldrían en LP o casete, y el orden. Luego se editaba en el sello, que llevaba yo principalmente: Discos Esplendor Geométrico y su división para casetes EGK. También me encargaba del diseño de las portadas. A continuación, las ediciones se ofrecían a los contactos internacionales que teníamos (distribuidoras, tiendas, etc) y a la lista de clientes particulares a los que vendíamos directamente por correo. Este fue el origen a finales de los ochenta de Rotor: una distribuidora por correo de discos que no eran solo de nuestro sello, y donde tocaba otros estilos que no eran solo música Industrial, aunque sí electrónica. Geometrik es la continuación de Discos E.G. ahora, y desde 1991.
¿Cuántas casetes se pudieron editar en aquellos tiempos?, ¿qué tirada podrían tener de media?
Había muchos sellos por todo el mundo, hablamos de miles de casetes, títulos me refiero. Las tiradas eran de unos cientos. Concretamente de EG se vendieron unas 500 copias de la primera casete EG-1, y más tarde fue reeditada en Alemania: unas 500 más. Más tarde salió en vinilo y CD, en edición japonesa… A lo largo de los años, sumando todas las reediciones en diferentes formatos, la primera casete de EG habrá vendido cerca de 4.000.
¿Había coleccionistas de estas producciones tan artesanales o solo se compraba lo que interesaba?
No lo sé. Creo que había de todo, pero más bien se compraba porque interesaba la música, no como objeto de colección.
Si tuvieras que hacer una lista de 15 casetes imprescindibles, ¿cuáles serían?
Me llevaría mucho tiempo hacerla, han pasado años y hay muchísimo donde elegir. De memoria, habría casetes de Esplendor Geométrico por supuesto, de De Fabriek, de Pseudo Code, de M.B., de Merzbow, de Comando Bruno, de Macromassa, de Melodinamika Sensor, 32 Guajar´s Faragüit, Avant-Dernieres Pensees, Orfeón Gagarin, Interacción Conrad Schnitzler, Asmus Tietchens…
¿Tus recomendaciones actuales?
Hay bastantes cosas que recomendaría: el último disco de Javier Hernando con Adriá Bofarull por ejemplo me gusta mucho, y es un tipo de edición como las antiguas en casete pero en CD-R. O las ediciones de Ann Deveria: un dúo de música drone y experimental con base en Madrid que saca casetes, CD-Rs y vinilos de forma autogestionada, como antes. El sello Toracic de Miguel Ángel Ruiz, un superviviente que antes en los ochenta editaba en casete y continúa haciéndolo ahora en CD-R.
¿La labor realizada en edición y distribución supongo que ha abierto otros caminos, sesiones dj’s, música en directo, dirección de programaciones artísticas, merchandising, que ayudan a tener ingresos añadidos?
Claro, con cierta frecuencia me llaman para pinchar como DJ especialista. También para conferencias de diverso tipo. He asesorado a diversos festivales en el pasado (los dos primeros Sonar, por ejemplo), y desde hace casi 15 años soy colaborador de La Casa Encendida de Madrid como programador independiente de ciclos y actuaciones. Desde 2015 estoy llevando la programación de su terraza durante los domingos del verano, y está teniendo muy buena respuesta, la verdad.
¿Cómo está la escena industrial / electrónica entre nosotros?
Esos términos han perdido algo de sentido actualmente. No tiene que ver lo que se entendía por música Industrial en los primeros ochenta con lo que se considera ahora, que se ha convertido en algo mucho más amplio y, digamos, convencional. Sobre música electrónica, ahora solo se relaciona con el mundo de la música de baile para clubs (techno, house…) y los dj’s. Pero, bueno, hay escenas ahora en España muy interesantes de música electrónica: desde techno hasta música experimental, noise, ambient… Aunque, como siempre, la mayoría tienen que buscarse la vida fuera de nuestras fronteras si quieren sobrevivir viviendo de la música.
¿Cercanas al copyright o al copyleft?
A ambas cosas, hay para todos los gustos.
¿Hay circuito para el directo?
En España bastante escaso en cuanto a locales; en muy pocas ciudades hay lugares para la música electrónica, no me refiero a la música de club claro, pues hay miles de discotecas. No me atrevería a hablar de circuito. Luego están los festivales más o menos especializados, como el LEM de Barcelona, el LEV de Gijón, los festivales electrónicos que ofrece La Casa Encendida de Madrid (She Makes Noise, Terraza Magnética, Electrónica en Abril), Sonikas en Vallecas, ya veterano), etc… Aparte, claro, del festival más conocido, el Sonar, que en sus inicios en los noventa se convirtió en líder y referencia a nivel mundial, con actuaciones realmente interesantes y nada vistas. Pero últimamente no es así en mi opinión, y me resulta similar a otros muchos festivales de otros países. Creo que ya están en otra.
¿Y para la edición?
Lo que hay es un buen número de pequeños sellos, de vinilo más bien, que editan tiradas cortas. Abunda también la auto-edición en CD, vinilo o casete, aunque en este último caso las tiradas son más cortas aún, nada que ver con los ochenta. También hay Netlabels. Pero si quieres difusión internacional efectiva, lo mejor es buscarse un sello o distribuidora de fuera.
¿Hay alguna coordinación entre las diferentes propuestas?
Depende de ciudades. En Madrid nos conocemos todos y se colabora en general.
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